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'Tampax' que duran seis meses y otros mitos de los tampones, explicados por la ciencia
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'Tampax' que duran seis meses y otros mitos de los tampones, explicados por la ciencia

Las discusiones en redes sociales sobre el uso de tampones dejan claro que mucha gente (los usen o no) siguen llenos de dudas sobre ellos. Ahí va una buena colección de mitos, bulos y verdades

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Un cilindro de algodón compacto, con o sin aplicador, envuelto en un plástico de colores brillantes que lo hace parecer casi una chocolatina. Así es la versión moderna del tampón, un producto de higiene menstrual que ya utilizaban las mujeres egipcias en el siglo V antes de Cristo en una versión hecha de papiro. Las mujeres romanas los usaban hechos de lana, en Japón los hacían con papel y en otros lugares de Asia empleaban musgo y distintas hierbas. Todos con el mismo objetivo: pasar los días de la regla lo más cómodas y limpias posible.

Han pasado siglos, los materiales han evolucionado y el conocimiento sobre la salud sexual y reproductiva de las mujeres ha avanzado mucho. Sin embargo, sigue habiendo un tabú sobre la menstruación y su higiene que hace que sea un tema del que solo se habla en voz baja y con disimulo. Este pasado fin de semana, una discusión tuitera al respecto dejaba claro que algo habitual en la vida de la mitad de la población sigue lleno de dudas para muchas personas, tanto entre las que los usan como, sobre todo, entre los que no.

Así que hemos cogido todas las dudas que se nos han ocurrido sobre los tampones, y otras muchas que no se nos habían ocurrido pero a alguien más sí, y hemos acudido con ellas al doctor Pluvio Coronado, jefe del Sección de Ginecología y Obstetricia del Hospital Clínico San Carlos y director del Instituto de Salud de la Mujer del mismo hospital.

¿Cada cuánto hay que cambiar un tampón?

Los detalles en el uso de los tampones dependen de cada persona, incluido cada cuánto tiempo debe cambiárselo. La recomendación más habitual es cambiarlo cada 4 horas, pero el doctor Coronado no señala un periodo concreto. "Depende del flujo menstrual de cada mujer". Eso sí, es mejor no pasar de las 8 horas y nunca llegar hasta las 24.

La vagina no es un ambiente estéril. En ella viven bacterias que pueden proliferar si el tampón se mantiene dentro demasiado tiempo

"El uso de tampones es perfectamente seguro y muy conveniente para muchas mujeres, pero la vagina no es un ambiente estéril. En ella viven bacterias, la microbiota vaginal, que pueden desequilibrarse y proliferar si el tampón se mantiene dentro demasiado tiempo", dando pie a infecciones y problemas de salud.

¿Cuánto dura una caja de 36 tampones?

Este argumento se suele oír como replica a la crítica por el elevado precio de los tampones: una caja de 36 tampones (unos 5 euros) dura seis meses, así que no es para tanto. ¿Seguro? Echemos cuentas.

-Una mujer con un periodo corto (4 días) que se cambie el tampón estrictamente cada 8 horas, utiliza 12 tampones por cada ciclo menstrual. Con una caja de 36 tendría para 3 meses. Si prefiere para dormir otro método distinto, le durará cuatro meses y parte del quinto. Solo si utiliza dos tampones al día y con reglas de 3 días tendría para seis ciclos (que no siempre coinciden con los meses).

-Sin embargo, no siempre es así. En algunas personas el periodo dura más tiempo (pongamos 5 días, aunque puede ser más). Asumamos también que se cambian el tampón más a menudo. Quizá no sigan estrictamente la recomendación de cambiarse cada 4 horas y lo hagan cada seis. Esto serían 20 tampones por ciclo. Una caja da para casi dos ciclos, pero había que volver a comprar la próxima vez. Quizá no los lleve todo el tiempo, sino que utilice otro método para dormir. Pongamos entonces que usa 15 cada ciclo, lo cual le deja en la misma situación.

Cada mujer utiliza el producto que considera oportuno con la frecuencia que considera, pero parece que en pocos casos una caja de 36 unidades puede estirarse hasta los seis meses.

Foto:  Opinión

¿Se puede dormir con un tampón puesto?

Aunque es habitual oír lo contrario, y mucha gente prefiere cambiar el tampón por una compresa para dormir por cuestión de comodidad, de hecho no hay motivo de salud para hacerlo. "Se puede dormir con un tampón puesto sin ningún problema", asegura Coronado. De nuevo, la única consideración es el tiempo total que vayamos a tenerlo puesto.

¿Qué es el SST? ¿Afectan los tampones?

SST son las siglas de síndrome del shock tóxico, una enfermedad muy poco común pero muy grave que en algunos casos está relacionada con el uso de tampones. "Una bacteria que puede estar presente de forma natural en la vagina se alimenta de la celulosa del tampón y produce una toxina, que es la que causa la enfermedad", explica Coronado.

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La bacteria más común se llama Staphylococcus aureus, y se calcula que un tercio de la población la tiene en alguna parte de su cuerpo (piel, nariz, axila, ingles o vagina) sin que esto suponga ningún problema. Solo algunas cepas de esta bacteria producen la toxina problemática, y la mayoría de las personas tienen anticuerpos que las protegen de ella. Se calcula que la mitad de los casos actuales están relacionados con el uso de tampones, pero también pueden padecerla personas que no los utilizan.

Coronado asegura que en todos sus años como ginecólogo nunca ha tenido que tratar un caso de SST, y que en general no hay de qué preocuparse. Sin embargo, sí que hay una relación entre el nivel de absorción de los tampones y el riesgo de padecer SST, y por tanto la recomendación general es utilizar tampones ajustados al volumen de flujo menstrual y cambiarlos como mucho cada 8 horas.

