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¿Por qué voy yo a pagar los gastos de viajeros que van a lugares de riesgo como Afganistán?
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Empatía hacia la víctima

¿Por qué voy yo a pagar los gastos de viajeros que van a lugares de riesgo como Afganistán?

El problema es que los medios no publicamos noticias que dicen que hoy unos cuantos miles de personas se cruzaron Irak, México, Honduras, Venezuela, El Congo, Sudáfrica… y no pasó nada

Foto: Los talibán hacer guardia en una carretera mientras la gente se prepara para la oración de Eid al-Fitr, en Kabul. (EFE/EPA/Samiullah Popal)
Los talibán hacer guardia en una carretera mientras la gente se prepara para la oración de Eid al-Fitr, en Kabul. (EFE/EPA/Samiullah Popal)

No disparen al pianista. Mucho menos disparen al pianista cuando ya está muerto. No se ensañen. No señalen como atenuante que la falda era muy corta. No descerrajen sus ‘a quién se le ocurre’. No aleccionen desde los sofás de sus casas, con sus teléfonos en la mano, sobre un mundo que desconocen. No descarguen odio ante un drama. No sean malas personas, si pueden evitar serlo.

Mataron a tres españoles en Afganistán. Tirotearon a un grupo de extranjeros que visitaba el lugar. Llanto, estupor, drama... y un desagradable debate que se abre después. Porque en el siglo XXI para algunos es inevitable diseccionar hasta el dolor ajeno.

¿Por qué ir a sitios como Afganistán?

Por deseo, por interés, por entretenimiento... El mapamundi está lleno de lugares a los que ir supone asumir algún riesgo. Afganistán no era ahora a priori de los que parecían peores. Hace poco hablaba justamente con un amigo que vive en Pakistán sobre esto. "Conozco varias personas que han ido recientemente y es el momento más seguro. Los talibanes controlan el país y hay menos riesgo", me decía. Conozco dos personas que fueron a Afganistán en 2023. Hablé ayer con ellos. Conocían a alguna de las víctimas, a la agencia que organizaba el viaje. Estaban desolados. Me dijeron que eran personas magníficas. No querían comentar como fue su experiencia viajando por el país por respeto a las fallecidas, por miedo a la jauría dispuesta siempre a ajusticiar al resto.

El que va a Afganistán, a Honduras, o a El Congo, ya ha viajado por mucho mundo. Le encanta viajar, algunos hasta les encanta contar en sus blogs sus viajes, por las razones que sean, y eso no les hace culpables de nada que no sea de atreverse a ir a algunos sitios con mayores riesgos a disfrutar, a saciar su curiosidad.

Esto ha pasado siempre. La historia del hombre está llena de exploradores que se jugaban el pellejo por llegar al Polo Sur, por descubrir las Fuentes del Nilo, por hollar picos que no había pisado nadie. Hoy, simples turistas, con sus mochilas y botas de gran almacén, han recorrido mucho más mundo que todos esos grandes exploradores. El deseo es parecido, pero hoy es más fácil hacerlo.

¿A qué países podemos viajar sin riesgo?

Si ustedes abren la lista de países que los Gobiernos alertan de que es un riesgo ir, el mundo es muy pequeño. Los índices de violencia de casi toda América Latina la hacen muy desaconsejable. En EEUU, terrible lo de Nueva Orleans, Chicago, Saint Louis y Baltimore. ¿Y Nueva York? Por redes circulan imágenes del Metro con sus vagabundos locos y sus yonquis pasando el mono. Y además hay recurrentemente tiroteos por todos lados. Cuidado, que encima como les pase algo los hospitales son muy caros.

África, ¿qué decir? En el norte extremismo religioso y en el sur violencia. Y por todos lados enfermedades, mosquitos asesinos, virus, elefantes y leones, agua en mal estado, carreteras sin asfalto. Tachen, tachen.

En Asia, de antemano, todo Oriente Próximo y Medio, fuera. Quizá se puede ir a Qatar y Emiratos Árabes, el resto a evitar. Y encima son extremistas, y hay guerras, ¿por qué quieren dejarse allí el dinero?

Foto: Un edificio en Kandahar, la segunda ciudad de Afganistán. (Untamed borders)

Las exrepúblicas soviéticas viven ahora un periodo revuelto. Cuidado con todas. ¿India? Hace poco la noticia de una pareja de moteros españoles tuvo algunos comentarios parecidos a los de Afganistán ahora. La violaron a ella, le pegaron una paliza a él. Culpables por elegir ir a tierras de bárbaros.

¿Australia? Tiburones, cocodrilos, arañas y medusas. Si se meten ustedes en el agua, asuman las consecuencias. No esperan condolencias, la culpa es suya de irse a bañar a esos sitios raros con lo tranquila que es la playa de confianza del Mediterráneo donde el mayor riesgo es quemarse por no ponerse protección.

¿Es España un sitio seguro?

En 2012, me reuní con una periodista egipcia que vivía en España para un proyecto de una web de viajes. Hablando con ella, me contó que ella quiso venir ya joven a hacer la universidad en Madrid, pero sus padres no la dejaron. Los padres veían en la televisión los atentados de ETA, las bombas, y pensaban que España era un sitio extremadamente peligroso. Me llamó la atención porque yo, que alguna vez los cristales de mi casa de Madrid temblaron por una explosión provocada por los terroristas, nunca me sentí mínimamente en riesgo. Nunca escuché a nadie que le dijeron que tuviera cuidado al salir ahí fuera, ni nadie pensaba que se jugaba la vida al hacerlo. Pero en Egipto, España salía poco en la televisión, y cuando lo hacía la gente veía vehículos en llamas y muertos. Un lugar a evitar.

