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Por qué no podremos comprender un objeto alienígena si alguna vez encontramos uno
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Seguramente será incomprensible

Por qué no podremos comprender un objeto alienígena si alguna vez encontramos uno

Un nuevo estudio afirma que, con nuestro nivel tecnológico actual, es imposible imaginar cómo será la primera nave espacial alienígena que llegará a la Tierra

Foto: Fotograma de la película Arrival, del director Denis Villeneuve. (Paramount Pictures)
Fotograma de la película Arrival, del director Denis Villeneuve. (Paramount Pictures)

Permítete imaginar una playa sobre la que rompe un vasto océano interminable. De pie, en una noche llena de billones de galaxias, te ves lanzando mensajes al agua encerrados en simples botellas de cristal. Asumes que estas misivas serán encontradas por otros como tú, que podrán quitar el corcho, extraer el papel y quizás, sólo quizás, leer tus palabras. La corriente se lleva tus mensajes, sin un destino concreto.

A medida que pasa el tiempo, cambias esos primitivos vidrios por pequeños barcos con velas y timones. Impaciente, construyes barcos cada vez más complejos que, con el paso de los años, mutan en naves cada vez más sofisticadas y rápidas. Hasta que un día descubres algo varado en la playa, algo que no reconoces y no puedes comprender, pero que asumes ha sido fabricado por alguien al otro lado de ese infinito océano estrellado.

Un posible objeto alienígena será incomprensible

Esta es la premisa básica de un estudio publicado por el profesor de astronomía de la Universidad de California Santa Cruz Graeme Smith en el International Journal of Astrobiology. Smith afirma que, si una civilización interplanetaria como las que se suponen han surgido en planetas similares al nuestro hace más de mil millones de años, hubiera enviado mensajes hacia el océano interestelar, es probable que la primera sonda que llegue a nosotros no sea una primitiva botella con un corcho, fácil de abrir y descifrar, sino algo tan avanzado que nos resulte totalmente incomprensible.

Smith argumenta que, con el tiempo, la velocidad de lanzamiento de las sondas aumentaría, ya sea lineal o exponencialmente, adelantando a las antiguas sondas igual que nuestras futuras naves interestelares —como las propuestas por el proyecto Breakthrough Starshot— adelantarán las primitivas naves Pioneer y Voyager.

La humanidad en pañales

Nuestro buen amigo Avi Loeb —el astrofísico de Harvard al frente de ese proyecto interestelar y también del proyecto Galileo para la detección de objetos extraterrestres en nuestro sistema solar— ha reflexionado sobre este tema durante largo tiempo. "Nuestra ciencia y tecnología son extremadamente primitivas”, afirmó en una reciente entrevista con el periodista alemán Rolf Dobelli publicada el pasado 15 de octubre en Die Welt.

Foto: Los investigadores han replicado el sistema de levitación magnética con componentes comerciales. (Universidad Técnica de Dinamarca)

Por ejemplo, “la mecánica cuántica fue descubierta hace un siglo. Todavía no la entendemos completamente, y es una faceta fundamental de nuestra realidad". Una cita que recalca la inevitable posibilidad de que incluso la tecnología más avanzada que llegue a nosotros sea tan diferente de nuestro estado tecnológico actual que nos resulte totalmente incomprensible.

Millones de años por delante

Loeb, como Smith, también dice que "la mayoría de las estrellas se formaron miles de millones de años antes que el sol. Si una civilización tecnológica se formó alrededor de una de ellas, podría estar miles de millones de años por delante de nosotros".

Y, en su estudio, Smith dice que “si una civilización extraterrestre (ETC) activa está evolucionando rápidamente en tecnología, o su tecnología estáa una distancia extrema de nosotros, un vehículo de un estado relativamente avanzado puede tener más probabilidades de llegar primero a una civilización de recolección pasiva” como la humana. “En este caso, podría haber un desajuste considerable en el nivel de tecnología de la sonda de primera llegada y el de la ETC pasiva que encuentra”, afirma Smith. “Esto presumiblemente tendría ramificaciones para lo que podría ocurrir si un artefacto de un ETC llegara dentro del sistema solar y permitiera el primer contacto con los terrestres”.

Como un mono encontrando un iPhone 15

Loeb tiene la esperanza de que el ingenio humano pudiera descifrar algo de estos objetos, si alguna vez los encontramos, y quizás ayudarnos a avanzar más rápidamente. Pero Smith piensa que “la ingeniería inversa hipotética, por ejemplo, podría ser difícil dada la brecha tecnológica”. De hecho, es más que probable que sea totalmente imposible.

placeholder Una ilustración de un gran espaciopuerto. (SDXL/IA/Novaceno)
Una ilustración de un gran espaciopuerto. (SDXL/IA/Novaceno)

La lógica de Smith es aplastante aunque pueda parecer contraintuitiva. De hecho, es probable que la primera nave alienígena que llegue a la Tierra sea un artefacto de una fase mucho más avanzada de su tecnología cuanto más lejos esté de nosotros en el cosmos.

