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El trasplante fecal, el tratamiento que reduce la severidad del autismo en los niños
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TAMBIÉN MEJORA PROBLEMAS GASTROINTESTINALES

El trasplante fecal, el tratamiento que reduce la severidad del autismo en los niños

La gravedad de los rasgos de TEA se redujo en un 47% en los niños que se sometieron al tratamiento, en comparación con los datos que se obtuvieron al comienzo del estudio

Foto: Este tratamiento podría ayudar a muchos niños con TEA severo (Foto: Asociación Alanda)
Este tratamiento podría ayudar a muchos niños con TEA severo (Foto: Asociación Alanda)

El trasplante fecal es un tratamiento con muchos años que consiste en utilizar las heces de una persona sana y administrárselas a otra. De esa manera se logra que la flora intestinal, la microbiota, restablezca el equilibrio ecológico en el intestino, eliminando infecciones. Hasta ahora sólo se había demostrado su eficacia en una infección por ‘Clostridium difficile’, que provoca diarreas después de haber tomado antibióticos o por estancias hospitalarias.

Sin embargo, este tipo de trasplante podría convertirse en el mejor aliado de los niños que padecen autismo severo. Un estudio publicado en la revista médica SAGE Journals demostraría que los niños que se sometieron a una terapia de trasplante fecal no sólo experimentaron menos problemas intestinales, sino que mostraron mejoras en los síntomas del autismo dos años después del tratamiento.

Foto: Laura Teresa y Álvaro, dos ejemplos para todos los que conviven a diario con el autismo (Foto: YouTube)

Una investigación de la Arizona State University ya había adelantado que una flora intestinal sana hacía disminuir e incluso desaparecer ciertas características asociadas con el trastorno del espectro autista (TEA) dos meses después del tratamiento. Sin embargo, necesitaban mejoras a largo plazo, que es lo que han conseguido con este estudio.

Una extraña asociación

No parece que la microbiota y el autismo estén relacionados, pero la ingeniera medioambiental Rosa Krajmalnik-Brown explica a Science Alert que "muchos niños con autismo tienen problemas gastrointestinales, y algunos estudios, incluido el nuestro, han encontrado que esos niños también tienen peores síntomas relacionados con el autismo".

placeholder Un niño con autismo interacciona con un robot de su tamaño (Reuters/Matthew Stock)
Un niño con autismo interacciona con un robot de su tamaño (Reuters/Matthew Stock)

Los investigadores utilizaron un proceso personalizado de trasplante de microflora intestinal llamado terapia de transferencia de microbiota para obtener resultados a largo plazo. Participaron 18 niños, de entre 7 y 16 años, que tenían diagnóstico de autismo y de problemas gastrointestinales entre moderados y graves. Al mismo tiempo se trató a 20 sujetos que no tenían problemas intestinales ni TEA para realizar un control. Los dos grupos se sometieron al tratamiento durante 10 semanas y a pruebas de seguimiento durante 8 semanas más.

Los niños con autismo experimentaron una reducción del 80% en sus problemas gastrointestinales y, además, mostraron mejoras significativas en su diagnóstico de TEA. Y dos años después han seguido mejorando, según las mismas pruebas. Para Krajmalnik-Brown “el estudio demostró que dos años después de suspender el tratamiento, los participantes aún tenían un promedio de un 58 por ciento de reducción en sus síntomas".

El estudio demostró que dos años después del tratamiento, los participantes aún tenían un promedio de un 58% de reducción en sus síntomas

Una evaluación externa concluyó que el 83% del grupo que se sometió al tratamiento podría considerarse que sufría un espectro autista grave al comienzo del estudio. Sin embargo, dos años más tarde la cifra se había reducido al 17 por ciento. Krajmalnik-Brown reconoce que, además, "los padres de la mayoría de los participantes informaron de una mejora lenta pero constante en los síntomas centrales de TEA". Esa evaluación externa determinó que la gravedad de los rasgos de TEA se redujo en un 47 por ciento en comparación con el comienzo del estudio.

El trasplante fecal es un tratamiento con muchos años que consiste en utilizar las heces de una persona sana y administrárselas a otra. De esa manera se logra que la flora intestinal, la microbiota, restablezca el equilibrio ecológico en el intestino, eliminando infecciones. Hasta ahora sólo se había demostrado su eficacia en una infección por ‘Clostridium difficile’, que provoca diarreas después de haber tomado antibióticos o por estancias hospitalarias.

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