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He vuelto un mes a usar un iPad Mini: ahora comprendo por qué Apple lo sigue haciendo
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VIAJE AL PASADO DE IDA Y VUELTA

He vuelto un mes a usar un iPad Mini: ahora comprendo por qué Apple lo sigue haciendo

La manzana ha renovado su tableta más pequeña sin apenas cambios estéticos. En medio de la crisis de identidad de este mercado costaba entender el por qué de este lanzamiento

Foto: El nuevo iPad Mini. (M. Mcloughlin)
El nuevo iPad Mini. (M. Mcloughlin)

Las tabletas nacieron con un problema básico: no saber cuál era su lugar. Unos las vendían como el dispositivo que iba a convertir a los ordenadores en camiones, reservados para las tareas más pesadas. Otros lo vendían como una tercera pata que se colocaría entre el uso que dabas a tu móvil y tu PC. Sobre el papel, la historia se sostenía. Sin embargo, la realidad no fue así. Lo que parecía un pelotazo tecnológico se quedó en algo terrenal. El gatillazo vino, en parte, porque los 'smartphones' cada vez tienen pantallas más generosas y, en el otro extremo, los portátiles se han hecho más manejables.

Esto ha derivado en que muchos usuarios, incluso los que tuvieron una en su momento, acaben preguntándose realmente si merece la pena tal inversión. Muchas marcas replegaron posiciones reduciendo el catálogo a la mínima expresión o, directamente, echándose a un lado. Apple es la que más ha conseguido sembrar en este yermo, comercialmente hablando. Ha ido estirando el concepto con nuevas gamas como el iPad Pro -que ya probamos en Teknautas-, a la que solo el 'software' le separa de ser la mejor alternativa posible a un portátil, en línea de lo logrado por la familia Surface de Microsoft y alguna que otra incursión de Samsung.

Foto: La Surface Go de Microsoft. (C. Castellón)

Salvo honrosas excepciones, se ha convertido en productos bastante previsibles y monótonos con sorpresas más bien escasas. Sin embargo de vez en cuando se dan. Una de ellas la hemos visto recientemente de la mano de la manzana: un nuevo iPad mini. ¿Qué tiene esto de inesperado? Pues que llevaban sin renovarlo desde 2015 y todo el mundo pensaba que lo habían enviado al cajón de las reliquias.

He vuelto cuatro años después a pasar un mes con una tableta compacta. Por mis manos pasaron aquella mítica otros de estos productos o aquella Nexus de poco más de siete pulgadas. Cuando los 'smartphones' empezaron a crecer fui de los que pensé que no tenía sentido tener una máquina así. Como mucho una de diez o doce pulgadas. Sin embargo, he cambiado de opinión. A continuación lo mejor y lo peor de la quinta generación de este aparato y las razones que me han llevado a entender por qué Apple las sigue haciendo.

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Foto: M. Mcloughlin.


Un viaje al pasado

El nuevo iPad mini es un viaje al pasado. De ida y vuelta. El presente se encuentra en su interior. Porque lo que se refiere al exterior no ha habido ningún cambio con sustancia. El diseño es clavado al de la anterior hornada. Y eso es mucho tiempo. Después de un par de temporadas acostumbrados a los nuevos iPhone y al cambio de aires con el iPad Pro pues es raro encontrarte estos marcos. Es cierto que el iPad 'low cost' del pasado año también heredaba el aspecto clásico. ¿Qué significa aspecto clásico? Pues básicamente marcos y tener el lector de huellas en la parte inferior de la frontal.

No nos engañemos. Se hace raro. El tamaño del dispositivo es de 7,9 pulgadas. Pero la superficie que ocupa la frontal es del 70%. La experiencia, si se recortasen los bordes sería genial. Porque la historia, la ventaja competitiva, que esta tableta es francamente manejable. Pesa unos 300 gramos (hay una mínima variación si optas por la versión con LTE), mide 20,3 centímetros de largo y 13,4 de ancho. Su grosor es de tan solo 6,1 milímetros. Con estas medidas se puede sostener con una sola mano mientras lees un texto, un artículo o ves un vídeo. Sin ningún problema. Obviamente si necesitas interactuar con la pantalla tendrás que utilizar la otra mano. Pero es cómodo para múltiples situaciones. Mientras tomas un café, te agarras a la barra del bus o del metro o vas caminando.

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Foto: M. Mc.

Volver a este armazón tiene una buena noticia y una mala, pero no tanto. Lo mejor es que disponemos de conector 'jack' para auriculares. El drama, menor si tienes un teléfono de la marca, es el 'lightning' con todo lo que eso implica: necesidad de un cable concreto para la carga rápida y no poder reutilizar cables USB Tipo C que tengas por casa. Cuenta con dos altavoces estéreo, situados en el borde inferior. Tiene un sonido bueno, aunque incurre en un problema notable, también heredado del pasado, que lo desmerece un poco: la colocación de la fuente de audio hace que cuando ves una peli, un vídeo o un programa el sonido salga solo de un lateral, siendo menos inmersivo.

La pantalla de 7,9 pulgadas es una LCD que mantiene la misma resolución que la anterior generación (1503x2048 pixeles). Aunque su densidad de pixeles por pulgada (324 ppi) no es de las más altas del mercado su desempeño y calidad no hará que eches en falta nitidez en la gran mayoría de casos. Ahora llega con la tecnología True Tone de Apple (es opcional su activación, yo personalmente lo recomiendo), que regula la temperatura de color y brillo en función del entorno en el que te encuentres. En general, como LCD cumple, en temas como el brillo (500 nits), los ángulos, los reflejos y la reproducción de los colores. Quizás, teniendo en cuenta que lo he utilizado para ver series, se agradecería una mejor reproducción de los negros. Pero no es cuestión de este dispositivo, sino de la tecnología. La mayor pega, sin lugar a dudas, los marcos. Si ganasen un poco más de superficie de visionado creo que me plantearía renunciar a una tableta de diez pulgadas.

