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Muere en prisión de manera repentina Alexéi Navalni, el rostro de la oposición rusa
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Muere en prisión de manera repentina Alexéi Navalni, el rostro de la oposición rusa

Este viernes, según el comunicado del centro penitenciario, Navalni "se sintió mal después de una caminata y casi de inmediato perdió el conocimiento", para finalmente fallecer

Foto: El líder opositor ruso Alexei Navalni durante una manifestación en Moscú en 2017. (Getty/Anadolu/Evgeny Feldman)
El líder opositor ruso Alexei Navalni durante una manifestación en Moscú en 2017. (Getty/Anadolu/Evgeny Feldman)

El más reconocido líder opositor ruso, Alexéi Navalni, habría muerto este viernes de manera repentina en la prisión ártica a la que había sido trasladado desde diciembre pasado, según informaron los servicios penitenciarios de Rusia.

"Se le practicaron los necesarios procedimientos de reanimación, que no dieron ningún resultado. Los médicos de urgencias constataron la muerte del condenado. Se están estableciendo las causas del fallecimiento", señala el comunicado oficial sobre el deceso de Navalni, de 47 años, encarcelado desde hacía más de un millar de días.

El opositor ruso regresó a Rusia en 2021, tras sobrevivir a duras penas a un envenenamiento con Novichok cuando volaba en una ruta Tomsk-Moscú después de un mitin para promover la participación en los comicios regionales de 2020. Navalni viajó a Alemania para tratarse el envenenamiento, y tras su regreso a Rusia fue juzgado y finalmente condenado a varios años de prisión por ese viaje fuera del país, que violaría los términos de su libertad condicional por condenas anteriores. Pese a las limitaciones del confinamiento, desde la cárcel llamó a protestas disidentes contra el presidente ruso, Vladímir Putin. A finales de diciembre, fue trasladado (tras unos días desaparecido y sin contacto con el exterior) a una cárcel remota en el Ártico, en lo que sus abogados aseguraron que podía ser un preludio para su desaparición o muerte.

Foto: El opositor ruso Alekséi Navalni. (EFE)

Según había denunciado su círculo cercano, Navalni llevaba semanas arrastrando un severo dolor de estómago, que podría ser "un veneno de acción retardada". Este viernes, según el comunicado del centro penitenciario, Navalni "se sintió mal después de una caminata y casi de inmediato perdió el conocimiento", para finalmente fallecer.

"No tenemos razones para creer en la propaganda del Estado. Si esto es verdad, entonces no, Navalni no murió, sino 'Putin mató a Navalni' y solo así. No confío en ellos ni un céntimo", ha dicho Leónid Volkov, quien fue jefe de campaña de Alexéi Navalni para las elecciones presidenciales de Rusia de 2018, poco después de conocer la noticia.

El dedo en el ojo de la corrupción del sistema

Navalni había personificado desde hace años la principal figura de la oposición a Vladímir Putin en un escenario político donde el riesgo para el actual mandatario nunca fue directo. "Navalni es, de muchas maneras, un símbolo de la sociedad civil rusa y, además, una fuente constante de revelaciones sobre la corrupción de la élite", describía Mark Galeotti, autor de En las sombras de Moscú, blog de análisis sobre crimen y seguridad en Rusia, y director de la consultora Mayak Intelligence. "No [suponía] una amenaza directa para el control de Putin sobre el país, pero sí una amenaza indirecta: la corrupción es la mayor debilidad del régimen, el tema que une a todos los rusos. Desde los nuevos ricos en Moscú a los obreros de las provincias, todos han tenido experiencias con la corrupción. Navalni está[ba] intentando construir un movimiento político sobre estos pilares".

Navalni era, de largo, la figura opositora más popular en Rusia, pero su encarcelamiento le inhabilitaba para participar a las elecciones de este marzo, controladas en cualquier caso por Vladímir Putin.

placeholder Navalni en una pantalla atiende una vista judicial desde la cárcel en 2022. (EFE/Yuri Kochetkov)
Navalni en una pantalla atiende una vista judicial desde la cárcel en 2022. (EFE/Yuri Kochetkov)

Se hizo reconocido entre la opinión pública durante las elecciones legislativas de 2011 con unas publicaciones virales en su blog, donde denunciaba la corrupción en las élites cercanas a Putin, los chanchullos electorales y animaba a una nueva generación de jóvenes rusos desencantados con el statu quo. Carismático y elocuente, supo traducir los millones que le siguen en sus redes sociales a millones marchando en las calles.

No siempre fue así. Ingresó en el equipo legal de Yabloko, el partido liberal más prominente del momento, cuando Putin llegó al poder en 1999. Con la popularidad del mandatario en auge y Yabloko en sus estertores, fue expulsado en 2007 por un discurso ultranacionalista en el que llegó a comparar a los rusos musulmanes del norte con “cucarachas”. Durante varios años, asistió y fue orador de la Marcha Rusa, una manifestación antiputinista altavoz de figuras de la extrema derecha rusa.

Poco a poco, fue moderando su discurso ideológico (en Ucrania nunca ha sido querido: se ha mostrado a favor de la ocupación de Crimea y de la superioridad de la etnia rusa frente a otras del país) y centrándose en la corrupción, lo que lo llevó a pasar más de una docena de veces por la cárcel (la última en 2019, antes de volver a ser encarcelado en 2021 por una violación de la libertad condicional de una condena anterior). En 2013, fue candidato a la Alcaldía de Moscú, donde obtuvo un 27% de los votos y nunca reconoció la derrota. En 2018, trató de verse las caras en las urnas con Putin, pero se le prohibió presentar su candidatura por haber sido condenado a cinco años de prisión —en suspenso— por una supuesta estafa en 2009.

En 2020, el opositor cayó enfermo por lo que más tarde los médicos alemanes que lo trataban declararon envenenamiento por Novichok, una sustancia no ajena a los servicios secretos rusos y ya utilizada para otros envenenamientos de alto perfil. “El veneno tiene una doble virtud para el Kremlin por la 'negación inverosímil': el régimen puede negar cualquier responsabilidad, pero sabiendo que nadie le creerá. Como resultado, envía una aterradora advertencia a todos los que puedan estar pensando en desafiar al sistema”, explicaba Galeotti.

Y ahora, ¿qué?

Precisamente esa "negación inverosímil", unido a que muy seguramente no se permitirá una investigación externa sobre su muerte, es la zona gris en la que le gusta moverse al Kremlin de Putin. Aunque para muchos haya pocas dudas de su mano en el repentino deceso de Navalni, al igual que en anteriores casos, se negará.

Al Kremlin no le interesa que la situación se aclare al tiempo que se libra de uno de los pocos rostros que sí eran todavía reconocidos. Especialmente en un momento en el que Putin se apoya en que los rusos no vean opciones claras de alternativa política. Occidente, por supuesto, todavía no sabe cómo responder a estos desmanes, más allá de las quejas y lamentos públicos.

El más reconocido líder opositor ruso, Alexéi Navalni, habría muerto este viernes de manera repentina en la prisión ártica a la que había sido trasladado desde diciembre pasado, según informaron los servicios penitenciarios de Rusia.

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