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El ojo que todo lo ve: de vigilar ríos de lava en La Palma a localizar barcos de migrantes a la deriva
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UNA MIRADA INDISCRETA

El ojo que todo lo ve: de vigilar ríos de lava en La Palma a localizar barcos de migrantes a la deriva

Copernicus es un enjambre de satélites que empezó a poner en órbita la Unión Europea en 2014 como alternativa al sistema de EEUU y la NASA. Sus imágenes se utilizan en emergencias, pero también en seguridad o cambio climático

Foto: Foto: Copernicus EMS.
Foto: Copernicus EMS.

Cuando el pasado domingo 19 de septiembre la tierra se rasgó en Cumbre Vieja y empezó a escupir lava por siete bocas diferentes, los responsables de Protección Civil en La Palma miraron al cielo e invocaron la ayuda de Copernicus. Tras el nombre del genio prusiano, padre de la teoría del heliocentrismo, se esconde un enjambre de satélites puesto en marcha por la Unión Europea para observar desde las alturas lo que está sucediendo en la superficie terrestre.

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A través de estos 'ojos', el común de los mortales ha podido ver imágenes aéreas de las anaranjadas lenguas abriéndose ladera abajo tomadas a cientos de kilómetros de distancia. Para los cuerpos de seguridad estos archivos han servido para monitorizar las coladas, predecir su trayecto y ver también qué partes del mapa podían ser devoradas por el avance del magma.

A los expertos e investigadores les ha ayudado a detectar cosas como el abombamiento en la corteza terrestre o incluso como base para construir modelos y simulaciones con los que tratar de acertar cuándo dejará de brotar lava a borbotones. Incluso en este periódico hemos utilizado sus referencias para crear las infografías con las que ilustrar las informaciones sobre este desastre. "Las imágenes por satélites han sido y son algo fundamental", explicaba a este periódico José Luis Barrera, vulcanólogo del Colegio Oficial de Geólogos, horas después de que se desatase esta crisis.

La idea de desplegar algo así se empezó a pergeñar en 1998 con el fin de romper la dependencia que había de EEUU y su sistema Landsat, que gestionan la NASA y el Instituto Geológico de aquel país. "Se trata un sistema de observación terrestre en el que han participado todos los países de la Unión Europea así como varias empresas privadas", apunta Antonio Tabasco, embajador de Copernicus en España y jefe de la división de Observación de la Tierra y Análisis Geoespacial de Espacio de GMV. Con miles de millones de presupuesto asignado, el primer vuelo de uno de sus satélites no se produjo hasta 2014. Desde entonces, no se ha parado de colocar piezas en órbita. "Está compuesta por seis misiones Sentinel, que a su vez están formadas por varios satélites; y hay otras seis previstas en los próximos años".

Diferentes misiones, diferentes funciones

No todas las máquinas que tejen este sistema son iguales. "La primera gran diferencia son los sensores. Por una parte tenemos los sensores ópticos, que son los que nos permiten tomar una fotografía al uso. Luego están los satélites radar, que básicamente emiten un pulso de luz y miden el retorno que genera, como pueden hacer los submarinos", resumen Tabasco.

Muchas veces, lo habitual a la hora de construir las recreaciones que se han compartido por Twitter estos días es combinar ambos métodos. "Los ópticos muestran una imagen mucho más entendible y familiar. Pero tienen ciertas limitaciones como puede ser la imposibilidad de ver a través de las nubes. Si la climatología es adversa, el resultado puede no ser el deseado", agrega.

Este es un problema que no sufren los del segundo tipo. Además, hay importantes diferencias en la resolución y, por tanto, en los detalles que pueden captar. "En el caso de los ópticos, un pixel de la imagen correspondería a un espacio de 10 por 10 metros. En el caso de un radar, hablaríamos de 0,5 metros". Una vista de águila que, en el caso del volcán de La Palma, les ha permitido poder ver qué infraestructuras y edificaciones se han visto comprometidas, qué casas han sido fagocitadas total o parcialmente por la lava o qué carreteras han sido afectadas, entre otras cosas.

