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"Me desperté con una gran erección". El sexo en el espacio era tabú para la NASA... Hasta ahora
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HACERLO SIN GRAVEDAD ES UNA HAZAÑA

"Me desperté con una gran erección". El sexo en el espacio era tabú para la NASA... Hasta ahora

La agencia siempre ha pedido "abstinencia" en sus misiones, pero ahora ha empezado a investigar sus posibilidades y beneficios. El problema es que allí arriba los procesos corporales cambian

Foto: El astronauta Scott Kelly dentro de un simulador Soyuz. (NASA)
El astronauta Scott Kelly dentro de un simulador Soyuz. (NASA)
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En 1992, dos astronautas de la NASA se enamoraron durante un entrenamiento para una misión en el transbordador espacial Endeavour y se casaron. Mark Lee y Jan Davis mantuvieron su relación en secreto y se lo contaron a sus superiores cuando ya era demasiado tarde para que la misión pudiera ser cancelada, algo que habría sucedido al instante por una norma que prohibía entonces a los astronautas casados volar juntos. Literalmente, se fueron de luna de miel al espacio. Y lo que hicieron allí sólo lo saben ellos.

La NASA se empeña en decir que ningún ser humano ha mantenido relaciones sexuales en el espacio hasta el momento. Ha temido durante mucho tiempo que la intimidad pusiera en peligro la estabilidad de sus tripulaciones y ha preferido evitar el tema. De hecho, siempre ha pedido "abstinencia" en sus misiones. La simple idea de que se dieran amoríos en órbita a costa del dinero de los contribuyentes tampoco ha sido bien vista en el Congreso estadounidense.

Y no hay más que especulaciones que sugieran que haya ocurrido lo contrario. Solo hay dos ocasiones candidatas a lo que podría haber sido el primer coito cósmico: la mencionada anteriormente de 1992, y otra diez años antes en la que la astronauta rusa Svetlana Savitskaya, la segunda mujer en el espacio, se unió a la misión Soyuz T-7 durante ocho días. Dos hombres ya estaban a bordo cuando llegó, lo que la convirtió en la primera misión mixta. En su libro Un viaje infernal a través del tiempo y el espacio, el astronauta alemán Ulrich Walter señala que, según el médico del equipo, el vuelo fue planeado con un encuentro sexual en mente.

placeholder Los astronautas de la NASA Mark Lee y Jan Davis antes de casarse en secreto.
Los astronautas de la NASA Mark Lee y Jan Davis antes de casarse en secreto.

Hasta ahora, lo único que importaba sobre biología espacial era investigar cómo sobrevivir en un entorno tan hostil y volver a casa con vida. No había motivos para preocuparse por necesidades fisiológicas de este tipo. Hoy, sin embargo, vivimos en un momento en el que las misiones espaciales son cada vez más prolongadas. Dentro de poco, se lanzarán algunas a Marte que durarán años. Y en la hoja de ruta está incluso crear asentamientos. La investigadora de la NASA Yvonne Clearwater declaró hace poco que la agencia debería asumir que, si encerramos a personas durante más de tres meses, existe la posibilidad de que se lleve a cabo un comportamiento íntimo. Y parece que ya ha comenzado a estudiar cómo podríamos hacerlo en el espacio.

Foto: La NASA podría tener que volver a retrasar su vuelta a la Luna si no recluta nuevos astronautas. (NASA)

De hecho, varios académicos llevan tiempo instando a las principales organizaciones adoptar una nueva disciplina de estudio: la "sexología espacial": "La ciencia puede llevarnos al espacio exterior. Pero serán las relaciones humanas las que determinen si prosperamos allí", señala María Santaguida, coordinadora del Instituto de Investigación Astrosexológica. Sin embargo, hablamos de un lugar adverso para nuestros cuerpos. "Allí arriba, los procesos corporales cambian, igual que el flujo sanguíneo, la fuerza muscular y esquelética, e incluso el equilibrio hormonal".

La ingravidez, la enemiga de la excitación

La poca evidencia de la que disponemos parece indicar que estar en el espacio reduce temporalmente la líbido. La microgravedad hace que el flujo sanguíneo invierta su curso y se mueva hacia arriba, hacia la cabeza y el pecho, en lugar de circular por la mitad inferior del cuerpo. Además, los ritmos circadianos se alteran y eso trastoca todo, incluido el apetito sexual, hasta que se reajusta al cabo de unas semanas.

Los científicos han cuestionado si, ante este escenario, las erecciones masculinas serían posibles. Pero algunos astronautas se han sincerado sobre los cambios que han observado en su cuerpo durante estas estancias y la respuesta es que sí. A Ron Garan, un astronauta estadounidense que fue al espacio dos veces, se le hizo esta pregunta en un hilo de Reddit y contestó lo siguiente: "No sé nada de lo que le sucede al cuerpo humano en la Tierra que no pueda suceder en el espacio".

placeholder Dos astronautas de la NASA en una misión espacial.
Dos astronautas de la NASA en una misión espacial.

