Unas vacaciones truncadas

Un gran trío de actores, un inesperado toque cómico y una mágica ciudad como escenario. Escondidos en Brujas es una película ágil y fresca que supone el debut de Martin McDonagh, hasta ahora sólo conocido por su corto Six Shooter-premiado con el Oscar-, pero una comedia negra que mete la pata cuando se pone violenta en su parte final.

Juguetona y cercana, el humor logra la empatía con unos personajes apenas descritos salvo por muy pequeños puntos estratégicamente situados. Dos asesinos a sueldo son los protagonistas junto a un tercero, que es el mandamás. Brendan Gleeson interpreta al veterano, al superviviente amante de la cultura que quiere introducir a su neófito compañero, un sorprendente Colin Farrell, en las maravillas de una ciudad belga. Al no cumplir la misión que se les asigna aparece en el asunto Harry, el jefazo vengativo interpretado por Ralph Fiennes. Los tres, aún enfocando su actuación con tonos diferentes, están estupendos y hacen que su sola presencia, unida a los deliciosos puntos de ironía, valga por toda la película.

Lástima que tengan que llegar unos desacertados y poco probables compases finales que sacan al espectador y a los protagonistas de unas vacaciones en terrenos inesperados. La soltura demostrada hasta entonces se trunca pero no se olvida el gusto dulce de lo visto anteriormente y como el que vuelve de la playa a la vida real –al irregular cine de verano– todavía nos queda arena en los recovecos de las orejas.

LO MEJOR: Su delicioso toque de humor.

LO PEOR: Su tramo final.

Criterio de valoración:
Obra maestra.
Muy buena.
Buena.
Interesante.
Regular.
Mala.