La casualidad quiso que coincidiendo con la crisis del archipiélago canario, el Etna también diese señales de vida. La siguiente imagen permite ver, gracias a Sentinel-3, las emisiones que se produjeron en torno a la isla mediterránea.

placeholder Vista de la reciente erupción del Etna, a través de Sentinel-3. (Ibai Ameztoy/Flickr)
Vista de la reciente erupción del Etna, a través de Sentinel-3. (Ibai Ameztoy/Flickr)

Los satélites no son lo único sobre lo que se sostiene este invento. Otra pieza fundamental son los sensores fijos colocados en tierra. Sensores ambientales o sensores, por ejemplo, como los que puede tener la cuenca hidrográfica del Ebro para controlar el caudal. "Los datos que recaban están a disposición de la red Copernicus. En este caso no se ha dado así, ya que en Cumbre Vieja han sido los equipos científicos los que se han desplazado con sus propios sensores". La tercera pata es lo que se realiza con esa información. Copernicus es una herramienta socorrida en emergencias naturales mucho más frecuentes que la erupción de un volcán, como inundaciones o incendios. Durante este verano, en España se ha utilizado como ayuda en la extinción de fuegos en lugares como Ávila, Galicia, Andalucía o La Rioja, entre otros puntos de la geografía patria.

"En los incendios, por ejemplo, se pueden apoyar con mapas de elevación del terreno para decidir cómo actuar, por dónde desplazarse o ver cómo está avanzando". Cuando se solicita la ayuda de esta red para este tipo de episodios (eventos, en el argot más especializado), ofrece básicamente dos instrumentos. En los primeros momentos se puede ejecutar la llamada cartografía rápida, en el que se fotointerpretan las imágenes de los satélites para tener un primer diagnóstico de la situación. "Eso se proporciona a los equipos en campo que son los que toman las decisiones", explica Tabasco. Posteriormente se pueden elaborar los conocidos como mapas de "riesgo y recuperación", con los que se generan zonas potenciales de ser afectadas por el evento y para chequear cómo van recuperando la normalidad.

placeholder Toma del reciente incendio de Jubrique, a través de Sentinell 3. (Iban Ameztoy)
Toma del reciente incendio de Jubrique, a través de Sentinell 3. (Iban Ameztoy)

Pero Copernicus es una herramienta que se puede utilizar en muchos más escenarios. Es más, las emergencias solo son una de las seis patas del programa. Las otras son la seguridad, la vigilancia atmosférica, la vigilancia marina, la vigilancia terrestre así como la monitorización del cambio climático.

"Todo lo que se ve desde el espacio se puede medir y se puede ver a lo largo del tiempo y, además, podemos verlo en longitudes de onda que van más allá del espectro visible y esto hace que podamos estudiar características de la superficie que a simple vista no vemos", comenta Iban Ameztoy, analista de información geoespacial, que estos días ha realizado múltiples montajes y simulaciones sobre lo que está ocurriendo en el archipiélago canario.

Se recurre a su tecnología para estar al tanto de dinámicas de vegetación, deforestación, cambios en el litoral, desertificación, fenómenos climatológicos... Incluso ha servido como mirada indiscreta para la detección de cultivos de coca y opio o actividades mineras ilegales. "Cada vez hay más satélites en órbita, incluyendo los comerciales que ofrecen cada vez una resolución mayor. Todo esto viene acompañado de una nueva familia de algoritmos e infraestructuras en la nube, lo que facilita el procesamiento de la ingente cantidad de datos que se genera cada día".

