Fernando Martín (Fadesa) se alía en Marruecos con ‘Sidi 10.000 viviendas al año'

‘Sidi 10.000 viviendas al año’. Así es como llaman al socio marroquí de Fernando Martín (Fadesa), Anas Sefrioui, presidente de la inmobiliaria cotizada Addoha. Esta joint venture supone para los marroquíes su cuarto acuerdo internacional en apenas un año, tras los pactos con los fondos árabes Somed y CMKD y la inmobiliaria de los Emiratos Árabes Al Qudra.

Especializada en viviendas sociales en un país como Marruecos, donde la mitad de la población vive agolpada en gigantescas bidonvilles, por debajo del umbral de la pobreza, Addoha da un giro en su estrategia de la mano de Martín hacia la vivienda de alto standing y turística. De hecho, tal y como desveló recientemente la mano derecha de Sefrioui, Hassan Ben Bachir a la prensa marroquí, “Addoha podrá confiar en Fadesa para la comercialización internacional de sus proyectos de gama alta”.

¿Y cómo es este ‘Sidi 10.000 viviendas al año’, Anas Sefrioui, el nuevo socio de Fadesa en Marruecos? Su perfil se asemeja al de empresarios familiares españoles del siglo pasado, que han hecho fortuna con el sudor de su frente y, por supuesto, con la inestimable ayuda del poder político, en este caso, de la monarquía alauí. “Mi sueño es ser uno de los artesanos de la política real encaminada a asegurar una vivienda digna para todos los marroquíes”, declaró a la revista Jeune Afrique el año pasado, con motivo de su salida a bolsa.

Nacido en 1957 en el seno de una familia bien de Fez, entre sus cualidades se encuentran la discreción, la puntualidad y la capacidad de trabajo. Su vida laboral comienza en la adolescencia en las empresas de su padre. A su familia, el-Ghassoul, pertenecen las únicas minas de gazul del mundo, arcilla exfoliante muy apreciada en cosmética que se exporta a nivel internacional.

De la arcilla gazul a los sacos de cemento

Pronto, Anas empezó a diversificar su negocio en el sector naviero, componentes de pinturas, una compañía de asistencia internacional… De la arcilla y el papel de embalaje pasó a negocios más edificantes: hoy sus fábricas representan el 40% del mercado marroquí de sacos de cemento. En 1987 se lanza a la adquisición de terrenos y en 1995, a la promoción inmobiliaria, aprovechando el proyecto de las 200.000 viviendas de Hassan II.

El fuerte de Addoha hasta ahora ha sido la promoción en cantidades industriales de viviendas baratas -de no más de 18.000 euros- en Marruecos. Su idea estrella fue la creación de una ventanilla única que solucionaba los papeleos para una clientela analfabeta y no bancarizada. La demanda de este nicho de mercado en Marruecos, donde los niños deambulan sucios y solos por los barrios de chabolas de los alrededores de las grandes ciudades, no deja de crecer. Se estima que el déficit acumulado de vivienda social asciende a 1,2 millones de unidades. Déficit que se agrava en 40.000 cada año, según el consejero Ben Bachir.

Precisamente, la extrema pobreza, el paro y la dificultad para acceder a una vivienda para más de la mitad de los marroquíes son algunas de las causas que convierten al país magrebí en una bomba de relojería en lo que a la explosión de terrorismo islamista se refiere, según el contenido del libro francés Quand Maroc sera islamiste, del que dio cuenta este diario a primeros de año. En él, expertos antiterroristas galos afirman: “no entiendo a los que se compran una casa ajardinada en Marrakech. Marruecos es la región más inquietante de la zona”

Mil millones, con el sudor de su frente