Otro astronauta, Mike Mullane, relata en su libro Riding Rockets que durante su primera mañana en el transbordador espacial Discovery, se despertó con "una enorme erección" y que no sólo era posible excitarse en el espacio, sino que a veces los vaivenes del flujo sanguíneo lo aceleraban: "Tuve una erección tan intensa que me dolía. Podría haber perforado la kriptonita", contaba de forma cómica.

Por ahora, ningún astronauta ha hablado de manera pública sobre la masturbación a bordo. Santaguida explica que esta práctica, con aparatos de succión de líquidos, podría ayudar en el espacio. “La abstinencia no es una opción viable. Por el contrario, facilitar la masturbación o el sexo podría ayudar a los astronautas a relajarse, dormir y aliviar el estrés. Es importante destacar que abordar las cuestiones sexológicas de la vida humana en el espacio también podría ayudar a combatir el sexismo, la violencia de género o el acoso sexual, que lamentablemente siguen siendo omnipresentes en la ciencia y el ejército, dos pilares de los programas espaciales”, apunta Santaguida.

placeholder Tres de los siete miembros de la tripulación del transbordador espacial Discovery son fotografiados durante un descanso de la actividad del cuarto día de la misión en el espacio el 29 de mayo de 1999. (NASA)
Tres de los siete miembros de la tripulación del transbordador espacial Discovery son fotografiados durante un descanso de la actividad del cuarto día de la misión en el espacio el 29 de mayo de 1999. (NASA)

Esto plantea otra línea de estudio: los fluidos. Con baja gravedad, los líquidos se acumulan en su punto de origen, lo que significa que forman una masa en el lugar donde se liberan, en lugar de fluir libremente, como sucede en la Tierra. El astronauta Bob Hines lo explica en este vídeo de YouTube. Aquí abajo, el sudor gotea por la cara y la ropa absorbe gran parte de la humedad, pero en el espacio no sucede así. Además, la falta de convección hace que el calor rodee a las personas como un aura, haciendo que los astronautas suden más de lo habitual.

Con esto en mente, se podría suponer que la excitación femenina y la secreción vaginal también funciona y se siente de manera diferente, aunque es muy complicado encontrar datos y relatos personales, incluso en la literatura académica sobre la menstruación en el espacio, que a menudo lleva a las astronautas a posponer sus períodos con anticonceptivos hasta que regresan a la Tierra.

Foto: Christina Koch, Victor Glover, Reid Wiseman y Jeremy Hansen. (Reuters/NASA/Josh Valcarcel)

Pero, como más afecta la baja gravedad a las relaciones íntimas es durante el coito en sí, pues bajo estas condiciones cualquier empujón puede hacer que dos personas salgan volando una de la otra. En la Tierra, la gravedad y el peso corporal crean una presión que ayuda en la mayoría de posturas sexuales. En el espacio, se necesitarían artilugios de agarre que faciliten el movimiento.

En la Estación Espacial Internacional, por ejemplo, las paredes están cubiertas de velcro, lo que permitiría que una de las dos personas esté bien sujeta a una superficie. Algunos artistas incluso han creado originales diseños y prototipos destinados a ayudar a los astronautas en esta tarea. El fallecido Vanna Bonta, autor y actor de ciencia ficción, creó el llamado 2Suit, un traje capaz de engancharse a otra persona mediante adhesivos.

placeholder Prototipo de un traje espacial con agarres para mantener relaciones sexuales.
Prototipo de un traje espacial con agarres para mantener relaciones sexuales.

Pero más allá del acto sexual, la ciencia también ha empezado a investigar lo que sucede después. Algunos experimentos con animales han probado cómo funciona ese entorno en la reproducción, aunque por el estrés no ha habido casi embarazos. Si bien se sabe que la fertilización es posible, la evidencia sugiere que la falta de gravedad podría afectar además a la capacidad del cigoto para implantarse en el útero. Una solución podría ser equipar las naves con simuladores artificiales de gravedad, ya que el feto también la utiliza para desarrollar y fortalecer ciertos músculos y huesos.

De momento, dadas las complicaciones que pueden surgir en una nave espacial, sería casi más fácil enviar óvulos y esperma congelados a otro planeta que intentar copular a bordo con ese fin. Además, las personas en el espacio están expuestas a niveles muy altos de radiación que podrían conducir a riesgos que van desde el cáncer a la degeneración nerviosa. Sea como fuere, lo que está claro es que si el futuro de la humanidad pasa por viajar a otros planetas, el sexo en el espacio tiene que ser viable algún día. Aunque eso implique que los astronautas de la NASA tengan que empezar a practicarlo desde ya.

En 1992, dos astronautas de la NASA se enamoraron durante un entrenamiento para una misión en el transbordador espacial Endeavour y se casaron. Mark Lee y Jan Davis mantuvieron su relación en secreto y se lo contaron a sus superiores cuando ya era demasiado tarde para que la misión pudiera ser cancelada, algo que habría sucedido al instante por una norma que prohibía entonces a los astronautas casados volar juntos. Literalmente, se fueron de luna de miel al espacio. Y lo que hicieron allí sólo lo saben ellos.

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