'GH VIP 8': todo lo que no debía de pasar, terminó pasando en la edición más esperada
Telecinco da por terminada la octava edición con famosos del formato de Zeppelin TV, la menos vista de toda la historia del 'reality show' en nuestro país
Había muchas ganas de que resucitara uno de los formatos más aclamados de la televisión. Sin embargo, a juzgar por los resultados de Gran Hermano VIP 8, el público famélico de la telerrealidad de siempre, parece no haber aceptado la propuesta de Telecinco, tras varios años con su exitoso concurso guardado en el baúl.
Tras anotar el registro de las dos últimas galas con las que ha cerrado la actual edición, GH VIP 8 se apunta un 12,9% de cuota de pantalla y 962.000 telespectadores, de media. Una audiencia insuficiente y totalmente atípica a lo que acostumbraba el reality show de encierro, lo que se traduce en la temporada menos vista de toda la historia del formato de Zeppelin TV.
"Las pruebas rezumaban poca implicación, sin dosis de atractivo, pero, sobre todo, con un ilusorio poder de entretenimiento"
Un bajísimo rendimiento que tiene nombre y apellidos, y, según la cantidad que detecto, me da que parece una película vasca. El primer achaque que se le afea a la octava edición con famosos es la casi nula identificación de los concursantes por parte de los seguidores. Muchos se preguntaron "¿qué tiene este de VIP?", con referencia a rostros tan desconocidos como Marta Castro, Susana Bianca, Luitingo o Michael Terlizzi, entre muchos otros.
Además de no saber ni a qué se dedican, la casa comenzó a llenarse de participantes con nulo carisma para trabajar ante las cámaras o, directamente, el popularmente llamado "mueble", por su inexistente contenido dentro de las principales tramas del concurso, véase Zeus, Jessica, Gustavo, Marta o Michael. Pero es que si, además, con muchos de estos conminas a la audiencia a que pase por el aro una doble carpeta creada en el horno de la cruz de cámaras del programa, apaga y vámonos. Sí, me refiero a la trama entre Pilar Llori, Jessica Bueno y Luitingo, o la de Susana y Zeus Montiel.
Desde luego, lo que tampoco terminaba de motivar al público potencial de este formato son las descuidadas y poco armadas pruebas semanales. Rezumaban poca implicación por parte de producción, con apenas dosis de atractivo y coherencia, pero, sobre todo, con un ilusorio poder de entretenimiento, que es de lo que va este programa de televisión (y más, con una señal 24 horas...). Ha lucido a improvisación constante, tanto en la casa como a la hora de conformar una escaleta, que vomitaba los vídeos que precisamente sus seguidores rechazaban.
"Una amalgama de elementos que espantaron al telespectador. Sobre todo, cuando le ocultan información valiosísima como la de la doble expulsión disciplinaria"
Una amalgama de elementos que espantaron al telespectador. Sobre todo, cuando le ocultan información valiosísima, como fueron las pruebas en forma de imágenes, de por qué decidieron ejecutar una doble expulsión disciplinaria con nocturnidad y alevosía. Ni rastro del vídeo que prometieron mostrar en la gala principal, donde Álex Caniggia y Gustavo Guillermo fueron retirados del concurso. El público tuvo que conformarse su propia versión, por lo que se les escapaba a los participantes de un concurso hecho para y por el espectador.
Una censura que se suma también a las trampas que dejaron cometer en pleno directo. Aquella irregularidad por parte de Laura Bozzo en una puja importantísima, ya que se trataba de comprar una plaza en la final (aunque aún quedaban algunas semanas), ocasionó que tuvieran que dar por nulas las nominaciones y borrar todas las votaciones que la audiencia ya estaba ejecutando hacía dos días. Y ya, si añades el hastío que sienten con los eternos cortes publicitarios de los jueves y domingos por la noche, mucho me parece el casi millón de fieles que consigue mantener a salvo, de un formato que superó los 4 millones, de media, en la primera edición.
Para cerrar el menú que han hecho que GH VIP 8 haya sido lo contrario a lo que deseaba Mediaset, ser el producto estrella y todoterreno del primer trimestre televisivo, no puedo olvidarme de Marta Flich. De todo un plantel de comunicadores dispuestos a morder cualquier formato en directo en Telecinco, la cadena decidió concederle el honor a la copresentadora de Todo es mentira, muy buena en su terreno como entrevistadora y analista de izquierdas, pero con cero empatía, carisma y tablas en un formato tan mítico que torearon primeros espadas como, Mercedes Milá o Jorge Javier Vázquez.
Algo bueno, por supuesto que ha tenido, aunque esto solo lo celebramos los acérrimos seguidores de la marca GH. Se agradece al casting de concursantes de la talla de Laura Bozzo, Albert Infante, Álex Caniggia o Carmen Alcayde, que han bamboleado el contenido sin despeinarse y transmitiendo la pura esencia que de la que debe estar dotado un habitante de Guadalix de la Sierra.
Había muchas ganas de que resucitara uno de los formatos más aclamados de la televisión. Sin embargo, a juzgar por los resultados de Gran Hermano VIP 8, el público famélico de la telerrealidad de siempre, parece no haber aceptado la propuesta de Telecinco, tras varios años con su exitoso concurso guardado en el baúl.
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