Es noticia
La estrella juvenil que perdió la vida por no ser capaz de controlar el fracaso
  1. Alma, Corazón, Vida
A VECES LOS PADRES PRESIONAN EN EXCESO

La estrella juvenil que perdió la vida por no ser capaz de controlar el fracaso

La sensación de haber fracasado no afecta únicamente a los adultos, sino que también la comparten los niños prodigio que se han quedado a la mitad en su temprana carrera profesional.

Foto: La estrella juvenil que perdió la vida por no ser capaz de controlar el fracaso
La estrella juvenil que perdió la vida por no ser capaz de controlar el fracaso

La sensación de haber fracasado no afecta únicamente a los adultos, sino que también la comparten los niños prodigio que se han quedado a la mitad en su temprana carrera profesional. La presión y circunstancias de su entorno, a veces, acaban sumiéndoles en el fracaso. El empresario norteamericano Henry Ford, fundador de la compañía Ford Motor Company dijo que el fracaso es una gran oportunidad para empezar otra vez con más inteligencia. Plantar cara a las vicisitudes es el primer paso para reponerse.

El psicólogo educativo Jesús Francisco Javier Ramírez apunta que hay dos fenómenos que afectan a las emociones, uno en sentido positivo y otro en sentido negativo. "Si un sujeto tiene una baja tolerancia a la frustración, la sensación de fracaso será mayor; si por el contrario, su tolerancia a la frustración es mayor, entonces no tendrá tanta sensación de fracaso", matiza.

Tolerar mejor la frustración mejora la autoestima

El término resiliencia – fenómeno físico por el que los metales no se deforman–  ha sido adoptado por la psicología. Tal y como explica Ramírez, lo que indica es que hay sujetos que ante situaciones de tragedia salen reforzados y mejor preparados para hacer frente a otras situaciones similares. "La autoestima también puede verse dañada, por lo que para controlar la sensación de fracaso, bastaría con aumentar la tolerancia a la frustración y mejorar la autoestima". Aunque el psicólogo educativo reconoce que es muy difícil, asegura que con una educación adecuada se puede conseguir sin dificultad.

En muchos casos son los padres los responsables del fracaso de sus hijos

El periódico británico 'The Independent' se hacía eco hace algunos días de la historia de Reece Staples, una promesa del fútbol que con tan solo 19 años perdía la vida por no haber sabido controlar el fracaso. Cuando los focos dejaron de centrarse en él por una lesión que le retiró de los campos de juego durante seis meses, entró en una espiral autodestructiva que acabó en una muerte agónica sobre el suelo de una celda. En algún momento de la noche en que se encontraba arrestado, Staples confesó a la policía haber "tragado algo de coca" y que temía morir. No le creyeron. Cuando volvieron se encontraba ya convulso en el suelo. Había ingerido 19 bolas de coca en un reciente viaje a Costa Rica incitado por su novia para comerciar con ellas en Reino Unido.

Una de las lecciones que ha aprendido su madre, y que traslada a todos los clubes de fútbol, es la necesidad de incluir en los programas de educación de los jóvenes un componente psicológico que les ayude a asimilar y aceptar el fracaso. El psicólogo educativo Ramírez opina que la educación debe partir del núcleo familiar. "En muchos casos son los propios padres los causantes de la baja tolerancia a la frustración precisamente por dar una educación equivocada, permisiva, y cargada de estímulos independientemente de las conductas emitidas por los niños. El colegio también debe involucrarse, pero de poco sirve si las familias no son receptivas", asegura Ramírez.

Presionar en exceso a los niños para que triunfen puede ser fatal

Los niños que triunfan en cualquier medio son casi siempre fruto del gusto de sus padres, que son los que les llevan a los casting, gimnasios o clubes deportivos. "Muchos de estos niños – como Staples– no es que triunfen y luego venga el fracaso, es que fracasan antes de empezar, con la consiguiente frustración para sus padres, que inevitablemente contagian a sus hijos", indica Ramírez. "Por fortuna" – añade– "no hay tantos casos, al menos en mi colegio, pero es evidente que cuando ocurre, la labor del psicólogo, en conjunción con el tutor, es indispensable".

Los niños con altas capacidades y talentosos suelen salir a flote por sí mismos

Las malas compañías, como en el caso de la joven promesa del fútbol inglés, pueden precipitar el desastre. Pero el psicólogo educativo asegura que no son un factor determinante. El caso de Staples, afortunadamente, es una de las pocas excepciones. Los niños con altas capacidades y talentosos suelen salir a flote por sí mismos. "La tolerancia a la frustración suele ser mucho más alta que en aquellos niños a los que se les incentiva, porque al hacerlo, les estamos quitando sus propios recursos, que suelen ser importantes", explica Ramírez.

Cuando, como Staples, los adolescentes no son capaces de asumir el fracaso, la depresión se puede apoderar de ellos. "La depresión es un estado emocional que se genera al no poder afrontar los estímulos que intervienen por creer que nos sobrepasan", razona el psicólogo educativo.

La depresión se apodera de los que no asumen el fracaso

En los casos en que los niños fracasan parece oportuno achacar la responsabilidad a sus padres o entorno más cercano, mientras que cuando es un adulto el que se topa con  el infortunio, la responsabilidad parece recaer sobre su misma persona. Ramírez echa por tierra este razonamiento.

Si sabemos ver el lado positivo del fracaso, lo afrontaremos mejor

Asegura que depende de muchas circunstancias y del tipo de fracaso. “Si se trata del niño que está dirigido por sus padres para llevar a cabo cualquier tarea, pero el niño no es capaz de hacerla, es evidente quién es el responsable. En otros casos, el hecho de ser muy permisivos y sobre estimular a los hijos, también les lleva a tolerar poco la frustración y, en consecuencia, les conduce al fracaso. Los adultos no son otra cosa que niños con unos cuantos años más y es evidente que lo que han aprendido en la infancia es lo que impera”.

Si tenemos claro que un fracaso puede resultar positivo para algo, estaremos mejor preparados para afrontarlo, asegura el psicólogo educativo. "Sufrir una lesión cuando se está en la élite, nos puede ayudar a buscar otras alternativas", indica Ramírez. Y es que los optimistas afrontan el fracaso como un reto y los pesimistas como un problema sin solución. La clave radica en la actitud.

La sensación de haber fracasado no afecta únicamente a los adultos, sino que también la comparten los niños prodigio que se han quedado a la mitad en su temprana carrera profesional. La presión y circunstancias de su entorno, a veces, acaban sumiéndoles en el fracaso. El empresario norteamericano Henry Ford, fundador de la compañía Ford Motor Company dijo que el fracaso es una gran oportunidad para empezar otra vez con más inteligencia. Plantar cara a las vicisitudes es el primer paso para reponerse.