¿El qué casos no se deben usar tampones?

El uso de tampones es adecuado para cualquier edad y periodo, explica Coronado. "El único caso en que no es recomendable es en el de chicas con un himen demasiado rígido. No porque les vaya a causar ningún problema añadido, pero sí que les va a causar un dolor innecesario". En los casos más agudos, puede incluso ser necesaria una intervención quirúrgica.

A partir de ahí, la elección entre tampones, compresas y otras alternativas, como la copa menstrual, depende de las preferencias personales en cuestiones de comodidad, higiene, económicos y medioambientales. Los dos primeros criterios son estrictamente subjetivos, pero sobre los dos segundos es posible analizar algunas cifras.

Y la copa menstrual, ¿qué?

La copa menstrual se coloca dentro de la vagina de forma similar a como se pone un tampón, pero a diferencia de estos y las compresas, no absorbe la sangre, sino que la contiene hasta que se extrae del cuerpo y se vacía en un retrete. Además, es reutilizable, lo que supone una ventaja económica y medioambiental. Aunque existían versiones rudimentarias de este invento a mediados del siglo XIX, fue con la aparición de los plásticos y especialmente del látex cuando se comenzaron a fabricar de forma industrial en la década de 1930. Actualmente se venden de silicona hipolergénica, de distintos tamaños y capacidades y se supone que pueden durar hasta 10 años.

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El único inconveniente para su uso, explica Coronado, es el de las preferencias personales: "para algunas personas es una idea algo desagradable". Además, colocarla requiere algo más de técnica que un tampón. Por lo demás, es perfectamente higiénica, una opción más siempre que, como con los tampones, nunca se mantenga llena dentro del cuerpo más de un día. "Lavarla con agua y jabón es suficiente. Insisto: la vagina no es un ambiente estéril y no hace falta mantenerla así".

Lo que contaminan los tampones

En 2014, Wendee Nicole publicaba un extenso análisis sobre los productos de higiene que utilizan las mujeres en Estados Unidos, incluidos los que utilizan para lidiar con la regla, y según sus cálculos, utilizan unos 11.400 tampones o compresas a lo largo de su vida. Esto tiene un evidente impacto en su economía, pero también en el medio ambiente, ya que son productos de los que hay que deshacerse.

placeholder (Fuente: OCU)
(Fuente: OCU)

No todos los productos menstruales suponen el mismo impacto. Las compresas son el objeto más contaminante dependiendo del material del que estén hechas. La mayoría contienen algodón, poliéster, polietileno y algún adhesivo para mantenerlas fijas en la ropa interior, materiales algunos que tardan décadas en degradarse.

Los tampones también varían en su impacto: uno sin aplicador está compuesto al 90% de material celulósico, con una capa exterior sintética que ayuda a colocarlo y evita que se pierdan fibras en el interior de la vagina. El cordón, de poliéster, ayuda a extraerlo. Si lleva aplicador hecho de algún tipo de plástico, este es la parte más contaminante por lo mucho que tarda en degradarse.

Sin embargo, quizá el problema no está en cómo procesamos tampones y compresas después de usarlos, sino antes. El Real Instituto de Tecnología de Estocolmo llevó a cabo un estudio comparando el impacto medioambiental de las distintas fases en la vida de estos productos: extracción de las materias primas, transporte, producción, uso y gestión de sus desechos, teniendo en cuenta tres categorías: la salud humana, la calidad de los ecosistemas y el uso de los recursos.

Concluyeron que el principal impacto medio ambiental estaba causado por el procesamiento de las materias primas, especialmente el polietileno de baja densidad que se utiliza en la parte de atrás de las compresas y los aplicadores de los tampones, así como la celulosa de ambos. Producir estos componentes requiere mucha energía, así que según los investigadores suecos, el principal impacto medioambiental de las compresas y tampones proviene del uso de los combustibles fósiles que se emplean en su producción.

Lo que cuesta tener la regla

Las compresas y tampones están cargados con un IVA del 10%, motivo habitual de crítica al Gobierno, que decidió subirlo desde el 8% en 2012 y al que se le pide periódicamente que lo baje al 4%, el IVA que tienen los objetos de primera necesidad.

La organización de consumidores FACUA publicó en 2015 un estudio de mercado en el que analizaba el precio de los paquetes de tampones y compresas. Según sus conclusiones, los primeros pueden variar hasta un 185% según el establecimiento: una caja de 32 unidades sin aplicador y capacidad media cuestan 1,91 euros si son de la marca blanca de Carrefour o 5,45 euros si son de marca Ob y se compran en Día.

En cuanto a las compresas, su precio varía hasta un 400%: de 0,83 euros los de marca blanca de Carrefour a los 4,15 los de Evax en Hipercor, ambos paquetes de 14 unidades, con alas y capacidad media de absorción. Claro que las comparaciones no son fáciles: la cantidad de compresas de un paquete va de 8 a 64, con 19 posibilidades distintas; y de 14 a 80 unidades en el caso de los tampones. La cantidad de cada uno de estos productos por cada ciclo menstrual depende de los días que este dure, del flujo y de las costumbres de cada mujer.

Un cilindro de algodón compacto, con o sin aplicador, envuelto en un plástico de colores brillantes que lo hace parecer casi una chocolatina. Así es la versión moderna del tampón, un producto de higiene menstrual que ya utilizaban las mujeres egipcias en el siglo V antes de Cristo en una versión hecha de papiro. Las mujeres romanas los usaban hechos de lana, en Japón los hacían con papel y en otros lugares de Asia empleaban musgo y distintas hierbas. Todos con el mismo objetivo: pasar los días de la regla lo más cómodas y limpias posible.

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