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El genio español de los videojuegos que murió antes de conocer el éxito
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Paco Menéndez se quitó la vida en 1999

El genio español de los videojuegos que murió antes de conocer el éxito

Creó tres videojuegos y decidió retirarse porque la industria estaba demasiado centrada en el marketing. Su muerte le privó del reconocimiento del que goza en la actualidad

Foto:  Paco Menéndez, disfrazado como el protagonistas de 'La Abadía del Crimen'.
Paco Menéndez, disfrazado como el protagonistas de 'La Abadía del Crimen'.

Nació en Avilés, pero creció y desarrolló su trayectoria profesional en Madrid. Paco Menéndez es uno de los nombres clave de la historia del videojuego español. Un nombre maldito, ya que murió en 1999 antes de que su tercer y último juego se convirtiera en una obra de culto. Hoy, los programadores Manuel Pazos y Daniel Celemín, trabajan en un remake de su obra cumbre: La Abadía del Crimen.

Menéndez, autodidacta de la programación, formó parte del estudio que publicó uno de los primeros juegos creados en España. Cuando se lanzó Fred, en 1983, todavía iba al instituto. Dos años más tarde no había dado el salto a la Universidad y ya tenía un segundo juego, Sir Fred. En aquellos primeros años ochenta, Menéndez y sus amigos del instituto se valían de una sala vacía en la academía de informática que regentaba su padre en Madrid, Mister Chip, para programar al salir de clase.

Su siguiente juego, La Abadía del Crimen, le marcó para siempre. Hasta el punto de que no volvió a crear ningún videojuego. Menéndez abandonó el desarrollo y se integró en Opera Soft, uno de los grandes estudios de videojuegos españoles de los ochenta donde apenas duró unos meses. No fue capaz de soportar el corsé que le suponía el horario de oficina y la exigencia de una pequeña empresa. "Si La Abadía del Crimen la hubiera realizado estando en Opera Soft, probablemente hubiera tardado dos o tres años en terminarla. Cuando estaba allí y me cansaba de programar, echaba en falta a menudo un sofá en el que tumbarme y pensar mirando al techo", explicaba en una entrevista publicada en 1989.

Pasaron los años y Menéndez se embarcó en un proyecto de computación en paralelo con el que estuvo ocupado durante varios años mientras trabajaba para la iniciativa privada. Andaba detrás de un chip que permitiera dividir el procesamiento de información para acelerar el proceso. "Si piensas en las entradas a un recinto, Menéndez quería abrir todas las puertas para que el público se distribuyera en lugar de hacerlo por una sola puerta", explicaba Gonzo Suárez, creador de Commandos y que compartió oficina con Suárez en Opera.

Pero el mismo Gonzo reconoce que la idea, con el paso de los años, perdió su cariz revolucionario ya que la importancia de la potencia de procesado cayó en pos de otros aspectos del hardware.

'La Abadía del Crimen' fue la adaptación no oficial de 'El Nombre de la Rosa'. Umberto Eco rechazó ceder el nombre a los creadores

Lo que nunca abandonó a Menéndez fue ese aspecto de genio, capaz de lo mejor y de lo peor. De crear un videojuego rompedor que se convirtió en un objeto de culto pero incapaz de sorportar la rutina de un estudio de videojuegos. Un 3 de noviembre de 1999, todavía con el proyecto de computación en paralelo a medio camino, Menéndez decidió quitarse la vida, hecho que marcó para siempre a su familia.

Años después de su muerte, La Abadía del Crimen se convirtió, poco a poco, en un fenómeno de culto y en el mejor exponente de lo que fueron los videojuegos en España en los años ochenta.

Umberto Eco en versión pixelada

Menéndez contó con la ayuda de Juan Delcán, un amigo de infancia, para dar forma al que fue su tercer y último videojuego. Había colaborado en dos juegos básicos para entender la historia del videojuego en España, pero fue en 1987 cuando crearía una obra maestra, ignorada durante su lanzamiento y reconocida con el paso de los años. Esa obra fue su último trabajo en la industria del videojuego. "Ahora, todo es marketing", reconocía en una entrevista en 1988 al anunciar su retirada.

La Abadía del Crimen era una versión de El Nombre de la Rosa adaptada a microordenares y PCs —"cuando me explicó la idea se le pusieron los ojos como a un personaje de manga y no pude decirle que no", explica Delcán—. Programado originalmente para Amstrad, ponía al jugador en la piel de Fray Guillermo de Occam, una version virtual de Sean Connery, que debía resolver unos asesinatos a lo largo de siete días. El acabado gráfico, un pseudo 3D en vista isométrica, fue rompedor en la escena española. Tanto, que no logró hacerse un hueco en las listas de ventas. "Prefiero el reconocimiento de la gente al dinero", aseguraba en la entrevista aparecida en 1989, una afirmación que vista con el tiempo no dejaba de tener un toque irónico.

En aquel momento, Juan Delcán estudiaba arquitectura y fue el responsable de dar forma a la abadía para que se asemejara a una real. "No me basé en ninguna sino que cogí cosas de diferentes estilos", recuerda. Delcán nunca terminó los estudios pero ha tenido una carrera de éxito en la publicidad en Estados Unidos, lejos de nuestras fronteras.

Lo que Delcán sí recuerda es el genio de un programador alejado de convencionalismos. Cuando se atascaba, Menéndez salía a pasear para despejar su mente y dar con una solución a ese problema que no le permitía avanzar. Una vez resuelta la ecuación, el programador trabajaba con precisión de cirujano. "Verle programar era como estar delante de un virtuoso del piano", reconoce el publicista.

El juego salió a la venta y pasó de puntillas por las listas de ventas a pesar de que copó grandes notas y reconocimientos en las revistas de la época. Pese a que contactaron con Umberto Eco, el escritor nunca dio el visto bueno para ceder el nombre de la novela. Otra de las causas que justifican ese fracaso fue una enorme dificultad —el título no explicaba nada acerca de los objetivos que debía seguir el jugador; sólo le soltaba en mitad de la abadía— unida a un planteamiento diferente a lo que imperaba en aquel entonces en el mercado. Llevado a la actualidad, sería como lanzar una aventura gráfica y pretender que compita de tú a tú con Call of Duty.

Un homenaje póstumo

El culto de La Abadía del Crimen ha alimentado un puñado de remakes y homenajes en la industria del videojuego, tanto desde el ámbito profesional como el aficionado. Manuel Pazos y Daniel Celemín están dando los últimos retoques a La Abadía del Crimen Extensum, un título que remoza el apartado gráfico y añade nuevos pasajes al juego, inspirados en el libro de Eco.

"Este es nuestro homenaje a toda una época dorada hecha a base de bocatas de nocilla, partidas de canicas, viajes a misteriosos parajes, sentimientos descubiertos, la calle de abajo, la buena música y el buen cine —explica Celemín—. Donde los videojuegos eran magia a base de puntos en la pantalla y que marcaron nuestra vida por siempre jamás, y cuya culminación fue este juego que hemos intentado, humildemente, reinterpretar. Una época y una manera de entender la vida. Puedes llamarlo nostalgia".

Nació en Avilés, pero creció y desarrolló su trayectoria profesional en Madrid. Paco Menéndez es uno de los nombres clave de la historia del videojuego español. Un nombre maldito, ya que murió en 1999 antes de que su tercer y último juego se convirtiera en una obra de culto. Hoy, los programadores Manuel Pazos y Daniel Celemín, trabajan en un remake de su obra cumbre: La Abadía del Crimen.

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