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EEUU, en manos de los 'millennials': cómo la demografía va a cambiarlo todo (o nada)
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Una ilusión en tonos claroscuros

EEUU, en manos de los 'millennials': cómo la demografía va a cambiarlo todo (o nada)

Tras la generación del 'baby boom', los 'millennials' son los siguientes en la cola generacional. ¿Pueden las nuevas generaciones cambiar el transcurso de la democracia?

Foto: El mexicano Santiago Mayer, fundador de Voters of tomorrow. (EFE/Octavio Guzmán)
El mexicano Santiago Mayer, fundador de Voters of tomorrow. (EFE/Octavio Guzmán)

De mitología también se vive. Al menos en política. Desde hace ya muchos años, el Partido Demócrata acaricia la idea de ganar una ventaja electoral incontestable en Estados Unidos gracias a la mera inercia demográfica. A medida que los viejos y blancos miembros de la Generación del baby boom van haciendo hueco a los jóvenes, progresistas y multirraciales votantes milenial y Z, dice el mantra, los demócratas engordarán sus filas hasta dominar el paisaje político estadounidense. Una ilusión que se deshace en tonos claroscuros si miramos a los datos.

Para empezar, las esperanzas demócratas están sostenidas en argumentos. Un argumento es que solo el 55% de los millennials y cerca de la mitad de los miembros de la generación Z son de raza blanca, frente al 70% de los baby boomers. Dado que el Partido Demócrata ha hecho de la diversidad una de sus banderas, y todas las minorías étnicas del país lo favorecen, aunque con distintos márgenes, en las urnas, ¿por qué no pensar que, una vez millennials y zetas sean mayoría, el blanco, rural y talludito Partido Republicano será arrinconado por el peso de la historia?

Foto: Carlos Slim lee el libro "How to make America great again" de Donald Trump durante una rueda de prensa en Ciudad de México, el 27 de enero de 2017. (Reuters)

Otro factor es la religiosidad. Según un sondeo de Pew Research Center, la creencia en Dios es casi 20 puntos mayores entre los republicanos que entre los demócratas. Si examinamos cada rama cristiana por separado, vemos que hay el doble de evangélicos republicanos que demócratas y más del triple de mormones republicanos. Entre los protestantes troncales (mainline), que representan el grupo mayoritario del país, los republicanos ganan a los demócratas por una diferencia de cuatro puntos.

Dado que la proporción de personas que no pertenecen a ninguna religión organizada es más del doble entre los menores de 49 que entre los mayores de 65, según otras encuestas, los demócratas pueden percibir ahí otra ventaja. Y en el hecho de que los jóvenes también son más abiertos en cuestiones relativas a los derechos de las minorías sexuales. En otras palabras: los elementos de una lenta, pero inexorable, crecida demócrata, quedarían a la vista. La izquierda simplemente estaría más naturalmente alineada con las señales del porvenir.

Pero luego aparecen datos nuevos que nos recuerdan otro de los grandes adagios de la política: el hecho de que, a medida que una persona se hace mayor, se carga de responsabilidades, aprende a renunciar a sus sueños, se arruga, encanece y suma algunos kilos, tiende a reemplazar la efervescente originalidad de los postulados progresistas por un talante más domesticado, más conservador. En línea con la progresiva realización de que somos animales defectuosos y necesitados de orden.

"Hace 15 años, una nueva generación de votantes propulsó a Barack Obama a una victoria decisiva que auguraba una nueva era de dominio demócrata", escribe en The New York Times el estadístico Nate Cohn. "15 años más tarde, esos votantes jóvenes ya no lo son tanto. Ni tampoco son tan demócratas".

En concreto, el margen de victoria con el que ganó Obama entre los votantes que, en 2008, tenían menos de 29 años, se ha recortado a la mitad con Joe Biden entre esos mismos electores, 12 años más viejos. "Durante la última década", añade Cohn, "casi cada grupo de votantes menores de 50 se ha escorado a la derecha, basándonos en el análisis de miles de cuestionarios archivados en el Roper Center". Como consecuencia, la antaño insalvable ventaja demócrata ha ido reduciéndose hasta los 5-10 puntos, y puede que siga achicándose más en las futuras citas electorales.

Foto: Turistas caminan en una playa. (EFE/Archivo/Made Nagi)

Otro reciente encuesta de Catalist, una agencia sociológica ligada al Partido Demócrata y dirigida por el antiguo director político de la federación sindical AFL-CIO, observa importantes matices en función de cada Estado. Los votantes de la generación Z se deciden claramente a favor de los demócratas en los estados de mayoría demócrata y en los estados llamados "púrpuras", donde hay un equilibrio político. En los estados republicanos; sin embargo, y para sorpresa del encuestador, los adolescentes y veinteañeros están votando más a los conservadores.

"La fuerte inclinación demócrata de esta generación en los estados azules y púrpuras puede crear crecientes desafíos para los republicanos que traten de amasar los 270 votos electorales necesarios para ganar la Casa Blanca", escribe Ronald Brownstein en The Atlantic, que ha tenido acceso al estudio de Catalist. "Pero la proclividad republicana de los votantes jóvenes en los estados rojos [republicanos] podría frustrar a los demócratas que traten de aflojar el control republicano en estos sitios".

Foto: Ilustración: EC Diseño.

Cualquiera de estos estudios, sin embargo, ha de ser tomado con cautela, ya que muchos otros factores se pueden mezclar en la evolución de las actitudes políticas. Un elemento influyente, por ejemplo, es la era política en la que uno se cría cuando es joven. Muchos de los que estadounidenses que se hicieron mayores de edad durante la presidencia de Franklin D. Roosevelt tuvieron tendencia a mantenerse fieles al Partido Demócrata para el resto de sus vidas. Algo parecido sucedió con las carismáticas presidencias de los republicanos Dwight Eisenhower y Ronald Reagan. El tiempo dirá si los millennials, pese a los cambios, conservan una tendencia demócrata forjada en los tiempos del primer presidente afroamericano de la historia.

Un estudio del think tank demócrata Center for American Progress dice que la generación Z solo representó un 2% de los votantes en las elecciones de 2016, luego pasaron a un 7,5% en las de 2020 y pueden llegar a un 13% el año que viene. Si las predicciones demográficas se cumplen, las generaciones millennial y Z sumarán el 37% del electorado en 2024. La misma proporción que los baby boomers y los miembros de la generación Silenciosa (como, por ejemplo, Joe Biden). A partir de 2024, el paso del tiempo inclinaría la balanza a favor de las dos primeras. Y nuevas generaciones se irían sumando a este cambiante y polifacético panorama político.

De mitología también se vive. Al menos en política. Desde hace ya muchos años, el Partido Demócrata acaricia la idea de ganar una ventaja electoral incontestable en Estados Unidos gracias a la mera inercia demográfica. A medida que los viejos y blancos miembros de la Generación del baby boom van haciendo hueco a los jóvenes, progresistas y multirraciales votantes milenial y Z, dice el mantra, los demócratas engordarán sus filas hasta dominar el paisaje político estadounidense. Una ilusión que se deshace en tonos claroscuros si miramos a los datos.

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