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Reino Unido está oxidado: tras el Brexit, al Gobierno de Boris se le olvidó negociar
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Reino Unido está oxidado: tras el Brexit, al Gobierno de Boris se le olvidó negociar

Aparte de con Bruselas, los 'sherpas' británicos están negociando estos días con Japón, Australia y Nueva Zelanda. Y sus homólogos extranjeros no están muy contentos con su desarrollo

Foto: Boris Johnson. (Reuters)
Boris Johnson. (Reuters)

Pese a las restricciones impuestas a Bélgica, la delegación británica de 50 'sherpas' que cruzará esta semana el Canal de la Mancha camino a Bruselas no tendrá que hacer cuarentena al regresar a Londres. Se trata de un viaje de “asuntos de Estado” y la excepción nunca ha estado más justificada porque, ahora sí que sí, el Brexit va a cambiarlo absolutamente todo.

El Reino Unido salió oficialmente del bloque el pasado 31 de enero. A efectos prácticos, todo sigue igual hasta finales de año. Pero si en los próximos cuatro meses no se logra cerrar un acuerdo comercial, las relaciones entre ambas partes se regirán únicamente por las directrices de la Organización Mundial del Comercio. Eso supone cuotas y aranceles: en definitiva, Brexit duro.

Teniendo en cuenta que el Reino Unido ha entrado ya oficialmente en recesión (la primera en 11 años) y que el desplome del PIB del 20,4% en el segundo trimestre ha supuesto una caída histórica, cabría pensar que Downing Street hará ahora todo lo que esté en sus manos en la nueva ronda de negociaciones que comienza este martes para evitar el precipicio.

Foto: Una lancha retenida por la patrulla costera en Dover este 11 de agosto. (Reuters)

Sin embargo, fuentes de Whitehall (donde se encuentran los ministerios) aseguran a El Confidencial que el Partido Conservador de Boris Johnson ha dejado de ser en muchos aspectos “la formación pragmática” que era hace años, por lo que, a día de hoy, todo puede ocurrir.

Jugueteo con el Brexit duro

El 'premier' está en sus cuotas más bajas de popularidad. Un Brexit duro en un país donde el paro puede pasar del actual 3,9% al 10% este mismo año quizá no cuente con demasiada aceptación entre los británicos. Pero los 'tories' 'brexiters' más radicales nunca han querido un pacto y ahora consideran que se puede sacar beneficio de la pandemia echando al virus la culpa de todos los contratiempos que lleva implícito un divorcio “limpio”, como ellos lo denominan.

Para octubre, se podría empezar a vislumbrar el desenlace. Al fin y al cabo, un eventual acuerdo requiere la ratificación parlamentaria de todos los Estados miembros, por lo que no se puede apurar el calendario hasta diciembre. Y en esta ocasión lo de la ampliación de plazos está complicado. La fecha límite para que Londres pudiera solicitar prórrogas venció el pasado 30 de junio. Los impedimentos técnicos siempre se han podido resolver cuando ha habido voluntad política. Sin embargo, el hecho de que precisamente en enero comience el nuevo marco financiero plurianual europeo dificulta un tanto las cosas.

Bruselas ha admitido que el Reino Unido nunca abandonará su línea roja para que el Tribunal de Justicia de la UE tenga poder alguno como árbitro

Michel Barnier, el negociador de la parte comunitaria, ha fijado como límite finales de octubre, plazo que cuenta con el apoyo de Estados miembros influyentes como Alemania. Aunque David Frost, el negociador británico, ve posible cerrarlo incluso en septiembre. “Trabajaremos para lograrlo si podemos”, afirmó.

Frost se reunió la semana pasada con el nuevo 'taoiseach' (primer ministro) de Irlanda, Micheál Martin, que se mostró optimista tras el encuentro. “Donde hay voluntad, hay camino. Parece que hay una zona de aterrizaje si hay voluntad por ambas partes, y creo que es el caso”, señaló.

