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La película sobre política que no debes perderte (si la encuentras)
  1. Alma, Corazón, Vida

La película sobre política que no debes perderte (si la encuentras)

Dado su argumento, es más que probable que las interpretaciones acerca de esta película recurran a sus aspectos más anecdóticos y dejen de lado los centrales.

Dado su argumento, es más que probable que las interpretaciones acerca de esta película recurran a sus aspectos más anecdóticos y dejen de lado los centrales. Un largometraje cuyo protagonista es un chaval de provincias que inicia su tercera carrera en la universidad, que se dedica a ligar y a pasarlo bien más que a estudiar y que acaba metiéndose de lleno en el gris mundo de la política estudiantil, es terreno abonado para que afloren muchas de las críticas habituales acerca de la universidad pública, los estudiantes que se eternizan en las carreras y la mala planificación educativa.

Admirando el ingenio

Por eso, probablemente lo más provechoso a la hora de abordar El estudiante (Santiago Mitre, 2011) sea comenzar explicando de qué no va el largometraje. No es una película sobre la militancia universitaria, ni tampoco sobre las asociaciones políticas de izquierda. Se centra en una agrupación minoritaria que lleva toda la vida perdiendo las elecciones, pero lo hace de un modo en que los elementos ideológicos están casi por completo ausentes. Los debates no son entre formulaciones teóricas de un lado y el otro del espectro político, sino sobre pactar o no para tomar el poder, sobre transigir respecto de las propias ideas en aras del aprovechamiento de las oportunidades, sobre qué hacer para no quedar relegados en las próximas elecciones. En ese caldo de cultivo de baja estofa se mueven y crecen unos personajes que cada vez van resultando más antipáticos al espectador, pero de los que no puede dejar de admirar su ingenio para revertir las situaciones negativas. 

Ese juego hecho de relaciones coyunturales, apoyos circunstanciales y amistades y enemistades de conveniencia se ha adueñado de la acción institucional

Sin embargo, no es esto lo esencial del largometraje, como tampoco lo es la crítica a las instituciones públicas, a los tejemanejes universitarios y a la corrupción que en ella impera. El estudiante utiliza un relato realista, y señala con el dedo procedimientos políticos que reinan en los centros de enseñanza superior, pero su intención es ir bastante más lejos. La película de Mitre nos habla fundamentalmente de cómo hacer alianzas, ganarse afectos, modificar voluntades y conseguir que converjan los intereses; nos habla de táctica y de estrategia, de cómo hacerse imprescindible, de mezquindades y de traiciones. Esto es, nos habla de la política. O más propiamente, nos habla de la política real. Por eso sería un error mayor aún pensar que sus análisis quedan restringidos al ámbito de asociaciones o partidos: la política, entendida como juego táctico y estratégico, se ha adueñado de buena parte de las actividades cotidianas en todos aquellos entornos donde lo colectivo juega un papel principal, ya sean del ámbito público o privado, ya se trate de universidades o de empresas. Ese enfrentamiento larvado y sordo entre personas y grupos, ese juego hecho de relaciones coyunturales, apoyos circunstanciales y amistades y enemistades de conveniencia se ha adueñado de la acción intrainstitucional, pero en su vertiente peor, aquella que no pelea por el triunfo de creencias o convicciones, sino por salvar el cuello o llegar a lo más alto.

Creer en algo es una rémora

Según Mitre, El estudiante nos cuenta cómo la política se apodera de quienes la ejercen, cómo las ideas y las convicciones que justifican toda actividad desaparecen para dejar lugar únicamente a la actividad misma, en general ligada a la lucha por el poder. En ese contexto, quien cree en algo es el objetivo más fácil y por eso suele salir perdiendo. Las convicciones son vistas como una rémora, salvo en lo que se refiere a su utilización instrumental. Y este es el asunto central del largometraje, hasta qué punto hemos dejado de creer en ideas y hemos comenzado a hacerlo en lo puramente pragmático, hasta qué punto la política (de toda clase) se ha convertido en guerras por el territorio desprovistas ya de toda finalidad colectiva.

El estudiante es una de las mejores películas que pueden verse en la actualidad

El estudiante es una pequeña película argentina, que hubo de rodarse con escasos medios y cuya precariedad asoma a menudo por la pantalla. Aunque esa pobreza de recursos también opera en buen sentido, ya que forzó a rodar en ese tono documental que tan bien le va a  lo narrado. Es también una película que no ha gozado de una buena distribución. No se ha estrenado en España, y desconozco si en algún momento llegará a tener sitio en los salas de nuestro país. Sí ha tenido su espacio en festivales: en el de Gijón ganó los premios del Jurado joven, mejor película (ex-aequo) y mejor guión; en el de Locarno, se llevó el premio especial del Jurado y en el Bafici obtuvo también varios galardones, lo que ha ayudado a que encuentre un pequeño lugar entre los cinéfilos. Sin embargo, y a pesar de todo, El estudiante es una de las mejores películas que pueden verse en la actualidad. Tiene imperfecciones y dista de ser una obra maestra, pero está notablemente viva, algo que pocas pelis pueden decir hoy. El estudiante nos habla de nuestra realidad cotidiana y de sus complejidades a través de un microcosmos bien elegido. Y es algo especialmente de agradecer en un momento como este, en el que el cine parece circular entre los efectos especiales y los personajes disfuncionales.

Dado su argumento, es más que probable que las interpretaciones acerca de esta película recurran a sus aspectos más anecdóticos y dejen de lado los centrales. Un largometraje cuyo protagonista es un chaval de provincias que inicia su tercera carrera en la universidad, que se dedica a ligar y a pasarlo bien más que a estudiar y que acaba metiéndose de lleno en el gris mundo de la política estudiantil, es terreno abonado para que afloren muchas de las críticas habituales acerca de la universidad pública, los estudiantes que se eternizan en las carreras y la mala planificación educativa.