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El caza SU-35S, la bestia negra rusa más avanzada, llega a Siria
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moscú despliega su arma más potente en siria

El caza SU-35S, la bestia negra rusa más avanzada, llega a Siria

El SU-35S es el caza más sofisticado en servicio activo en las fuerzas aéreas rusas, y uno de los más potentes del mundo. La cumbre del diseño de aviones de combate de raíces soviéticas

Foto: El SU-35S, en pleno vuelo. (Foto: Wikimedia Commons)
El SU-35S, en pleno vuelo. (Foto: Wikimedia Commons)

La intervención rusa en la guerra civil siria en favor del Gobierno de Asad fue una sorpresa para muchos en su origen: colocar un contingente de aviones de ataque al suelo para dar cobertura a las tropas de tierra y proteger esos aviones y sus bases es un empeño complejo y caro. Rusia ha llevado a Siria algunos representantes de lo mejor de su tecnología militar, a veces dando incluso la sensación de que pretendía mostrar al mundo la calidad de su armamento. Pero tras el derribo por aviones turcos de un bombardero ruso, el juego cambió y Moscú endureció notablemente su postura, desplegando sofisticados sistemas antiaéreos y armando a los cazas que protegen sus aviones de ataque. La última vuelta de tuerca ha sido el envío de cuatro ejemplares del más sofisticado avión de combate aéreo en servicio activo en las fuerzas aéreas rusas, y uno de los más potentes del mundo: el Sukhoi Su-35S. La cumbre del diseño de aviones de combate de raíces soviéticas y un caza más que temible.

El Su-35S es el pináculo del desarrollo de la línea establecida por el Su-27 Flanker, diseñado en los años ochenta como caza pesado y contrapartida de aparatos occidentales como el F-15 Eagle o el F-14 Tomcat en el papel de superioridad aérea. El Su-27 nació en 1985 en la extinta URSS, y en su planteamiento original puede detectarse la diferencia de filosofías en el combate aéreo entre la estrategia soviética y la occidental. Mientras que los aviones occidentales buscan la ventaja tecnológica y la capacidad de derribo a grandes distancias con radares más potentes y sofisticados y misiles de mayor alcance, los aviones de la URSS estaban diseñados ante todo para la pelea a corta distancia, a navajazos, a pesar de su tamaño.

Los motores tienen una capacidad de impulso superior al peso del avión; esto le permite ascender en vertical y recuperar rápidamente la energía perdida

El Su-27 Flanker ya era supermaniobrable, y esta característica, potenciada, la ha heredado su descendiente el Su-35S, lo que lo convierte en un oponente extremadamente peligroso en combate.

Más allá de la aerodinámica

La supermaniobrabilidad es la capacidad de realizar maniobras aéreas más allá de los límites aerodinámicos convencionales, por medio de una depurada disposición de las superficies de control, un sistema de vuelo ‘fly by wire’ de control electrónico y (sobre todo) de una gran relación de potencia/peso, siempre superior a 1. Esto significa que los motores del aparato tienen una capacidad de impulso superior al peso del avión, lo que le permite ascender en vertical y recuperar rápidamente la energía perdida. Con esta característica, que solo tienen aviones occidentales posteriores como versiones experimentales del F-15, el F-22 Raptor o el Eurofighter Typhoon, es posible realizar espectaculares maniobras como la afamada ‘cobra de Pugachev’, demostrada por primera vez en Occidente en 1989 con un Su-27.

En la ‘cobra de Pugachev’, el avión eleva el morro hasta superar los 90 grados de ángulo de ataque y regresa a la posición horizontal mientras vuela horizontalmente sin pérdida apreciable de altura. Se trata de una maniobra impresionante, aunque poco efectiva en condiciones de combate, ya que la reducción de velocidad es drástica.

La supermaniobrabilidad permite otras maniobras que sí son letales en combate aéreo ‘cuerpo a cuerpo’, como el Kulbit o la maniobra Herbst, que permiten quitarse a un enemigo de la cola y colocarse detrás de él, a tiro de cañón. Esta capacidad también permite realizar bruscos cambios de dirección del morro del avión sin cambiar de rumbo, es decir, disparar en una dirección concreta sin tener que avanzar hacia el lugar donde se dispara. En un avión equipado con un cañón de 30 mm. y más de 150 disparos, es una combinación mortífera en un combate a corta distancia.

Los aviones occidentales están diseñados para disparar misiles desde lejos, y si llegan al combate cercano, emplean una teoría de gestión de la energía filosóficamente distinta a la de origen soviético. Algunos modelos, incluso, no llevan cañón integrado (como los primeros F-4 Phantom), ya que se considera que muy pocas veces se llega a pelear a distancias tan cortas, y si sucede, los misiles infrarrojos de corto alcance tienen primacía.

Es capaz de romper la barrera del sonido sin poscombustión y cuenta con materiales absorbentes del radar

En ese sentido, los Su-27 Flanker eran superiores a sus contrapartes occidentales, y tuvieron un gran éxito, dando lugar a numerosas variantes, como el Su-30 biplaza (caza interceptor y bombardero de interdicción, con múltiples versiones de exportación), el Su-33 (variante embarcada para portaviones), el Su-35 (caza mejorado) y el avión de ataque biplaza con asientos lado a lado Su-34 Fullback, así como una versión china construida bajo licencia llamada Shenyang J-11. Muchas versiones del Su-30, como la MKK y MK2 para China, Venezuela, Indonesia o Vietnam, la MKM para Malasia y sobre todo la MKI para la India, contribuyeron al desarrollo de la primera versión del S-35 y del prototipo Su-37.

