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Qué ver en Viena: Schönbrunn, Danubio, Ópera y noria gigante
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Qué ver en Viena: Schönbrunn, Danubio, Ópera y noria gigante

Conocer los atractivos más destacados de la capital de Austria es posible. Basta echar un vistazo a estas recomendaciones para hacerse con la esencia de la ciudad

Foto: El Palacio de Schönbrunn, en Viena. (Shutterstock)
El Palacio de Schönbrunn, en Viena. (Shutterstock)

Un viaje a Viena no se entiende sin llevar en la maleta partituras de melodías clásicas y un abanico de azules listos para pintar el Danubio. La capital de Austria aún mantiene la esencia imperial que siglos atrás protagonizaron personajes tan ilustres como la emperatriz Sissi o el emperador Francisco José I, época dorada para el país en la que tanto su Musikverein como el río que cruza su callejero formaron parte de la historia.

La Musikverein de Viena es uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad, pues en su interior alberga varias salas de conciertos que son escenario de algunos de los espectáculos musicales más importantes y conocidos del mundo. Entre ellos, la famosísima función de Año Nuevo que se retransmite a nivel internacional cada primero de enero. El 'Danubio azul' de Johann Strauss siempre forma parte del repertorio elegido para comenzar el año, una banda sonora perfecta para los paseos por los alrededores de la también llamada Ópera de Viena.

Este edificio renacentista inaugurado en 1869 —en el que se pueden comprar entradas para alguno de los conciertos programados en sus bellas salas— se puede contemplar desde los carruajes tirados por caballos que ofrecen 'tours' alrededor del centro histórico vienés. Su nombre en alemán es 'fiaker', término que debe aprender si desea subir a uno de estos carros que le harán transportarse al siglo XIX de Sissi sin esfuerzo ni cansancio.

Con el sonido de los cascos y herraduras impactando contra el empedrado de las calles de Viena, llegará a la entrada de uno de los jardines más bellos de la ciudad: el del Palacio de Schönbrunn, que habitaron los citados emperadores austriacos cuando llegaba la etapa estival. Este palacio de paredes amarillas es uno de los lugares de parada imprescindible cuando se visita la ciudad, siendo posible la compra de tiques de acceso a sus estancias para contemplar el lujo y pomposidad de los gobernantes decimonónicos. Disfrute de sus coloridas flores y de las falsas ruinas romanas —muy de moda durante el dominio del imperio austrohúngaro— que parecen saludar al palacio.

Nueve hectáreas de jardines

Si los paseos al aire libre son parte de sus aficiones, no puede dejar pasar la ocasión de disfrutar de un recorrido por el Volksgarten de Viena. Con total probabilidad, los jardines de Schönbrunn le habrán parecido hermosos, pero cuando empiece a caminar entre los senderos de este parque, le costará volver a salir al asfalto. Nada menos que nueve hectáreas es la superficie que ocupa la extensión de las rosaledas y el jardín botánico de este pulmón verde austriaco.

Los visitantes juegan a descubrir —sin hacer trampa mirando el mapa— el templo de Teseo que recuerda a las magnas estructuras griegas con sus esbeltas columnas y sus tejados obtusos. La fuente de estilo renacentista que protagoniza las fotografías de los turistas también está 'escondida' en alguno de los caminos de este parque que antiguamente era de propiedad privada, por lo que puede continuar el reto e intentar localizar sus chorros de agua o incluso la blanca estatua de Sissi.

Y si se ha quedado con ganas de más aire libre, el parque Prater puede saciar sus ansias. En él se encuentra uno de los atractivos más grandes —literalmente— de la ciudad: la Wiener Riesenrad es la noria de 65 metros que permite unas vistas increíbles de Viena y el conjunto de arboledas y zonas verdes que aglutina este espacio, donde se ubica uno de los parques de atracciones más antiguos del mundo.

Tarta Sacher en el centro histórico

Para reponer fuerzas, los golosos y los que no lo son tanto disfrutarán como nunca al probar la deliciosa tarta Sacher que se ofrece en el Café Mozart —Albertinaplatz, 2—. Acompáñela de un riquísimo café vienés y déjese llevar por su aroma mientras disfruta de un salón de muebles color caoba que solía frecuentar el escritor y guionista Graham Greene. En Viena, el café es exquisito en cualquiera de sus establecimientos, por lo que aunque muchos hoteles ofrecen la posibilidad de desayunar en sus salas, no viene mal salir a la calle para localizar algún local con encanto.

Tarta Sacher de Viena. (iStock)Además, es costumbre que los vieneses cuiden con mimo la primera comida del día, motivo por el cual es posible recargar las pilas con multitud de tipos de pan, confituras dulces y las más variopintas mermeladas. El Café Phil es una cafetería-librería que ofrece una Sacher excelente en un entorno donde se puede comprar un libro mientras se disfruta de un chocolate caliente.

Otra opción es sentarse a la mesa del Motto am Fluss, el restaurante flotante sobre el Danubio que sirve desde desayunos a meriendas, pasando por almuerzos y cenas. Cualquier excusa es buena para hacer un descanso y repasar las maravillas que ha podido contemplar durante su recorrido a bordo del 'Ring Tram', un tranvía que le habrá llevado a ver monumentos tan destacados de la ciudad como el Parlamento, el ayuntamiento y el Palacio Imperial, situados alrededor de la Ringstrasse —avenida circular que rodea el centro vienés—. Sale cada media hora desde las 10 y hasta las 17:00 con origen y bajada en la plaza Schwedenplatz.

Un viaje a Viena no se entiende sin llevar en la maleta partituras de melodías clásicas y un abanico de azules listos para pintar el Danubio. La capital de Austria aún mantiene la esencia imperial que siglos atrás protagonizaron personajes tan ilustres como la emperatriz Sissi o el emperador Francisco José I, época dorada para el país en la que tanto su Musikverein como el río que cruza su callejero formaron parte de la historia.

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