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Una semana ligando por internet: así vencí mi miedo a las 'apps' de citas
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Una semana ligando por internet: así vencí mi miedo a las 'apps' de citas

Si piensas que las apps de citas son un outlet del amor, quizá algunas lo sean, pero mi experiencia con esta ha sido estupenda. Así he estado una semana buscando pareja en internet

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Lo confieso: nunca me he atrevido a probar una app de citas. Pero no porque a mis 34 años me parezcan mal, al contrario: me parecen una herramienta de lo más innovadora para conocer gente, hacer planes y quién sabe si encontrar pareja. Si nunca me he decidido a probar una es porque soy un tipo muy tímido, así que el mero hecho de colocarme en una app dispuesto a conocer a mi posible novia me daba bastante miedo.

Por otra parte, siempre he tenido la sensación de que muchas apps de citas son similares a una lonja de pescado: un escaparate en el que te exhibes y en el que tus características personales, sentimentales y emocionales quedan reducidas a unas simples fotos y al criterio aleatorio de gente que, en una milésima de segundo y con una frialdad absoluta, decide si mira tu perfil o si te hace descender al infierno de una forma totalmente cruel. Además, no nos vamos a engañar: nunca he sido de ir buscando rolletes, siempre he buscado una pareja seria, con lo que no me apetecía meterme en un buffet libre en el que no sirva ni como guarnición. Pero esta vez ha sido muy diferente.

Así fue mi experiencia usando Meetic

Un amigo que me conoce a la perfección me sugirió hace poco que probase Meetic, prometiéndome que la experiencia sería muy distinta a lo que suele haber en otras apps para buscar pareja y que, encontrase o no a mi compañera ideal, en todo momento me sentiría cómodo. Al ser una app de pago, además, supuse que la gente no estaba ahí para perder el tiempo, sino para buscar pareja en serio, así que, ¿qué malo podría pasar? Decidí bajármela.

Una vez instalada, me registro. Para empezar veo que el proceso es bastante completo, no se limita a rellenar cuatro datos obvios y subir unas fotos. La app no solo me pregunta si busco un chico o una chica (en mi caso, una chica), sino también mi nivel de estudios, mi estatura, mi peso, mi color de ojos y pelo, mi estilismo, la parte más atractiva de mí mismo, mis puntos fuertes, mis puntos menos fuertes, mis aficiones, mi nivel de compromiso en una relación, etc.

Afino la búsqueda de perfiles: nivel de estudios, color de ojos, estilismo, aficiones, nivel de compromiso en una relación...

Lo mejor del proceso de registro es que, a pesar de la cantidad de preguntas, en 5 minutos estás dentro. Además, la verdad, prefiero que haya todas esas preguntas, no solo porque me ayuden a no tener la sensación de ser un producto en un escaparate, sino porque, además, todos estos criterios me ayudarán al buscar a otras personas y a que otras personas también me encuentren a mí.

Tras registrarme, ponerme un pseudónimo (Ulises) y subir cinco fotos mías, veo que tengo la posibilidad de hacer que mi perfil sea más visible entre las mujeres que estén buscando pareja contratando el servicio Turbo. Aquí hemos venido a jugar, ¿no? Pues venga, activo ese servicio. Por ahora todo va bien, aunque queda lo más difícil: encontrar mujeres.

placeholder Si las apps de citas te parecen frías e impersonales, aquí puedes personalizar tu búsqueda.
Si las apps de citas te parecen frías e impersonales, aquí puedes personalizar tu búsqueda.

Un chatbot para ayudarme a encontrar mujeres

De repente me aparece una tal Lara. ¡Ya tengo una amiga! Ah, calla, no, es un chatbot. Espera, espera, ¡un chatbot que me va a ayudar con la búsqueda de perfiles que me interesen! Caray, esto se pone interesante. Como entiendo un poco de tecnología, veo que Lara, mi fiel ayudante, está recurriendo a inteligencia artificial para buscar perfiles que se adapten a mis características y a lo que busco.

Pues nada, interactuemos con Lara, que empieza a mostrarme perfiles. Entre los primeros hay algunos que me gustan... y otros que no. Sin embargo, veo que a medida que avanzo en mi selección, Lara va aprendiendo mis gustos (caray, Lara, por qué no nos hemos conocido antes), así que pronto empieza a acertar en sus sugerencias. Buen trabajo, Lara, te debo una.

placeholder Lara, si algún día dejas de ser un bot, seamos amigos.
Lara, si algún día dejas de ser un bot, seamos amigos.

La verdad es que con Lara todo ha sido muy sencillo, ya que ha acabado acertando, pero quiero enfrentarme a lo complicado: buscar perfiles por mi cuenta y a puerta fría. En el buscador puedo seleccionar mi ciudad y la distancia a la que se encuentren el resto de perfiles de mujeres, pero también puedo filtrar por características: soltera o divorciada, con hijos o sin ellos, fumadora o no fumadora, de un color de pelo u otro, de una estatura, con ciertas aficiones, etc. Configuro mi búsqueda y, ¡he aquí los perfiles! No os riáis de mí, pero me estoy poniendo un pelín nervioso.