El primer Su-35 (Su-27M) fue un desarrollo de la planta básica de esta familia de cazas para mejorar sus prestaciones, puesto en marcha a partir de finales de los años ochenta del pasado siglo. Este avión modernizaba la estructura, los motores y el sistema de vuelo, y usaba motores más potentes, pero solo se construyeron 15 ejemplares que se utilizaron sobre todo como demostradores de tecnología. A partir de uno de ellos se construyó el único prototipo designado Su-37, dotado con 'canards' (alerones delanteros) y toberas vectoriales, demostrando capacidades de maniobra increíbles. El Su-37 se ha usado como plataforma de investigación para el programa del futuro caza ‘furtivo’ PAK-FA.

Cabina de 'cristal', con pantallas multifunción

El Su-35S es una bestia diferente. Creado como una nueva modernización de la plataforma básica del Su-27 a partir de 2003, esta vez la renovación interna se hizo mucho más completa, incorporando nuevos elementos estructurales realizados con aleaciones de titanio más resistentes y ligeras e incorporando electrónica (en especial el radar) más avanzada. Esto cambió el centro de gravedad del diseño e hizo innecesarios los planos ‘canard’, y contribuyó a reducir la ‘espina’ posterior entre las dos colas característica de la familia.

El Su-35 tiene motores derivados de los desarrollados para el PAK-FA y toberas vectoriales en 2D, es decir, que se mueven solo en un plano pero tienen un ingenioso desplazamiento excéntrico que les permite dar impulso en los tres ejes del aparato. Con ello, no solo dispone de supermaniobrabilidad excepcional, sino que también es capaz de supercrucero (romper la barrera del sonido sin poscombustión), aunque limitado; su velocidad máxima excede de Mach 2,25 en altura. Además, cuenta con materiales absorbentes del radar y ciertos cambios en las toberas y la carlinga para reducir su firma radar.

La cabina del Su-35S es del tipo ‘de cristal’, es decir, equipada con pantallas planas multifunción, y tiene una buena integración de sensores y un HUD, además de capacidad de usar aparatos de visión nocturna. El aparato dispone en la proa de un avanzado radar PESA de barrido electrónico Irbil-E capaz de detectar pequeños blancos a más de 400 kilómetros de distancia, y de seguir a 30 aviones y atacar simultáneamente a ocho de ellos; tiene también capacidades de seguimiento del terreno y función apertura sintética. El avión incluye un sofisticado sistema de detección pasiva infrarroja y óptica, y un módulo de guerra electrónica.

La reforma de la estructura al aligerarla y fortalecerla permitió ampliar los tanques de combustible, mejorando el alcance hasta superar los 3.500 kilómetros, y también la carga útil. El Su-35S tiene 12 anclajes externos para armamento y puede llevar hasta 8.000 kilos de una amplia variedad de letales misiles y bombas, tanto guiadas como ‘tontas’, y monta un cañón de 30 mm.

Cuenta con sonda de reabastecimiento en vuelo y puede llevar un ‘buddy pack’. Es, en suma, un avión de combate de lo que Sukhoi llama ‘Cuarta Generación ++’, con unas capacidades y una letalidad muy considerables. Rusia cuenta con 40 ejemplares y ha pedido 50 más para cubrir huecos hasta que los nuevos aparatos de ‘Quinta Generación’ estén disponibles. Y también se han ofrecido versiones de exportación a numerosos concursos internacionales, desde Corea del Sur a Brasil.

Desde luego, el Su-35S es un oponente formidable para cualquier piloto de combate occidental, incluyendo los que llevan las más avanzadas máquinas del arsenal, como los F-15, F-16 o Typhoon. Aunque su historia operativa no registra combates (tampoco tiene muchos su antecesor el Su-27), sí que se conocen encuentros entre aparatos similares como los Su-30MKI indios y los Eurofighter Typhoon en maniobras conjuntas, donde estos aparatos han demostrado ser enemigos duros de roer. Su llegada a los cielos sirios en su primer despliegue fuera de las fronteras rusas no solo servirá para comprobar su rendimiento y como reclamo para posibles futuras ventas: es muy preocupante para los pilotos occidentales que atacan en aquel escenario. Porque ahora allí hay un aparato realmente temible montando guardia.

La intervención rusa en la guerra civil siria en favor del Gobierno de Asad fue una sorpresa para muchos en su origen: colocar un contingente de aviones de ataque al suelo para dar cobertura a las tropas de tierra y proteger esos aviones y sus bases es un empeño complejo y caro. Rusia ha llevado a Siria algunos representantes de lo mejor de su tecnología militar, a veces dando incluso la sensación de que pretendía mostrar al mundo la calidad de su armamento. Pero tras el derribo por aviones turcos de un bombardero ruso, el juego cambió y Moscú endureció notablemente su postura, desplegando sofisticados sistemas antiaéreos y armando a los cazas que protegen sus aviones de ataque. La última vuelta de tuerca ha sido el envío de cuatro ejemplares del más sofisticado avión de combate aéreo en servicio activo en las fuerzas aéreas rusas, y uno de los más potentes del mundo: el Sukhoi Su-35S. La cumbre del diseño de aviones de combate de raíces soviéticas y un caza más que temible.

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