La última ronda de negociaciones que tuvo lugar en julio dejó algunos avances. El Reino Unido aceptó las demandas de la UE para que la relación futura se rija por un marco general en lugar de por acuerdos separados. Y por su parte, Bruselas ha admitido que el Reino Unido nunca abandonará su línea roja para que el Tribunal de Justicia de la UE tenga poder alguno como árbitro.

En cualquier caso, aún quedan cuestiones clave donde no se ha logrado consenso. Es el caso de la pesca (sin apenas relevancia económica para Reino Unido, pero de tremendo significado político para los euroescépticos) o el famoso 'level playing field', es decir, un compromiso por parte de Londres para mantener sus estándares laborales, medioambientales, fiscales y de ayudas de Estado en niveles similares a los comunitarios, para así evitar una competencia desleal.

placeholder Michel Barnier, negociador jefe de la UE para el Brexit. (Reuters)
Michel Barnier, negociador jefe de la UE para el Brexit. (Reuters)

Con todo, aunque las reuniones con la UE estén acaparando todo el protagonismo, no son las únicas. Al salir del club, el Reino Unido dejará de beneficiarse a partir de enero de todos los acuerdos que el bloque tiene con terceros países. Y, francamente, en este aspecto las cosas tampoco progresan.

Un país oxidado

Aparte de con Bruselas, los 'sherpas' británicos están negociando estos días con Japón, Australia y Nueva Zelanda. Y, a juzgar por las palabras de Winston Peters, viceprimer ministro de Nueva Zelanda, el Reino Unido parece que está algo “oxidado”. “Necesitamos que los británicos se den cuenta de que se puede negociar más de un acuerdo a la vez”, recalca. “Nunca han tenido una prueba, por así decirlo. Es como entrar en un Ashes [famosa competición de críquet entre Inglaterra y Australia] cuando no has jugado durante 30 años; es lo mismo que le está pasando ahora al Reino Unido”, añade.

En definitiva, Peters considera que tras los 47 años de pertenencia a la UE, la maquinaria británica no acaba de funcionar a su pleno rendimiento. “Los neozelandeses hemos tenido que buscar en alta mar durante mucho tiempo y, por lo tanto, estamos muy en forma cuando se trata de esta cuestión. Y no creo que ahora el Reino Unido lo esté”, añadió recientemente a Radio Times.

Foto: Foto: Reuters

Durante casi cinco décadas, en Whitehall no se habían tenido que preocupar por acuerdos comerciales. La UE era la que se encargaba de estos asuntos. Y ahora, aunque Johnson repite una y otra vez que el Brexit ofrece la mejor oportunidad para convertir de nuevo el país en un “Reino Unido global”, el camino no está siendo tan fácil como se vendió en la campaña del histórico plebiscito de 2016.

Con Nueva Zelanda, por tanto, las cosas van lentas. Y con Japón, pese a que a principios de agosto el pacto parecía inminente, las negociaciones se han atascado por cuestiones relativas al tratamiento del Stilton, conocido como el 'rey de los quesos ingleses'.

De manera paralela, Londres también está negociando con los Estados Unidos (que no tienen acuerdo comercial con la UE). Inicialmente, una de las estrategias de Downing Street fue la de presionar a Bruselas asegurando que las conversaciones con Washington cada día iban mejor. Pero con las presidenciales de noviembre, Donald Trump ha cambiado su lista de prioridades, por lo que tampoco se han notificado adelantos.

Pese a las restricciones impuestas a Bélgica, la delegación británica de 50 'sherpas' que cruzará esta semana el Canal de la Mancha camino a Bruselas no tendrá que hacer cuarentena al regresar a Londres. Se trata de un viaje de “asuntos de Estado” y la excepción nunca ha estado más justificada porque, ahora sí que sí, el Brexit va a cambiarlo absolutamente todo.

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