'Juego de niños': ¿Pero esto qué es? Sardá, evita marcianadas con nuestros recuerdos

¡Cómo hemos cambiado! Xavier Sardá entra en el plató y no me queda muy claro si es medianoche, si me he montado con Marty McFly en el DeLorean y he viajado 30 años hacia atrás en el tiempo. ¿Qué es esto? ¿Crónicas marcianas? No, no es 'Crónicas marcianas' es 'Juego de niños', versión siglo XXI.

"Hola, aquí estoy, hace casi 30 años que presenté este programa. Los 'Gallifantes' se mantienen muy bien y yo también, por qué no decirlo", saluda Sardà a su nuevo público.

Sardá se ha empeñado en meter en una coctelera sus dos éxitos televisivos para crear todo un engendro: 'Juegos marcianos'

Los que pertenecemos a la 'Generación EGB' sabemos que un 'Gallifante' es una moneda de cambio con más carisma que las pesetas, porque del euro ya ni hablamos (todavía estoy por encontrarle la gracia a esta moneda común que nos ha subido los precios a la velocidad de la luz y nos ha dejado tan pichis). La estatuilla, creada por Miquel Obiols, ocupa un lugar destacado en la memoria colectiva de los que peinan canas, lo que no me queda tan claro es que esta recuperada figura, medio gallina medio elefante, vaya a seducir a los espectadores de la televisión del siglo XXI.

El maestro de ceremonias de 'Crónicas marcianas', el creador de personajes excesivos como Carlos Jesús, que se creía la reencarnación de Jesucristo y aseguraba haber muerto dos veces, el 'inventor' de la bruja Lola y sus velas negras, el instigador del baile del pañuelo, de los calvos de Boris Izaguirre, el padrino de Carlos Latre, el padre de cientos y cientos de frikis que nos robaron el sueño entre 1997 y 2005, llevaba años luchando por recuperar el concurso con el que debutó en la televisión el 7 de octubre de 1990. Parecía que lo había conseguido pero así, a vista de pájaro, en una primera entrega, el nuevo ‘Juego de niños’ está amalgamado con 'Crónicas marcianas'. No hay duda, a Sardá le marcó eso de vivir en Marte.

De aquel 'Juego de niños' solo queda el nombre y aquello de que dos famosos tienen que adivinar la palabra oculta a la qué se refieren los pequeños. Los concursantes, como antaño, deben que superar una serie de pruebas, hoy renovadas, hasta llegar al 'Gallifantazo final', premio que si consiguen podrán compartir con la ONG que deseen.

Hay recuerdos que no se deberían tocar. Sobre todo porque la televisión en estos 30 años ha cambiado tanto que los espectadores de hoy, ni protegidos por la nostalgia, soportarían el cartón pluma, la falta de ritmo, la distancia y la frialdad del original. Quizá por eso Sardá se ha empeñado en meter en una coctelera sus dos éxitos televisivos, darle un par de golpecitos con ritmo y crear el engendro 'Juegos marcianos'. Ya lo siento, pero el óxido del tiempo sólo respeta la inocencia infantil puesto que los niños son niños en los años 90, en los 80 o en el 2019.

En 1991, José Luis (10 años) explicaba así lo que era el divorcio: "Tú te casas con una mujer que tiene dinero, aunque sea vieja da igual, luego tienes cuatro o cinco hijos y cuando ya estás harto de ella haces esa cosa y el dinero para ti y los hijos para ella. En eso sales muy beneficiado tú. Es un buen negocio, te lo recomiendo". ¡Toma patriarcado

En 2019, dos renacuajos definen el beso como "un sonido muy raro. No me gustan son de una forma un poco rara. Dan doscientos cuarenta y pico al día. Es cuando un chico y una chica se quieren, o un chico y un chico". ¡Menos mal! Parece que en estos casi 30 años algo hemos cambiado.

Quizá el éxito del programa original fuera que se emitía los domingos por la tarde y duraba unos 25 minutos escasos. Y por supuesto que no teníamos mucho más que ver. Me pregunto a quién sé le habrá ocurrido triplicar el tiempo para que tras la estela de 'Crónicas marcianas', sin aportar nada, José Corbacho se exhiba como lo que es: el alter ego de los bizarros de Marte. A veces es mejor no remover el pasado. Por algo decía el maestro que envejecer es pasar de la pasión a la compasión.