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Pánico total: hay que acabar con el monstruo español
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PREJUICIOS Y DECISIONES IRRACIONALES

Pánico total: hay que acabar con el monstruo español

España es percibida de un modo similar al de los monstruos de las películas de terror de la época dorada de Hollywood, que acechaban en las

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Pánico total: hay que acabar con el monstruo español

España es percibida de un modo similar al de los monstruos de las películas de terror de la época dorada de Hollywood, que acechaban en las sombras y nunca dejaban ver su rostro. La banca española, con ese enorme agujero en sus cuentas del que nadie es capaz de adivinar la magnitud, tiene algo de esto. Sabemos que nos enfrentamos a algo espantoso pero no podemos ver con claridad su verdadero aspecto. Quizá por ello Europa (y Occidente en general) han entrado en pánico, presas del miedo a la oscuridad que emana de los bancos hispanos. No saben qué puede encontrarse en sus sótanos, pero parecen plenamente convencidos de que hay un monstruo esperándoles allí.

Y como el miedo cuida la viña, todo el mundo se ha puesto manos a la obra. Los economistas ofrecen sus explicaciones, los políticos multiplican las reuniones, los expertos lanzan la voz de alarma global. El Gobierno español, por su parte, parece plenamente dedicado a encontrar una solución que no parece llegar nunca, quizá porque están enfocando el asunto como una cuestión técnico-económica, cuando su trasfondo es plenamente psicológico.  Eso explicaría por qué, a pesar de las reformas puestas en marcha, los mercados no remiten en sus ataques. 

Los estereotipos son muy dañinos ya que operan en el terreno financiero, donde la realidad tiene muy poco pesoComo asegura José Miguel Fernández Dols, Catedrático de Psicología Social de la Universidad Complutense, hay un factor que no se suele tomar en cuenta, porque asusta, como es que en las decisiones de las personas que ocupan los puestos de más responsabilidad siempre hay un componente irracional. Se dejan llevar por sus corazonadas, por sus intuiciones o por sus sentimientos. Al igual que en épocas de bonanza siguen el camino trazado por la exuberancia irracional que denunciaba Robert J. Shiller, en los momentos negativos, especialmente cuando existe incertidumbre, suelen aparecer reacciones emocionales inmediatas ligadas al miedo a lo desconocido” .

Que las reformas y los recortes que se ponen en marcha cada viernes tras el Consejo de Ministros sean rechazadas cada lunes por los mercados tiene que ver con este temor, que una vez que se ha instalado, es muy difícil de sacar. Y el problema es que no se detiene. Si España hubiera de ser rescatada, el miedo a la oscuridad encontraría nuevos monstruos a los que perseguir. Llegaría el turno de Italia, y después de cualquier otro.

Estereotipos difícilmente reemplazables

Las decisiones no se toman a través de mecanismos impersonales que toman en consideración datos objetivos, sino por personas que dejan rienda suelta a su inconsciente con más frecuencia de lo necesario. Y eso lleva, asegura Dols, a que las intuiciones jueguen un papel poderoso. Cuando las informaciones son confusas, acabamos haciendo lo que queremos hacer o lo que el miedo nos dicta, y no lo que es más conveniente.

Y eso son malas noticias para los países del sur de Europa, señala el psicólogo Luis Muiño, porque en esas circunstancias los prejuicios se desatan. "De repente", afirma, "España ha vuelto a estar poblada por millones de personas que no trabajan y que se dedican a vivir del cuento". Señala así el psicólogo cómo todos aquellos estereotipos sobre los españoles que se habían diluido durante la época de vacas gordas han reaparecido en estos momentos de crisis. Con consecuencias muy negativas para nuestras cuentas”, ya que los inversores están plenamente convencidos de no colocar aquí su dinero, en tanto nos ven como unos chapuceros”.

Quizá se nos esté utilizando para desplazar hacia la periferia del sistema las prácticas que están desarrollándose en su centroEl problema añadido de los estereotipos es que no circulan en doble dirección. “Hace unos días, telefonearon a la oficina del manager de la banda británica The Who para que, en su actuación en las Olimpiadas de Londres, estuviera con ellos el batería original, Keith Moon, que lleva muerto más de tres décadas. Y cuando el Real Madrid fue a jugar la semifinal de la Champions al estadio del Bayern Munich, les robaron las camisetas del vestuario. Si eso hubiera ocurrido aquí, nos hubieran tildado de país tercermundista que no merece ninguna confianza. Pero como ocurrió allí…”.

Estos estereotipos son muy dañinos y no sólo en el aspecto cultural, ya que operan en el terreno financiero, donde la realidad tiene muy poco peso, en tanto la percepción puede ser mucho más determinante. “En la medida en que los prejuicios comienzan a circular masivamente, hacen valer sus efectos aunque sean falsos. Se convierten en una profecía autocumplida”, asegura Muiño.

El monstruo a plena luz del día

Desde esta perspectiva, importa poco que las cuentas de los bancos españoles estén bien o mal o que se estén o no tomando las medidas adecuadas para solucionar el problema. Lo que resultaría realmente relevante sería encontrar el modo de calmar la ansiedad de unos inversores asustados a los que ninguna acción les basta porque se han dejado llevar por sus sentimientos más irracionales. Y eso sólo se resuelve, asegura Fernández Dols, mediante “una política de liderazgo muy fuerte, que tome decisiones radicales e imponga sus criterios, y que realice una comunicación muy persuasiva". Por desgracia, afirma, “son cualidades que no estamos viendo en ningún líder europeo”.

Sin embargo, la mejor conclusión sobre los miedos del mercado quizá no nos la aporte la psicología social, sino el cine americano clásico a través de una de sus obras más populares, Matar a un ruiseñor. En ella, lo temido, como era el monstruo que se escondía en el sótano, terminaba por mostrarse plenamente inofensivo: lo verdaderamente preocupante eran las prácticas que tenían lugar a la luz del día en plena calle mayor en sus tribunales de justicia. Y quizá a España le esté ocurriendo algo similar. Quizá se nos esté utilizando para desplazar la atención hacia la periferia del sistema en lugar de reparar en las prácticas que están desarrollándose en su centro.

España es percibida de un modo similar al de los monstruos de las películas de terror de la época dorada de Hollywood, que acechaban en las sombras y nunca dejaban ver su rostro. La banca española, con ese enorme agujero en sus cuentas del que nadie es capaz de adivinar la magnitud, tiene algo de esto. Sabemos que nos enfrentamos a algo espantoso pero no podemos ver con claridad su verdadero aspecto. Quizá por ello Europa (y Occidente en general) han entrado en pánico, presas del miedo a la oscuridad que emana de los bancos hispanos. No saben qué puede encontrarse en sus sótanos, pero parecen plenamente convencidos de que hay un monstruo esperándoles allí.