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Guiyu, la capital mundial de la basura electrónica, se envenena en plomo
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también es líder en dioxinas cancerígenas

Guiyu, la capital mundial de la basura electrónica, se envenena en plomo

En el pueblo chino de Guiyu se reciclan más aparatos electrónicos que en ninguna otra parte, lo que acarrea unos problemas de contaminación y salud enormes

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Ventanas que rebosan monitores, calles tomadas por montañas de teclados con las letras desgastadas, pilas de aquellos módems que chirriaban al conectarse, baterías que se descomponen junto a una acequia y marañas de cables que desprenden un humo negro al ser quemados para extraer de ellos el cobre. Da igual hacia dónde mire uno, en la pequeña ciudad china de Guiyu siempre hay basura electrónica a la vista.

Y es que, a pesar de los intentos de las autoridades por acotar el negocio del reciclaje no regulado, se estima que 1,6 millones de toneladas de desechos electrónicos acaban en esta localidad de la provincia suroriental de Guangdong cada año. Es un gigantesco negocio que da empleo a casi 80.000 de los 100.000 residentes y deja ingresos por valor de 3.700 millones de yuanes (unos 480 millones de euros). Guiyu es, con diferencia, el lugar del planeta en el que más aparatos se reciclan. Incluidos aquellos que se utilizan en España.

Antes, la mayoría de la basura procedía del extranjero. "Muchos países no quieren reciclar estos productos porque es una actividad contaminante y la legislación en el mundo desarrollado lo hace relativamente caro. Así que muchos envían esa basura a China, a pesar de que existen leyes internacionales que lo prohíben", explica Li, que tiene un pequeño taller especializado en retirar metales preciosos de teléfonos móviles y que prefiere no dar más datos.

Sin embargo, la coyuntura ha cambiado radicalmente desde que en 2008 estalló la crisis financiera y económica en Occidente. "Ahora, el 70% de la chatarra se produce localmente”, explica Li. El pequeño empresario emplea a tres personas que hacen todo el trabajo de forma manual, en contacto habitual con químicos nocivos para la salud. “Se gana bastante, así que trabajaré aquí unos años para ahorrar y luego volveré a mi pueblo, en la provincia de Guizhou”, asegura uno de ellos.

En Guiyu la mayoría del trabajo de reciclaje se lleva a cabo en unos 5.500 pequeños almacenes, patios, y domicilios. Hay padres que no tienen inconveniente en manipular todo tipo de componentes peligrosos con su bebé en brazos. Otros incluso emplean a sus hijos, adolescentes, durante los fines de semana. El control sorprende por su ausencia, y la presencia de periodistas es mal recibida por los residentes, que incluso amenazan con utilizar la fuerza para evitar la toma de fotografías.

Pero hay vecinos que sí quieren mostrar lo que sucede. Quienes no tienen relación con la industria denuncian la gran degradación medioambiental que provoca. Y eso es algo que salta a la vista. Por los arroyos que circunvalan la ciudad corre tinta negra burbujeante, y lo que antes eran huertas ahora son vertederos en los que se amontona todo tipo de material sin valor.

“Por un lado están quienes utilizan los aparatos para sacar repuestos y, por otro, los que simplemente los despiezan para obtener materias primas. La más valiosa de las que se encuentra en cantidad es el cobre, que cotiza a unos 50.000 yuanes por tonelada (6.500 euros). Luego el acero, el hierro, y el plástico”, explica Hui Lufeng, un residente que critica el alto costo que tiene para la población el trabajo de despiece.

No en vano, según el estudio que la Universidad de Shantou hizo en 2009, Guiyu sufre la mayor concentración de dioxinas cancerígenas del mundo y una de las tasas más altas de enfermedades respiratorias. Muy por encima de la media nacional están también los casos de problemas cutáneos, migraña, vértigo, gastritis crónica y úlcera duodenal.

En el hospital local reconocen, aunque nadie quiere revelar su identidad, que la ciudad también está a la cabeza de abortos y de nacimientos con deformaciones y enfermedades congénitas. El principal enemigo es el plomo, que se cuela en el organismo por todas las vías posibles y hace que los niños de Guiyu sufran las consecuencias: capacidad intelectual disminuida y trastornos en los sistemas nervioso y reproductivo.

HuoXia, investigadora de la facultad de Medicina, hizo pruebas a 165 jóvenes de la ciudad y los resultados demostraron que el impacto del reciclado de la basura electrónica es demoledor para su salud: un 82% superaba la concentración de plomo en sangre que se considera peligrosa por la Organización Mundial de la Salud, y la media era un 49% superior.

Huo comparó los resultados con una muestra similar en Chendian, un pueblo cercano que no participa del reciclado. Allí, sólo el 20% de los niños tenía exceso de plomo en la sangre. Además, el número de nacidos muertos en Guiyu multiplicaba por seis el de Chendian, y el porcentaje de partos prematuros era un 62% superior. Por su parte, diferentes muestras de polvo y tierra analizadas por Greenpeace aparecen también contaminadas con arsénico, antimonio, cadmio y una larga lista de metales que, a través de los alimentos, se introducen en el organismo de los habitantes de Guiyu.

La corrupción incrementa el problema

Conscientes del peligro, las autoridades locales han tratado en varias ocasiones de clausurar los negocios que operan en peores condiciones. “Pero cierran uno y abre otro. Además, los dueños sobornan a la Policía para que haga la vista gorda, y amedrentan a los vecinos para que estén callados. El negocio es demasiado grande”, afirma Hui, que critica el nuevo estilo de vida que lleva a esta situación.

“Antes los aparatos que llegaban eran mucho más viejos. Había televisores de hacía más de veinte años. Ahora, cada vez nos llega tecnología más moderna, que incluso funciona correctamente pero que se tira porque la gente prefiere cosas más modernas. Pasa mucho con las teles de culo, y con los móviles” reconoce Han, un joven transportista que lleva chatarra del puerto a Guiyu en un viejo camión azul. “Y luego está la obsolescencia programada, claro, que hace que aparatos como los reproductores de DVD duren dos días”, añade Li.

Desafortunadamente, no parece que la situación vaya a mejorar. Porque, si bien la cantidad de basura electrónica que producen países como Estados Unidos se ha estabilizado y, gracias al aumento de su reciclado en origen, se ha reducido su impacto nocivo, en China se da el caso contrario y aumenta sin cesar. De hecho, se ha multiplicado en el último lustro y podría superar a la superpotencia americana en 2017. Sin duda, en Guiyu se frotan las manos, aunque a muchos les espere una vida breve.

Ventanas que rebosan monitores, calles tomadas por montañas de teclados con las letras desgastadas, pilas de aquellos módems que chirriaban al conectarse, baterías que se descomponen junto a una acequia y marañas de cables que desprenden un humo negro al ser quemados para extraer de ellos el cobre. Da igual hacia dónde mire uno, en la pequeña ciudad china de Guiyu siempre hay basura electrónica a la vista.

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