Al mirar el perfil de cada mujer no solo encuentro sus fotos, sino también sus características y la descripción que han hecho de sí mismas. La verdad es que todo esto ayuda bastante, ya que puedes perfilar lo que de verdad estás buscando en una persona, y todos los perfiles con los que me encuentro se lo toman bastante en serio. Además, la app me muestra qué personas han visitado mi perfil, cuáles me han marcado entre sus favoritos (ay madre, estoy temblando) e incluso ¡quién me ha marcado con la opción de flechazo! El flechazo significa... bueno, ya sabéis, ¿no?

placeholder La app te permite ver quién te ha marcado como favorito y con quién has congeniado.
La app te permite ver quién te ha marcado como favorito y con quién has congeniado.

Que empiece la fiesta: chateando con mujeres

Ojo, ojo, que en menos de una hora mi perfil ha sido visitado por cerca de 20 mujeres. Además, ¡cinco me han marcado como favorito y otras tres me han mandado un flechazo! ¿Y ahora qué hacemos? ¿Chateamos o qué? Ay, mira, de verdad, estoy muerto de miedo. Soy tímido, ¿vale? No me juzguéis.

Como me da palo empezar una conversación, tengo la suerte de que una de las chicas que me envió un flechazo me manda un mensaje privado. Os soy sincero: estoy temiéndome una conversación frívola y en la que la palabra 'quedar' aparezca a los 30 segundos. O en el peor de los casos, tengo pánico de que esto se parezca a un chat sexual en el que nadie esté buscando pareja de verdad.

Con Alicia y Montse la cosa va muy bien, pero no acabamos de congeniar, así que nos despedimos educadamente y nos deseamos suerte

Hablo con Alicia, una ingeniera industrial de 30 años, cuatro menos que yo. Nos contamos a qué nos dedicamos, dónde trabajamos, nuestras aficiones, nuestros gustos, qué buscamos en la otra persona, etc. La verdad es que la conversación fluye sensacionalmente durante dos horas, aunque ambos estamos de acuerdo en que quizá vamos a chocar en algunas cosas. No pasa nada: nos despedimos amistosamente y nos deseamos toda la suerte del mundo. Francamente, no me importa no encontrar pareja, no es algo que me obsesione, pero al menos me gustaría entablar conversaciones con gente simpática, amable y que me haga sentir cómodo, y eso es exactamente lo que ha conseguido Alicia. ¡Mucha suerte, Alicia!

Con el subidón del momento decido envalentonarme y mandarle un mensaje privado a Montse, una maestra de jardín de infancia de 34 años, mi misma edad. Montse me cuenta que quiere tener hijos, cosa que yo aún no me lo he planteado, la verdad, aunque me encantan los niños. Le hablo de mis sobrinos, ella me habla de sus alumnos, nos contamos nuestros respectivos planes de vida... pero la verdad es que la cosa no avanza. Hemos hablado durante días y no es que hayamos chocado en nada, pero parece que ambos hemos perdido un poco el interés en el otro. De nuevo se repite la misma buena experiencia que con Alicia: Montse y yo nos deseamos lo mejor y seguimos buscando.

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Poco después, de repente me abre un mensaje Patri. Patri tiene 37 años (tres más que yo), está divorciada, tiene una hija de tres años y ha trabajado de administrativa, aunque ahora mismo está en paro. Con ella la conversación también fluye bastante bien: me cuenta sus aficiones, yo le cuento las mías, hablamos del tiempo (mientras chateamos está cayendo el diluvio del siglo en Madrid), de política, de feminismo (¡parece que estuvimos bastante cerca en la manifestación del 8M!), de música, de videojuegos, de Rosalía (ni en Meetic te libras, Rosalía), de si la tortilla con cebolla o sin cebolla, de si la pizza con piña o sin piña (¡con piña!)... Lo cierto es que Patri y yo nos tiramos casi tres días hablando. Está claro que nos hemos caído muy bien y la conversación nunca se agota.

Tanto mi conversación con Patri como las que he tenido con Alicia y Montse me han dejado un muy buen sabor de boca. Entré a la app pensando que esto sería un outlet del amor y el sexo, pero ni mucho menos: esto es un sitio en el que todo tipo de gente conversa de manera educada y totalmente respetuosa. En este sentido, y contrariamente a lo que pensaba al principio, la app gana de lejos a los contactos que a veces he tenido en bares.

Entré a la app pensando que sería un outlet del amor, pero es un sitio en el que la gente conversa de manera educada y respetuosa

Además, gracias a Lara (en serio, Lara, sé que eres un chatbot, pero te debo una) he podido afinar mi perfil y hacer una búsqueda real de todo lo que busco en una mujer. Todo sin frivolidades, en un entorno cómodo y seguro y con muchas más garantías que otros sitios que prometen lo mismo... pero no lo dan en absoluto.

Os dejo, que esta noche tengo una cita. Patri, si estás leyendo esto, ¡nos vemos a las 22h a la salida de Tribunal!

Lo confieso: nunca me he atrevido a probar una app de citas. Pero no porque a mis 34 años me parezcan mal, al contrario: me parecen una herramienta de lo más innovadora para conocer gente, hacer planes y quién sabe si encontrar pareja. Si nunca me he decidido a probar una es porque soy un tipo muy tímido, así que el mero hecho de colocarme en una app dispuesto a conocer a mi posible novia me daba bastante miedo.