"Que no se enteren": el miedo de los mayores en plena grabación de 'Hablando en plata'

Las cámaras de Hablando en plata: el escándalo de las residencias han incomodado a los gerentes y responsables, pero han alegrado y entusiasmado a los mayores que residen en ellas. Muchos de ellos no han querido mostrarse en pantalla para evitar posibles represalias.

Alberto Chicote ha vuelto a revisar aquellas residencias de la tercera edad que no están haciendo bien las cosas y que hacen caso omiso a las reglas que tienen que cumplir para dar un buen y justo trato a sus residentes. Como ya hiciese en el especial ¿Te lo vas a comer?, el cocinero ha participado en el programa nocturno de Sonsoles Ónega para volver a sacar las vergüenzas a quienes miran para otro lado, y lo que es peor, a quienes hacen negocio de todo esto.

"Yo no le doy mi nombre ni nada, pero comemos muy mal aquí"

Ha visitado residencias gallegas, en Castilla y León, en Madrid y en Valencia. En esta última comunidad, varios de los usuarios han recibido al chef entre vítores, ya que se olían que acudía a poner orden en sus cocinas: "Haces mucha falta. ¡Qué falta nos haces!", les chillaban varias de las personas que estaban caminando por el exterior del complejo.

Sin embargo, uno de los comentarios más repetidos en toda la grabación, ha sido que no quieren revelar su identidad, ya que temen a algún tipo de castigo por parte de los cuidadores por contar la cruda realidad de lo que pasa de puertas para adentro: "Lo siento, yo no le doy mi nombre ni nada, pero comemos muy mal aquí", confirmaba una de ellas. Eso sí, insistió: "Pero, que no se enteren...".

A lo que se refería esta señora residente en una de estas residencias es de la comida escasa que les suministran, menús que son idénticos a los de personas diabéticas, medio huevo cocido y una mísera loncha de mortadela o garbanzos duros y aguados, entre otros tantísimos ejemplos que Chicote ha querido mostrar a toda pantalla y contrastar con quienes tienen que comérselo.

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Á. R

Otro de los testimonios que han querido participar en el reportaje, tuvo que dejar de hablar con Alberto, porque una de las cuidadoras lo increpaba desde el interior y hasta le hizo fotos para amedrentarlo. "No puedo hablar", se lamentaba el anciano, no sin antes recalcar que, "no estamos bien cuidados. No me merezco esto después de tanto trabajado".