Esto nos coloca en una situación similar a la de un homo sapiens recién llegado a una playa que se encuentre un iPhone 15 en la playa. Reconocería que es un objeto creado con un propósito pero le resultaría totalmente imposible comprender su funcionamiento por la falta de conocimiento previo.

La realidad que Loeb suele ignorar en los artículos en los que se pregunta si “pulsara el botón” de un objeto alienígena encontrado en el fondo del océano Pacífico es que nos enfrentamos a la posibilidad de encontrar algo en lo que ni siquiera podamos reconocer un botón ni nada que se le parezca.

Para una civilización que ha sido capaz de llegar a nuestras costas con un objeto que ha recorrido cientos, miles o millones de años luz de distancia, un botón podría ser algo tan primitivo que no exista. La analogía podría ser como los botones de los antiguos teléfonos que han sido reemplazados por pantallas táctiles pero, en realidad, más correcto sería pensar en la diferencia que hay entre pintar con la sangre de un mamut en una cueva del paelolítico comparado con dibujar en un iPad.

Incluso eso se quedaría corto si la diferencia temporal fuera de mil millones de años. Por eso debemos prepararnos para un desafío que supererá nuestra imaginación más extrema

Más allá de nuestra imaginación

Como apunta Paul Gilster en Centauri Dreams, lo más probable es que esa primera nave que llegue a nuestro sistema solar sea tan avanzada tecnológicamente que su comprensión esté totalmente fuera de nuestro alcance.

Podemos entender que es un objeto artificial, sí. Podemos analizar los elementos y aleaciones que lo componen, también. Pero la civilización emisora de este mensaje habría tenido millones de años para perfeccionar su botella, tanto que su tecnología estaría mucho más allá de lo que nosotros hemos logrado ni lograremos en millones de milenios.

placeholder Una ilustración de una nave espacial de ciencia ficción generada por IA. (Midjourney)
Una ilustración de una nave espacial de ciencia ficción generada por IA. (Midjourney)

Loeb, en su diálogo con Dobelli, apunta que cualquier tecnología extraterrestre significativamente avanzada podría parecernos mágica o incluso divina, algo que otros pensadores, científicos y escritores como Carl Sagan, Isaac Asimov o Arthur C. Clarke, también señalaron en su día.

El concepto de ‘desigualdad de contacto’

Es un concepto que Smith llama la 'desigualdad de contacto', que afirma que cuanto mayor sea la distancia o más rápido el avance tecnológico de la civilización emisora, más pronunciada será la brecha tecnológica en el primer contacto. En su artículo, Gilster hace referencia a la película Arrival de Dennis Villeneuve, que habla precisamente de esta desigualdad entre dos civilizaciones donde la humanidad es tan atrasada que el más inteligente de los seres humanos apenas puede compararse a un bebé de esos seres.

Aún así, Arrival es bastante ingenua e ignora que los más probable es que no llegue ninguna forma biológica sino un ‘artilecto’, esa unión de artefacto e intelecto acuñada por el pensador Clément Vidal: inteligencias artificiales que no estén limitadas por el tiempo y puedan evolucionar durante eones.

Es posible que, como en la novela Rendezvous with Rama, de Clarke, el primer contacto con una civilización alienígena nos deje casi igual que como nos encontró excepto con un número infinito de preguntas y una sola certeza: que no estamos solos en el universo y no estamos preparados para entender absolutamente nada de nuestros posibles vecinos cósmicos.

placeholder La nave SSPO Esperanta no es una mera fantasía, sino un ejercicio de ficción anclado en la ciencia real. (Erik Wernquist)
La nave SSPO Esperanta no es una mera fantasía, sino un ejercicio de ficción anclado en la ciencia real. (Erik Wernquist)

Hay que seguir buscando

Aún así, en su entrevista con Dobelli, Loeb enfatiza la importancia de mantener una mente abierta, citando que "la historia nos enseña que cuando ignoramos evidencia, nos mantenemos ignorantes". Esta postura es crucial cuando consideramos la posibilidad de que una nave espacial de otra civilización llegue a la Tierra.

"Debemos buscar objetos cercanos a la Tierra porque un objeto artificial se vería diferente de una roca", afirma. Y para ello necesitamos realizar una búsqueda empírica y directa, basada en el más estricto método científico. "Si no estás dispuesto a encontrar cosas extraordinarias, no las descubrirás", dice Loeb. Y aunque la descubras, diría yo, hay que asumir que el resultado final de esa búsqueda puede ser el no entender qué significa lo que sea que nos encontremos.

Permítete imaginar una playa sobre la que rompe un vasto océano interminable. De pie, en una noche llena de billones de galaxias, te ves lanzando mensajes al agua encerrados en simples botellas de cristal. Asumes que estas misivas serán encontradas por otros como tú, que podrán quitar el corcho, extraer el papel y quizás, sólo quizás, leer tus palabras. La corriente se lleva tus mensajes, sin un destino concreto.

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