Instituciones como la Agencia Europea de Medio Ambiente recurren a Copernicus. También FRONTEX (el organismo comunitario que se ocupa de la vigilancia de fronteras) o la EMSA (encargada de la seguridad marítima) usan con frecuencia sus capturas. "Hace unos años, participamos en un proceso de detección de barcos en el mar Mediterráneo. Recurrieron a nosotros porque había un barco lleno de migrantes que corría riesgo", recuerda Antonio Tabasco.

"Por una serie de maravillosas consecuencias, fuimos capaces de detectar lo que podía ser una embarcación en el mar. Indicamos la orientación y, aunque no era exactamente esa porque estaba a la deriva, lograron localizarla". Cuando se le pregunta por sus aplicaciones en el control de zonas 'calientes' como la frontera entre España y Marruecos, este experto afirma que se puede utilizar perfectamente para detectar "grupos de personas" o "los campamentos" que suelen improvisar días antes de ejecutar los saltos a la valla. En la página del sistema se puede ver que, además de en Canarias, las otras dos emergencias que actualmente están utilizando sus sistemas son un incendio en la isla de Cárpatos (Grecia) y una crisis humanitaria en Mozambique, donde se utiliza para tomar el pulso de un campo de refugiados. "Es una herramienta de titularidad europea, pero recibimos peticiones de todo el mundo", concluye este ingeniero.

placeholder El río Amun, entre China y Rusia, captado gracias al Sentinel-2 de Copernicus. (Ibai Ameztoy/Flickr)
El río Amun, entre China y Rusia, captado gracias al Sentinel-2 de Copernicus. (Ibai Ameztoy/Flickr)

Copernicus nace como alternativa a Landsat, el gran pionero de la observación terrestre geoespacial. Su primer satélite se puso en órbita en 1972. La motivación es la misma que empujó a Europa a levantar Galilleo, el sustituto europeo del GPS, aunque parece que el destino ha deparado suertes distintas para uno y para otro proyecto. "Creo que estamos a la altura del sistema estadounidense", afirma Tabasco.

Alternativa al sistema estadounidense

"Primero hay que decir que todas las imágenes son complementarias, siempre suman", opina Ameztoy a este respecto. "Hay que señalar que la NASA fue pionera en el sentido de tener una política de datos abiertos y la apertura del acceso a las imágenes de resolución media supuso un auténtico cambio en el acceso a la información de este tipo", explica este experto, que dice que "por fortuna" Europa ha seguido la misma senda con Copernicus, creando una flota capaz de ofrecer información de valor inmenso.

placeholder Vista del Nilo desde el Sentinel 2. (Ibai Ameztoy/Flickr)
Vista del Nilo desde el Sentinel 2. (Ibai Ameztoy/Flickr)

Ameztoy explica que los Sentinel-2, una de las misiones del sistema europeo, tiene ciertas ventajas sobre sus homólogos yanquis, como puede ser una resolución espacial mayor en sus bandas visibles y "la capacidad para discriminar objetos un poco más fácil". Además, el periodo de revisita es menor al contar con dos satélites, permitiendo ofrecer una imagen en cinco días o menos. "No obstante, se acaba de lanzar Landsat-9, que va a ayudar a disminuir también su resolución temporal".

A la hora de crear sus composiciones, explica que utiliza sobre todo como fuentes las misiones Sentinel, aunque también utiliza los Landsat. "El proceso comienza por buscar información relativa al evento y ver si hay alguna imagen adecuada para que la gente lo pueda ver y entender. Depende de las condiciones meteorológicas, si hay nubes uso imágenes radar. Se trata de buscar un equilibrio entre lo puramente visual y lo informativo".

Cuando el pasado domingo 19 de septiembre la tierra se rasgó en Cumbre Vieja y empezó a escupir lava por siete bocas diferentes, los responsables de Protección Civil en La Palma miraron al cielo e invocaron la ayuda de Copernicus. Tras el nombre del genio prusiano, padre de la teoría del heliocentrismo, se esconde un enjambre de satélites puesto en marcha por la Unión Europea para observar desde las alturas lo que está sucediendo en la superficie terrestre.

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