Poder no significa gigantismo

placeholder Nuevo iPad Mini. (M. Mcloughlin)
Nuevo iPad Mini. (M. Mcloughlin)

Pequeño pero matón. Como una pastilla de caldo, poder concentrado. Podíamos definirlo de muchas maneras. En ciertas ocasiones, los fabricantes caen en la tentación de discriminar a los modelos compactos. Esto no ocurre con el iPad Mini, que monta el chip A12 Bionic -el mismo que el Xr, Xs y el iPad Air de 2019- y 3GB de RAM. Aunque pueda saber a poco, ya sabemos que esta última cifra no hay que tenerla mucho en cuenta y la propia Apple no la suele hacer pública de primeras. Es lo que tiene poder controlar el 'hardware' y el 'software' al cien por cien. Viene equipado con iOS 12. No he tenido ningún problema de rendimiento y fluidez. Ni utilizando la multitarea, ni jugando a juegos como Fortnite o PUBG o, incluso, editando un pequeño vídeo. Se agradece también ver aparatos más pequeños que no escatiman en potencia.

Lo que si ha cambiado Apple ha sido las versiones de almacenamiento. Solo son dos. Una de entrada de 64GB y otra de 256GB. Los precios son de 449 y 619 euros, respectivamente. Personalmente creo que el modelo inferior, a ese coste, podría haber ofrecido 128. También dispones de la opción de meterle conexión LTE, que te costará 140 euros extra.

Si no le metes mucha chicha, es probable que no necesites ni una carga a la semana

La batería es de 5.124 mAh. Apple tampoco suele hacer pública esta estadística. Diré que aquí se nota la combinación de tener una pantalla compacta y un buen procesador. Lo he tenido que recargar cinco veces en todo un mes, solo tirando de Wifi. Y eso que le he metido chicha. En este sentido cumple más que de sobra. Se agradece que la autonomía no sea una preocupación en el iPad Mini.

Las cámaras. A la principal no le mostraremos demasiada atención. Es una lente estándar de 8 megapíxeles, f/2.4 y píxeles de 1,12 micras. Graba en 1080p. En definitiva, no va a ser tu referencia, pero te puede hacer el apaño en algún momento. La delantera, que he utilizado para vídeollamadas, tiene 7 megapíxeles y vídeo a 1080p. Si eres de los que tiras de FaceTime estarás satisfecho. Comentar aquí también una de las grandes novedades de esta generación: la compatibilidad con el Apple Pencil. Pero el de primera generación. Esto significa que si realmente lo necesitas, tendrás que cargarlo con el sistema engorroso de conectarlo al 'ligthning' (con el riesgo de perder el capuchón). Después de haber probado la segunda generación de este producto en el iPad Pro, me costaría volver a este tipo de lápiz.

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Foto: M. Mcloughlin.

¿Merece la pena?

Siento la insistencia. Al iPad mini, personalmente, solo le puedo sacar un defecto: mantener el diseño. Bueno, también está el tema de los 64GB en la versión de entrada. Después de tantos años, Apple se hubiese apuntado un gran tanto si llega a implementar un aspecto más parecido al de los iPads Pro. Pero personalmente, después de un mes con ella, es el formato de tableta que más provecho le he sacado. Es manejable para ver series en el metro. Me he puesto al día con bastantes capítulos pendientes. Me muevo en transporte público, tengo una hora a la oficina y con el iPad mini no he tenido ningún problema para ir agarrado a una barra del autobús o yendo de viaje en un avión. Lo puedes gobernar con una mano. Con una tableta más grande no lo haría. Lo mismo me pasa en casa. Agradezco mucho el tamaño compacto para leer y navegar por internet mientras tengo la tele de fondo o antes de irme a dormir. Con 10 o 12 pulgadas no es tan cómodo.

Si estás pensando en dar el salto desde la cuarta generación, presentada hace cuatro años, todo depende de la antigüedad del dispositivo. Si es reciente, comprada hace una o dos temporadas, no encontrará ni diferencias ni alicientes suficientes. Si vienes de modelos anteriores, notarás y mucho el salto de rendimiento y también de imagen. ¿Es mi tableta? Si lo que quieres es encontrar un sustituto al portátil en tu día a día y para cosas mayores, obviamente necesitarás un mayor espacio de pantalla para ejecutar ciertas actividades. Sin embargo, si lo que buscas es dejar el ordenador de lado en casa es un sustituto perfecto para navegar, ver vídeos, responder emails... Personalmente me ha sido más cómodo que opciones de mayor tamaño. E imagino que a mucha gente también le pasará. Por fin comprendo por qué Apple sigue haciéndolas.

Las tabletas nacieron con un problema básico: no saber cuál era su lugar. Unos las vendían como el dispositivo que iba a convertir a los ordenadores en camiones, reservados para las tareas más pesadas. Otros lo vendían como una tercera pata que se colocaría entre el uso que dabas a tu móvil y tu PC. Sobre el papel, la historia se sostenía. Sin embargo, la realidad no fue así. Lo que parecía un pelotazo tecnológico se quedó en algo terrenal. El gatillazo vino, en parte, porque los 'smartphones' cada vez tienen pantallas más generosas y, en el otro extremo, los portátiles se han hecho más manejables.

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