¿Leen ustedes muchas noticias de Sudáfrica, Guatemala, Mozambique, Pakistán…? Generalmente, ¿cuando leen algo en grande, destacado, es una noticia de un suceso?

¿Por qué yo voy a pagar los gastos de esos viajeros?

Ese debate es interesante. El viajero debe viajar con un seguro de viaje que cubra sus gastos. En determinados lugares debería ser obligatorio. Si no lo hace, debe asumir las consecuencias. Nadie les obliga a ir a un país a 10.000 kilómetros de distancia a pasar sus vacaciones lejos. Viajar no es un derecho, es una opción personal y cada viajero debe responsabilizarse de ello.

Todas las embajadas del mundo podrían hacer completos relatos de personas que viajan sin dinero, sin seguro, que están ilegales, y que cuando les ocurre algo llaman a su representación diplomática a que les saquen del apuro. Hay incluso profesionales de esto que van saltando de país en país, se meten en problemas legales o tienen accidentes, y son repatriados a coste del contribuyente. El país de acogida le exige al país de origen que se haga cargo de su connacional. Su familia dice que no se hace cargo, o que carece del dinero, en ocasiones no cogen ni el teléfono o hasta manifiestan que por ellos puede morirse allí lejos. Él llama a un periódico, o dice en redes que le han abandonado, y la gente se moviliza. Conozco algún caso que acumula varios países a sus espaldas con los gastos de vuelta pagados siempre. ¿Qué hacer en este caso?

Foto: Puesto de seguridad a la entrada de la carretera que conduce a las ruinas de una estatua de Buda de 1.500 años de antigüedad en Bamiyán, Afganistán. (EFE/Stringer)

Pero ese es un caso extremo, porque hay mucha gente que viaja con seguro a lugares complicados o no, y les ocurre un accidente o un ataque violento de algún malnacido, que necesita una ayuda extra por falta de equipos médicos, de infraestructuras…

Hay quien cree que aun así es su problema, que él decidió trepar esa montaña o meterse en esa barriada, y, por tanto, debe asumir sus consecuencias. Ese argumento, el de la responsabilidad del individuo, ¿vale solo para el turista que se va a sitios exóticos o de riesgo? ¿Si el disparo lo recibe en un atentado terrorista en medio de una sala de conciertos de París o una calle de Boston sí se le debe ayudar? ¿El que da positivo de alcoholemia y tiene un accidente de coche debe ser tratado en un hospital público? ¿El drogadicto que enferma por sus adicciones? ¿El obeso que devoraba comida basura y le ha provocado enfermedades? ¿El suicida que falló? ¿El tipo que sabía que tenía alguna insuficiencia cardiaca y salía a hacer deporte? ¿El que salió con su barca un día que anunciaban tormenta? ¿El que iba con más velocidad de la permitida con la moto y sin casco? ¿El que un día que el asfalto estaba helado no llevaba cadenas? ¿El bañista que con bandera roja se metió en el agua?...

El Estado español, y su universal seguridad social, trata a todas esas personas. No las juzga, no las hace responsables, las cura. ¿Si se está de viaje es distinto?

¿Son riesgos reales las alertas de los Gobiernos?

Si la pregunta es si es más peligroso viajar en coche que en avión, es estadísticamente más peligroso lo primero. Si la pregunta es si es más peligroso viajar a Zurich o a Ciudad del Cabo, es más peligroso lo segundo. Deben tener allí más precauciones, sin duda.

Pero ahí entran los matices que no cuentan las frías cifras ni explican en sus recomendaciones de viaje las embajadas. Las altas cifras de criminalidad en Ciudad del Cabo se producen en las barriadas. Localidades como Khayelitsha, Guguletu o Langa en las que viven hacinadas cientos de miles de personas y donde los homicidios son más frecuentes. Y luego hay otra ciudad, pegada a esas, pero distinta, en la que eso no ocurre u ocurre con poca frecuencia. El viajero internacional que va a disfrutar de la bellísima ciudad sudafricana, se aloja en Green Point, Sea Point, Waterfront, Camps Bay… y ahí hay otra realidad con otras cifras.

Algunos de ustedes no van a esos lugares, y está perfecto, y otros sí lo hacen y deciden asumir algo más de riesgo por satisfacer su curiosidad o deseo. Muere poquísima gente viajando por el mundo. El problema es que los medios no publicamos noticias que dicen que hoy unos cuantos miles de personas se cruzaron Irak, México, Honduras, Venezuela, El Congo, Sudáfrica… y no les pasó nada. El lector solo lee el suceso y el mundo lo entiende con un montón de cruces que va colocando en su cabeza de sitios a evitar. Respetable y cauta decisión, pero hay otros muchos que no, que tienen el arrojo de ir a esos sitios y se les cruzan unos asesinos, o una tempestad, o se les rompe una cuerda… No son culpables de nada, son víctimas, que deben asumir que al tirarse en un paracaídas si no se abre la cuerda no se cuenta.

Vivir es también morir. Empatía hacia la víctima. Y silencio.

No disparen al pianista. Mucho menos disparen al pianista cuando ya está muerto. No se ensañen. No señalen como atenuante que la falda era muy corta. No descerrajen sus ‘a quién se le ocurre’. No aleccionen desde los sofás de sus casas, con sus teléfonos en la mano, sobre un mundo que desconocen. No descarguen odio ante un drama. No sean malas personas, si pueden evitar serlo.

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