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El calvario de Microsoft
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El calvario de Microsoft

48 días. Esto es lo que ha durado la ambiciosa aventura de Microsoft de lanzar una nueva familia de móviles: los Kin, han muerto. Descansen en

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El calvario de Microsoft

48 días. Esto es lo que ha durado la ambiciosa aventura de Microsoft de lanzar una nueva familia de móviles: los Kin, han muerto. Descansen en paz. Esta nueva saga fue presentada a bombo y platillo por los de Redmond como un producto revolucionario que pronto sería habitual entre los más jóvenes. Los Kin de Microsoft pretendían recoger parte del éxito de los Sidekick, un terminal con una gran popularidad entre los adolescentes en Estados Unidos, y que radicaba su éxito en la exitosa combinación de teclado más pantalla, ideal para aquellos que gustan dejarse las falanges a golpe de SMS y correos electrónicos. Kin añadía a este mix el factor social: los nuevos equipos contarían con una obligada integración en las redes sociales, de forma que sus usuarios pudieran actualizar sus cuentas en Facebook y Twitter sobre la marcha.

Súbita cancelación

El proyecto sonó confuso desde su origen. Los nuevos terminales no iban a aprovechar el nuevo sistema operativo móvil de la compañía, Windows Phone 7, sino que iban a disfrutar por libre de un sistema operativo propio sobre el que, a mayor desgracia, no podían instalarse aplicaciones. Esta carencia no era baladí. El éxito de las plataformas actuales radica en gran medida en la profusión de aplicaciones y en que sea el propio usuario quien configure su dispositivo instalando las aplicaciones que considere oportunas. Microsoft renunció a este activo y se lanzó a la aventura intentando captar su cuota en un mercado bien surtido de otras interesantes opciones.

El fracaso ha sido demoledor. Se rumorea que apenas se han vendido 500 unidades, una cifra ridícula si consideramos quién está detrás y la dimensión del mercado al que se dirige. No ha habido tiempo para maniobras, y Steve Ballmer ha dado la orden de cancelar el proyecto de forma totalmente prematura, echando por tierra su anunciada expansión por Europa.

No es nada habitual que una empresa de las dimensiones de Microsoft dé marcha atrás en uno de sus proyectos estrella. Así lo afirma Charles S. Golvin, de Forrester Research, quien destaca que los de Washington suelen defender sus productos durante varios años aunque el éxito no llegue a corto plazo, con la esperanza de que se consoliden con el paso del tiempo. Un buen ejemplo de esta política lo encontramos con el reproductor Zune, llamado a competir con el iPod y que poco a poco va arañando cuota de mercado, aunque cuenta con una cifra exigua en un sector dominado de forma insultante por el reproductor de Apple.

Annus horribilis

En cualquier caso, llueve sobre mojado en la sede de Microsoft. Ballmer suma con este otro sonoro fracaso en un año en el que ya tuvo que matar antes de que viera la luz el Courier, un apasionante proyecto que pretendía comercializar antes que el propio iPad, un tablet en el mercado cuyo prototipo encandiló a los expertos. Esta nueva tacha se suma al expediente de un cuestionado Ballmer. GigaOM abrió la caja de los truenos preguntándose si el atípico líder era el adecuado para dirigir una compañía de las características y dimensiones de Microsoft. El dirigente cuenta en su haber con vaticinios que pesan como losas en sus espaldas: "El iPhone no tiene ninguna opción en el mercado", declaró en su lanzamiento a USA Today.

Es precisamente la pérdida de opciones en el boyante mercado de la telefonía móvil el que más está doliendo entre los de Redmond. Su última versión, Windows Phone 7, todavía no ha visto la luz y en cualquier caso, llegaría tarde en un mercado en el que se tendrá que batir el cobre con Androids, iPhones y BlackBerrys. Annus horribilis donde los haya.

48 días. Esto es lo que ha durado la ambiciosa aventura de Microsoft de lanzar una nueva familia de móviles: los Kin, han muerto. Descansen en paz. Esta nueva saga fue presentada a bombo y platillo por los de Redmond como un producto revolucionario que pronto sería habitual entre los más jóvenes. Los Kin de Microsoft pretendían recoger parte del éxito de los Sidekick, un terminal con una gran popularidad entre los adolescentes en Estados Unidos, y que radicaba su éxito en la exitosa combinación de teclado más pantalla, ideal para aquellos que gustan dejarse las falanges a golpe de SMS y correos electrónicos. Kin añadía a este mix el factor social: los nuevos equipos contarían con una obligada integración en las redes sociales, de forma que sus usuarios pudieran actualizar sus cuentas en Facebook y Twitter sobre la marcha.

Súbita cancelación

El proyecto sonó confuso desde su origen. Los nuevos terminales no iban a aprovechar el nuevo sistema operativo móvil de la compañía, Windows Phone 7, sino que iban a disfrutar por libre de un sistema operativo propio sobre el que, a mayor desgracia, no podían instalarse aplicaciones. Esta carencia no era baladí. El éxito de las plataformas actuales radica en gran medida en la profusión de aplicaciones y en que sea el propio usuario quien configure su dispositivo instalando las aplicaciones que considere oportunas. Microsoft renunció a este activo y se lanzó a la aventura intentando captar su cuota en un mercado bien surtido de otras interesantes opciones.

Microsoft Steve Ballmer