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Destartalada fantasía de estrellas y brujas
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Destartalada fantasía de estrellas y brujas

Para todos aquellos que adoran los cuentos de hadas que se saben reír de sí mismos hay una película fundamental: La princesa prometida, un título que

Para todos aquellos que adoran los cuentos de hadas que se saben reír de sí mismos hay una película fundamental: La princesa prometida, un título que irremediablemente acude a nuestra cabeza cuando alguna otra cinta intenta lo mismo. Ocurre con esta adaptación para la gran pantalla de un cuento con muy mala leche, una novela de Neil Gaiman con muchos seguidores a lo largo y ancho del mundo.

Pero Stardust no aguanta la comparación con ese ya clásico protagonizado por Robin Wright Penn, básicamente porque estamos ante un conjunto de gags o pequeñas escenas de vodevil con cierta gracia que sumados no consiguen una buena película.

El encargado de llevarlo a la pantalla, Matthew Vaughn, parece haber bajado su listón vistos los anteriores trabajos -Crimen organizado, con Daniel Craig, o Snatch, cerdos y diamantes-, si bien es cierto que, a pesar de tener escenas de órdago, no consiguieron ser en su conjunto grandes películas ni aportar cosas muy novedosas, lo que nos lleva a pensar que a este director y guionista se le ha agudizado su incapacidad de conseguir un buen producto final.

Y todo ello pesar de los buenos repartos que se procura, aquí uno de sus grandes atractivos. Hay dos actores consagrados riéndose de sí mismos: Robert De Niro, un capitán Shakespeare -el autor inglés está presente desde el título 'polvo de estrellas'-, escondiendo su amaneramiento y mirándose con sorna al espejo ataviado por un marabú; y Michelle Pfeiffer, conspirando con sus macbethianas hermanas brujas por conseguir la juventud perdida. También dos bellas féminas con un papel que les va como anillo al dedo: Sienna Miller y Claire Danes.

Pero la película echa de menos a un protagonista con más carisma que Charlie Cox, demasiado ñoño y sosainas, si bien es cierto que el guión no posibilita grandes lucimientos y se detiene muy poco a dar detalles sabrosos de sus personajes, mal desarrollados desde el principio. Esto imposibilita esa deseada conexión emocional con los héroes y heroínas que debe poseer toda cinta de aventuras, y que logra que todo final se convierta en un gran clímax de alegría y gozo que aquí, desde luego, no se da.

De esta forma, a Stardust le faltan buenos personajes y solo cuenta con un puñado de buenas situaciones, lo que la convierte en una fantasía destartalada y desigual. Un simple divertimento para espectadores poco exigentes.

Para todos aquellos que adoran los cuentos de hadas que se saben reír de sí mismos hay una película fundamental: La princesa prometida, un título que irremediablemente acude a nuestra cabeza cuando alguna otra cinta intenta lo mismo. Ocurre con esta adaptación para la gran pantalla de un cuento con muy mala leche, una novela de Neil Gaiman con muchos seguidores a lo largo y ancho del mundo.