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Dos meses desaparecidos y un padre sospechoso que no se derrumba
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EL PROGENITOR, JOSÉ BRETÓN, EN PRISIÓN DESDE EL 21 DE OCTUBRE

Dos meses desaparecidos y un padre sospechoso que no se derrumba

La desaparición de los niños Ruth, de seis años, y José, de dos, en Córdoba, de la que mañana, día 8, se cumplirán dos meses, ha

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Dos meses desaparecidos y un padre sospechoso que no se derrumba

La desaparición de los niños Ruth, de seis años, y José, de dos, en Córdoba, de la que mañana, día 8, se cumplirán dos meses, ha dado paso a un ambiente de acusación velada y general contra el padre, José Bretón, en prisión incomunicada desde el día 21 de octubre. El rastreo de los lugares que frecuentó, sobre todo de la finca Las Quemadillas, propiedad de los abuelos paternos de los desaparecidos, no ha dado resultado alguno. Y a estas alturas, la angustia general se enfrenta a una serie de pistas que se apoyan en supuestas declaraciones de Bretón a miembros del cuerpo policial, y en informes siquiátricos que le presentan con un perfil susceptible de haber podido ser el autor de lo que todo el mundo teme.

José Bretón, ex militar, con un pasado marcado por su estancia en la guerra de Bosnia sobre lo que siempre guardó un espeso silencio; autor de un supuesto intento de suicidio hace catorce años por un desengaño amoroso; en paro; en proceso de separación de la madre de sus dos hijos, Ruth Ortiz; de quien los vecinos que le han tratado sólo pueden decir que es un hombre correcto, educado e introvertido; de quien la familia materna no cree que sea capaz de hacer daños a sus hijos, se ha convertido en el oscuro objeto de sospechas para miles de personas en las que el tiempo va sembrando la desesperanza de volver a ver con vida a Ruth y José y la necesidad de buscar a un culpable.

Inquilino de la prisión provincial, José Bretón, asistido por dos presos de confianza para evitar un posible suicidio, ha tenido tiempo de modificar su perfil público a medida que se han desarrollado los acontecimientos para adaptarlo al territorio de la autodefensa. El último de sus gestos ha sido recabar la complicidad de un capellán de la cárcel, el padre Vicente, de quien recibió la primera comunión en su infancia en Córdoba, para anunciar una huelga de hambre y denunciar la situación a la que está sometido: se le despierta cada dos horas, se le impide tener contacto con la realidad exterior e, incluso, como asegura su abogado, José María Sánchez de Puerta, se le han retirado de la celda las fotos de sus hijos.

El perfil del reo

El poder de convicción de Bretón, a quien los informes psiquiátricos definen como frío, calculador, metódico y obsesionado por el orden, deben de ser elevados porque el religioso trinitario que le asistió parecía afectado por la tristeza que embargaba al padre de los niños desaparecidos.

La causa del encarcelamiento de Bretón se decidió en una reunión de cinco fiscales, presididos por el fiscal jefe de la Audiencia de Córdoba, José Antonio Martín Caro, que pidieron su ingreso en prisión por un presunto delito de detención ilegal cualificada por desaparición de menores y denuncia falsa. Sin embargo, contra este ex militar que concita miles de miradas obran indicios, pistas, la evidencia de que falseó algunas declaraciones, afirmaciones ante algunos policías sobre su “secreto”, y una serie de informes siquiátricos que le dibujan como una persona capaz de ejercer un autocontrol sobre el que resultaría difícil penetrar para descubrir la verdad.

Falsedades y rastreos

La primera falsedad que se le imputa a Bretón es haber declarado que estaba con los niños en el Parque Cruz Conde, el día de la desaparición, adonde había llegado desde la finca Las Quemadillas de los abuelos paternos. La investigación policial demuestra que en ese trayecto no le acompañaron los niños. De ahí la persistente búsqueda de los menores en la finca, en los contenedores de la zona industrial adyacente y en las alcantarillas y desagües.

La investigación policial ha desvelado, asimismo, que la llamada de móvil que Bretón le hizo a la Policía dando cuenta de la desaparición de los pequeños no se realizó desde el Parque, como dijo, sino desde Las Quemadillas. A partir de aquí se suceden una serie de pistas, como la compra de medicamentos para provocar el sueño, y una sarta de rumores que desvanece el tiempo.

A todo ello hay que añadir supuestas declaraciones de Bretón a miembros de la policía, en las que en algún caso asegura que el paradero de sus hijos “es mi secreto”, o la de unos supuestos testigos que pueden asegurar que días antes de la desaparición y en pleno trance de separación de su esposa, amenazase que “aquí va a pasar algo gordo”.

La reciente decisión del juez instructor, José Luis Rodríguez Lainz, de mantener a Bretón en prisión preventiva obedece a estos últimos testimonios y al contenido de los informes psiquiátricos que se le han practicado. Sin embargo, es precisamente el comportamiento sicológico de Bretón lo que más parece haber cambiado durante su mes y medio de estancia en la cárcel. El padre de los niños desaparecidos parece haber pasado de un estado de boxeador sonado cuando cruzó las rejas a adoptar síntomas de rebeldía contra el trato que se le dispensa, los presos de confianza que le acompañan, su esposa y demás familia materna.

La madre, un perfil distinto a casos similares

En este escenario, la figura de la madre, Ruth Ortiz, ha roto todos los esquemas en este tipo de casos. Apoyada en la figura de una portavoz de la familia, Ruth se ha alejado de los focos, no ha asistido a concentraciones, sólo se ha dejado ver al ir a sus comparecencias judiciales, su única declaración grabada ha sido para agradecer el apoyo popular, se ha presentado como acusación particular pero no se le ha escuchado una imputación en firme contra su marido. Es posiblemente un caso único frente a situaciones como las que rodearon las desapariciones de Marta del Castillo, en Sevilla, la pequeña Mari Luz en Huelva, u otras muchas que se han producido en cualquier lugar del mapa.

Y mientras miles de personas siguen concentrándose periódicamente en Córdoba, Huelva y otros lugares pidiendo que los niños aparezcan, nadie se pregunta ya por qué la Policía no ha abundado en otras hipótesis, como la posibilidad de que los niños hayan sido víctimas de desalmados ajenos a la familia. Aquella afirmación de que “todas las hipótesis están abiertas”, con que las autoridades cerraban sus declaraciones al comienzo del caso han dado paso al objetivo único, el ex militar que pasea por la celda de la prisión provincial de Córdoba preguntando si alguien sabe algo de sus hijos.

La desaparición de los niños Ruth, de seis años, y José, de dos, en Córdoba, de la que mañana, día 8, se cumplirán dos meses, ha dado paso a un ambiente de acusación velada y general contra el padre, José Bretón, en prisión incomunicada desde el día 21 de octubre. El rastreo de los lugares que frecuentó, sobre todo de la finca Las Quemadillas, propiedad de los abuelos paternos de los desaparecidos, no ha dado resultado alguno. Y a estas alturas, la angustia general se enfrenta a una serie de pistas que se apoyan en supuestas declaraciones de Bretón a miembros del cuerpo policial, y en informes siquiátricos que le presentan con un perfil susceptible de haber podido ser el autor de lo que todo el mundo teme.