Abel y Jana, casados por un instante para conseguir su difícil objetivo en 'La Promesa'

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Ya no hay vuelta atrás. El personaje de Pía por fin se ha enterado de que su bebé ha desaparecido mientras Candela se echaba un sueñecito en su momento de vigilia en La Promesa. La serie, que La 1 de Televisión Española emite de lunes a viernes a las 16:30 horas, ha comenzado la semana con un nuevo avance sobre la trama de la búsqueda del niño robado, mientras que el ama de llaves se hundía en su desesperación.

Si recordamos, Jana tuvo que confesarle a Pía, debido a su insistencia, que el bebé había nacido sano, pero alguien se lo había llevado. La propia Pía quiso ser ella quien fuese a buscarlo al convento de Villalquino, donde Feliciano dijo que podría estar. Pero la mujer todavía no se encuentra con fuerzas para salir de su habitación, y tanto Rómulo como Jana y Abel se han prestado para ir a buscarlo en el episodio de este lunes.

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A. Richart

Rómulo se ha enterado de que el convento efectivamente acogía a niños huérfanos, pero a veces, cuando no podían hacerse cargo, los derivaban a otras familias o los hospicios de otros conventos. Pía se ha aterrado al pensar que algo así podría pasarle a su hijo, y ha insistido en ir a buscarlo. Jana ha pensado que era mejor que Rómulo no se ausentase más de La Promesa, para que Petra no pudiese sospechar que se escaqueaba del trabajo, así que irían Abel y ella a por él.

Mientras los jóvenes marchaban, Pía le ha preguntado a Simona cómo iba todo por el servicio. El ama de llaves ha aprovechado para preguntar por Candela, a quien hacía tiempo que no veía. La cocinera se ha sincerado, y le ha contado que su ayudante tenía miedo a la reprimenda que le pudiese echar por ser ella quien estaba vigilando al bebé cuando desapareció.

Jana ha cogido de la mano a Abel, y se ha presentado como "Juana"

Don Carlos ha intentado ayudar a la desanimada Candela, contándole una fábula sobre la inocencia y la valentía. El novio de la cocinera le ha animado a que fuese capaz de decirle a Pía la verdad, pues al fin y al cabo, ella no tenía la culpa de lo que sucedió.

Abel y Jana, marido y mujer

A las puertas del convento de Villalquino, la madre superiora ha salido a recibir a Jana y Abel. Antes de ello, la sirvienta le había sugerido a al médico elaborar una excusa por la que buscaban al bebé, pues posiblemente no se fiarían de ellos al no ser sus padres.

Cuando la monja ha preguntado qué deseaban, Jana ha cogido de la mano a Abel, y se ha presentado como "Juana". "Él es mi marido Abelardo", ha inventado ágilmente la chica, quien ha añadido que Dios no les había ofrendado un hijo, y que les gustaría formar una familia. "Habíamos pensado que nos gustaría adoptar un bebé", se ha atrevido a decir la joven.

La abadesa les ha mirado con desconfianza, y les ha preguntado quién les había dicho que allí podrían hacer tal cosa. "¿Cómo han sabido de nosotras?", ha preguntado la religiosa. ¿Aceptarán que Abel y Jana, de repente transformados en esposos, accedan al convento para buscar al bebé de Pía?