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Alba, el satélite europeo con acento andaluz
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SISTEMA DE NAVEGACIÓN GALILEO

Alba, el satélite europeo con acento andaluz

¿Cómo se deciden los nombres de los satélites? La Comisión Europea trata de acercar el Sistema de Navegación Galileo, el GPS europeo, a los niños mediante un concurso infantil de dibujo

Foto: A la derecha, el dibujo con el que Alba Navarro ganó el concurso infantil impulsado por la Comisión Europea; a la izquierda, el lanzamiento del satélite que lleva el nombre de la joven.
A la derecha, el dibujo con el que Alba Navarro ganó el concurso infantil impulsado por la Comisión Europea; a la izquierda, el lanzamiento del satélite que lleva el nombre de la joven.

La noche del 10 al 11 de septiembre de 2015 Alba Navarro dormía con la tranquilidad con la que lo hace un niño de 13 años en su hogar, en Córdoba. Mientras, a 6.000 kilómetros de distancia, en la Guayana Francesa, desde el puerto espacial europeo Kourou, dos nuevos satélites partían a orbitar a más de 23.000 kilómetros de la Tierra. Uno de ellos respondía al nombre de Alba.

A la mañana siguiente esta niña andaluza veía en YouTube cómo su satélite homónimo era lanzado desde una nave Soyuz, siendo este y Ariana el noveno y décimo satélites de la flota del Sistema de Navegación Galileo. “Lo vi muy expectante, todos parecían muy nerviosos en ese momento”, afirma a Teknautas la estudiante del Colegio Británico de Córdoba. No es de extrañar que lo estuvieran, el programa Galileo daba un paso importante al frente.

El pasado septiembre la Agencia Espacial Europea lanzó dos nuevos satélites al espacio. Uno de ellos fue bautizado con el nombre de Alba, una joven andaluza

¿Y qué es este entramado con nombre de astrónomo italiano? Se trata del primer servicio de navegación de uso civil y no controlado por las fuerzas armadas, en el que Europa lleva trabajando dos décadas y que aspira a ser mucho más preciso que el GPS que sirve para que esa mujer te indique “en la bifurcación manténgase a la derecha”. Treinta satélites y cinco estaciones terrestres forman el sistema que si todo marcha según el plan establecido finalizará en 2020, ofreciendo ventajas como localizar en tiempo real las llamadas de emergencia y diferentes medidas en pro de la pesca, la agricultura o de la congestión en el transporte. Con Galileo operando existirá un 90% de probabilidad de que cualquier persona, en cualquier parte del planeta, pueda estar a la vista de (al menos) cuatro satélites. ¿Quién necesitará el doble 'ckeck'?

Precisamente era Galileo quien aparecía en el dibujo gracias al cual esta niña ganó compartir su nombre con un satélite. Alba, que se define a sí misma como muy creativa, pintó una nave con una cola de la que salía una estrella por cada país de la Unión Europea. En la parte inferior del dibujo Galileo observaba con un telescopio cómo el aparato despegaba dejando atrás una bola del mundo.

La Comisión Europea lanzó el Concurso de Dibujo Galileo en 2011 para dar nombre a los satélites que compondrían la constelación. Niños de toda Europa nacidos entre el año 2000 y 2002 participaron en esta iniciativa, que pretende acercar el espacio y la aeronáutica a la infancia para que los menores conozcan cómo desde la Unión Europea se impulsa el mercado continental del sector espacial. “La finalidad es que podamos competir en el escenario global y lograr grandes cosas”, afirma Elzbieta Bienkowska, la comisaria europea de Industria.

La construcción de estos satélites está en manos de la empresa OHB, en Bremen, mientras que las antenas corren a cargo de Surrey Satellite Technology Ltd., en Guildford, Reino Unido. Ambas compañías reciben a su vez suministros de todo el continente. A continuación, los satélites se trasladan a ESTEC, el centro más grande de la Agencia Espacial Europea (ESA), donde se someten a tests en los que se exponen a las condiciones por las que pasarán en el entorno del lanzamiento y el espacio: ruido, vacío intenso y temperaturas muy extremas. Cada satélite se conecta también a toda la red terrestre internacional de Galileo durante varios días sin interrupción para verificar que funciona según lo previsto.

Una vez lanzados, los diez primeros días son “cuidados” desde la ESA (en Darmstadt, Alemania) o desde la Agencia Espacial Francesa (CNES, en Toulouse), que trabajan de manera conjunta en esta misión. Después, se pasa el control del satélite a la Agencia Espacial Alemana (DLR), en Oberpfaffenhofen, a las afueras de Múnich, donde se encargarán de la supervisión rutinaria, de mimarlo día a día.

De dos a cuatro satélites a la vez

Desde Darmstadt y Toulouse ya no volverán a saber nada de estos satélites, porque en el momento en el que ceden el testigo se preparan para el siguiente lanzamiento. Galileo es un proyecto ambicioso, abarca una flota amplia de satélites y un calendario de lanzamiento estricto, cada tres meses se están enviando satélites al espacio como si se tratase del Arca de Noé, de dos en dos. A partir del próximo lanzamiento el reto aumenta, se prepararán para que sean cuatro los satélites que orbiten a la vez, algo insólito. Esto es posible porque se utilizarán los cohetes europeos Ariane 5, en vez de los rusos Soyuz como hasta ahora.

El programa tiene dos fases. En primer lugar la de validación, ya terminada, en la que se comprobó el concepto Galileo y el funcionamiento de las estaciones terrestres. La segunda fase, la operativa, que arrancó en agosto de 2014 con el lanzamiento de dos satélites para validar la órbita, supuso un sonado fracaso: ‘Doresa’ y ‘Milena’ terminaron en una órbita errónea, a unos 17.000 kilómetros de la tierra en vez de a 23.000. Aunque a día de hoy se ha conseguido que estén en una órbita operativa, aún no se ha decidido si se van a utilizar o se van a quedar en el “banquillo”. Sin embargo, desde entonces el proyecto ha ido rodado, tanto es así que el próximo 17 de diciembre los satélites 11 y 12, con nombres de niñas italiana y chipriota, Antonianna y Adriana, pondrán rumbo al espacio.

Alba, a quien le interesa el tema de la aeronáutica aunque prefiere el arte como futuro profesional, confiesa que ganar ese concurso y que haya un satélite en el espacio con su nombre ha marcado su vida. Tanto es así que en su próxima creación artística, ya en marcha, su satélite tiene un papel “protagonista”.

La noche del 10 al 11 de septiembre de 2015 Alba Navarro dormía con la tranquilidad con la que lo hace un niño de 13 años en su hogar, en Córdoba. Mientras, a 6.000 kilómetros de distancia, en la Guayana Francesa, desde el puerto espacial europeo Kourou, dos nuevos satélites partían a orbitar a más de 23.000 kilómetros de la Tierra. Uno de ellos respondía al nombre de Alba.

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