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Avalistas, víctimas colaterales de los desahucios y olvidados del sistema hipotecario
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PIERDEN SUS VIVIENDAS Y EMBARGAN SUS PENSIONES

Avalistas, víctimas colaterales de los desahucios y olvidados del sistema hipotecario

Sus historias también son dramáticas aunque apenas ocupan minutos en los telediarios ni portadas en la prensa escrita. Muchos han perdido su vivienda y otros están

Foto: Avalistas, víctimas colaterales de los desahucios y olvidados del sistema hipotecario
Avalistas, víctimas colaterales de los desahucios y olvidados del sistema hipotecario

Sus historias también son dramáticas aunque apenas ocupan minutos en los telediarios ni portadas en la prensa escrita. Muchos han perdido su vivienda y otros están a punto de perderla. A otros les han embargado la pensión, la nómina... Son víctimas colaterales de la crisis, del desempleo, de los desahucios...

Son los avalistas. Padres, madres, familiares o amigos que, movidos por un acto de buena voluntad o generosidad, ahora eso ya no importa, decidieron poner a disposición del banco todo su patrimonio, presente y futuro, para que su hijo, tío, primo o amigo, pudiera comprarse una vivienda.

“No sabían hasta qué punto estaban comprometiendo su patrimonio. Pensaban que en caso de problemas sólo peligraría su nómina, no más", explica Pau A. Monserrat, director editorial del comparador de productos bancarios iAhorro. "De hecho, muchos eran muy reticentes o se negaban a que el banco les pidiera la escritura de su vivienda para poder dar luz verde a la hipoteca. Pero en la práctica, para la entidad era tan sencillo como pedir al registro una copia simple de la escritura y sacar adelante la operación. Ha sido un suicidio patrimonial", se lamenta.

Ahora, con el estallido de la crisis y la imparable escalada del paro, muchos de ellos, padres que avalaron a sus hijos y ahora jubilados y con la vivienda pagada, se encuentran en una situación vital mucho más difícil de las personas a las que avalaron.

Y lo peor es que "son los olvidados del sistema hipotecario", ya que, como recuerda Pau A. Monserrat, "todas las medidas antidesahucio aprobadas hasta la fecha excluyen esta casuística. No se aplican si hay avalista. No protegen le protegen ni él, puede perder su vivienda, ni a la persona que avaló aunque ésta cumpla todos los requisitos del decreto ley".

“La banca está yendo contra muchos avalistas ante la situación de insolvencia de los cliente que no puede pagar su hipoteca. Van a por sus bienes, la pensión o todo aquello que se pueda embargar”, apunta José Ignacio Gómez, abogado de Legal & Media.

Los avalistas se han convertido en objetivo de las entidades. Para Carlos Guerrero, abogado de MAB & Legal, "intentan embargar todas las fincas que pueden. Ejecutan la hipoteca principal, pero en la demanda la amplían a los avalistas solidarios, como por ejemplo hermanos o padres. Estos últimos suelen contar con inmuebles libre de cargas". Y añade: "más sangrante incluso que la ejecución hipotecaria es la ejecución del avalista. Que cuando del deudor principal falla en el pago de la hipoteca y se le desahucia, el banco continúe la ejecución contra la vivienda del avalista, normalmente algún familiar directo del deudor".

Pero, ¿por qué avalaron?

Ante este panorama y ante los riesgos que asumían los avalistas, ¿por qué cayeron en la trampa? En plena fiesta inmobiliaria y a pesar del fácil acceso al crédito, la figura del avalista estaba a la orden del día. "No sólo pedían a un hijo que trajera la firma de sus padres para concederle la hipoteca, también exigieron a muchos empresarios y emprendedores que avalaran sus negocios", apunta Santiago Viaciano, abogado de V. Abogados.

"La mayoría de las operaciones iban a más del 80% de la tasación. Para llegar a ese 100% muchas entidades exigían un avalista", explica Pau A. Monserrat.

En su opinión, "muchos de los que avalaron no eran conscientes de lo que significaba firmar un aval, pensaban que el precio de la vivienda nunca iba a bajar y que a las malas podrían vender la vivienda de su hijo para hacer frente a la deuda. Lo que no ha sucedido.  Muchos otros sí sabían que arriesgaban mucho pero que pensaban que como mucho perdería la vivienda su hijo. No ellos. Y por otro, había muchos inmigrantes que ni siquiera sabían que en España no existía la dación en pago. Que no bastaba con entregar las llaves de la vivienda para saldar la deuda. Muchos pensaron que en el peor de los casos les embargarían la nómina".  

José Ignacio Gómez recuerda que en España "se realizaron muchísimos avales cruzados. Unos inmigrantes avalaban a otros. Tanto ellos como las entidades sabían cómo hacerlo y en qué plazos para que no aparecieran en los registros y las operaciones pudiera salir adelante". Muchos de ellos dejaron las llaves en el banco y volvieron a su país. A muchos de ellos, el banco nunca les localizará.

Empresarios y emprendedores no se libran

La presencia del aval no ha sido exclusiva de las operaciones hipotecarias. También ha estado a la orden del día en el mundo empresarial. Especialmente cuando se cerró el grifo del crédito y muchos empresarios necesitaron capital para poder mantener a flote sus negocios.

 "Es sangrante. Últimamente estamos viendo cómo a la hora de ejecutar, por ejemplo, pólizas a empresas, con avales de los socios, las entidades buscan trabar embargo sobre los bienes que no tienen hipoteca o los mejor valorados. Ahora muchos socios se han separado por la crisis, y con los avales solidarios el banco va a por el más solvente", explica Carlos Guerrero.

Sus historias también son dramáticas aunque apenas ocupan minutos en los telediarios ni portadas en la prensa escrita. Muchos han perdido su vivienda y otros están a punto de perderla. A otros les han embargado la pensión, la nómina... Son víctimas colaterales de la crisis, del desempleo, de los desahucios...