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Elena Anaya, a Hierro forjado
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Elena Anaya, a Hierro forjado

Hitchcock lo hizo en un tren. La joven Iris Henderson se despertaba de un largo sueño a bordo del Transcontinental Express para comprobar con estupor que

Robert Schwentke intentó hacer algo parecido en un avión. Cuando Jodie Foster despierta, su hijo ya no ocupa el asiento contiguo en el aparato. Todos los pasajeros niegan también haber visto a niño alguno. Plan de vuelo: desaparecida (2005) pretende ser un thriller desasosegante -sólo lo consigue a ratos- en el que la intriga se supedita demasiado al frenético avance de la narración, recurso fundamental en el que anclar la zozobra de la protagonista, más incluso que en la propia trama.

Gabe Ibañez intenta trasladar en su ópera prima la misma historia a un ferry. Una inspirada Elena Anaya despertará para comprobar que su pequeño también ha desaparecido. En este caso, Ibañez no se servirá de la atmósfera opresora que le otorga el medio para provocar desasosiego. Desembarcará a los tripulantes en la pequeña isla canaria de El Hierro, cuyo paisaje agreste, en sí mismo también opresor, será la alfombra visual –a ratos fascinante- del relato.

La isla es el personaje mejor dibujado de la historia. Todos los demás, incluida la protagonista, actúan como meras comparsas. Nunca entenderemos ni compartiremos del todo las motivaciones de Elena Anaya, porque este thriller psicológico es más lo primero que lo segundo. Los efectos visuales y el juego tonal son lo suficientemente poderosos como para enamorarse de la película en el plano estético. Ibañez se pasea por el paisaje de El Hierro como un Julio Médem con menos propensión a lo prosaico. Pero la película se acaba ahogando en el mar que rodea a la isla, repleto de tópicos argumentales propios del género: tramas tramposas, cambios injustificados en el punto de vista con objeto de salvaguardar el misterio y presencia cargante de la banda sonora y los efectos de sonido.

LO MEJOR: Elena Anaya.

LO PEOR: Que el esplendor visual de la cinta haya sucumbido ante las exigencias del guión.

Robert Schwentke intentó hacer algo parecido en un avión. Cuando Jodie Foster despierta, su hijo ya no ocupa el asiento contiguo en el aparato. Todos los pasajeros niegan también haber visto a niño alguno. Plan de vuelo: desaparecida (2005) pretende ser un thriller desasosegante -sólo lo consigue a ratos- en el que la intriga se supedita demasiado al frenético avance de la narración, recurso fundamental en el que anclar la zozobra de la protagonista, más incluso que en la propia trama.