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Kamala Harris, vicepresidenta de Biden... ¿y sucesora? Los motivos detrás de su elección
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MARCA TODAS LAS CASILLAS

Kamala Harris, vicepresidenta de Biden... ¿y sucesora? Los motivos detrás de su elección

Tras haber estirado al máximo la incertidumbre, Joe Biden ha despejado la incógnita de quién será su número dos en campaña y posible vicepresidenta de Estados Unidos

Foto: Joe Biden y Kamala Harris. (Reuters)
Joe Biden y Kamala Harris. (Reuters)

Tras haber estirado al máximo la incertidumbre, Joe Biden ha despejado la incógnita de quién será su número dos en campaña y posible vicepresidenta de Estados Unidos: Kamala Harris. Un perfil diferente al que suelen tener los candidatos al puesto. La energía de Harris, su relativa juventud, su tendencia a golpear con fuerza y su conocida ambición retratan una campaña inusual. Biden, que cumplirá 78 años en noviembre, nos ha dado a entender que la suya es una candidatura de transición. En este contexto, puede no haber elegido solo una vicepresidenta. Biden puede haber elegido, también, a su sucesora como presidenta de Estados Unidos.

Foto: Logos de WeChat y TikTok. (Reuters) Opinión

“Cuando Kamala era fiscal general [de California], trabajó estrechamente con Beau”, tuiteó Biden, refiriéndose a su hijo mayor, Beau Biden, fallecido de cáncer cerebral en 2015. “Vi cómo se enfrentaban a los grandes bancos, ayudaban a la gente trabajadora y protegían de abusos a mujeres y niños. Estaba orgulloso entonces, y estoy orgulloso ahora de tenerla como mi compañera en esta campaña”.

El nombramiento, en el mundo espeso y multidimensional de la estrategia política, marca muchas de las casillas que Joe Biden podía tener en mente. Kamala Harris tiene experiencia de campaña, primero como senadora y luego como precandidata presidencial; un elemento de soltura, la del político acostumbrado a estrechar manos y dar varios discursos al día, que le faltaba a la otra gran finalista, la diplomática Susan Rice, menos bregada en los arcanos de la opinión pública.

Una fiscal dura

Kamala Harris se convierte en la primera mujer de color de la historia de Estados Unidos en ocupar la segunda mitad de un ticket presidencial

Harris sabe adaptar su imagen al contexto político. Pese a su reputación de dura en la lucha contra el crimen y el narcotráfico cuando era fiscal (una mancha en el currículum, desde el punto de vista de la izquierda identitaria), es ahora una de las más enérgicas defensoras en el Congreso de leyes de justicia racial. La senadora presenta su pasado en la abogacía como una experiencia que le ha permitido entender las fisuras del sistema penal de justicia, que ahora apuesta por reformar.

Su historia personal también está acorde con las sensibilidades de estos días. Kamala Harris, de padre jamaicano y madre india, ha sido la primera mujer en ocupar la fiscalía de San Francisco y luego la de California. Un hito en un país donde ocho de cada diez fiscales son hombres; la mayoría, nueve de cada diez, blancos. Harris es, además, la segunda mujer negra que ocupa un escaño del Senado.

Al mismo tiempo, se trata de una moderada afín al 'establishment' demócrata. Sus casi cuatro años en el Capitolio pueden hacer de ella un canal de comunicación entre los poderes ejecutivo y legislativo: una cualidad común entre los vicepresidentes. Kamala Harris se convierte así en la tercera mujer de la historia de Estados Unidos, después de la demócrata Geraldine Ferraro y la republicana Sarah Palin, en ocupar la segunda mitad de un ticket presidencial; la primera mujer de color.

Tradicionalmente los vicepresidentes siempre han tenido la importancia de un “cubo de pis caliente”, en palabras de uno de ellos, John Garner, número dos de Franklin D. Roosevelt. Una figura decorativa, elegida para compensar algunos de los puntos flacos del candidato. El propio Biden aportó lo que le faltaba a Barack Obama: experiencia en política exterior y viejas relaciones con el Partido Republicano.

Foto: El candidato demócrata, Joe Biden. (Reuters) Opinión

Aun así, la figura ha ido ganando peso. El puesto de vicepresidente ha servido muchas veces de trampolín hacia el premio gordo, tanto por fallecimiento del presidente como por cálculo político. Esto fue así para Harry Truman, Richard Nixon (aunque con un paréntesis de por medio), Lyndon Johnson, Gerald Ford y George H. W. Bush. Casi lo fue para Al Gore y puede serlo de nuevo para Joe Biden.

La futura proyección presidencial de Kamala Harris es incluso más evidente que en todos estos casos. La senadora ya se presentó a la presidencia en este ciclo electoral y no pierde la ocasión de apuntarse a las causas populares y atizar a Donald Trump en Twitter. Como exfiscal, Harris tiene fama de saber identificar como nadie los puntos débiles de sus adversarios. Joe Biden, a quien recordó su cuestionable historial de los derechos civiles en un debate de las primarias, lo sabe muy bien.

El hecho de que finalmente haya elegido a Harris puede confirmar la actitud recogida de Biden, un hombre aureolado por los años, con una carrera política que se acerca al medio siglo, y que ha librado gran parte de su campaña desde el sótano de su casa: limitando sus apariciones públicas y evitando los cara a cara con la prensa. Su sólida reputación de político que habla más de la cuenta, exagerando y metiendo la pata, le persigue, y es conocido que sus ayudantes tratan de limitar los daños.

El demócrata no tendría intención, por tanto, de ser un líder omnipresente, adicto a los focos y a las peleas políticas. Para eso ya ha estado 36 años en el Senado y ocho más en la Casa Blanca. Ahora Biden, que según fuentes allegadas citadas por Politico (aunque luego desmentidas por la campaña) estaría planeando un único mandato, sería un candidato de transición. Una vuelta a la predecible, gris y procedimental política de toda la vida. Si estas intuiciones se cumplen, Biden se quedaría en su despacho firmando decretos y solo saldría para dar el discurso de rigor. Los focos de la prensa, el diente de la política nacional, quedarían a cuenta de Harris, de 55 años.

Algunos de los allegados de Biden, una docena según las fuentes consultadas por CNBC, le habían transmitido a la campaña su preocupación por la posible elección de Harris, de la que cuestionaban su lealtad. El ataque de la senadora a Biden en aquel debate había disgustado a algunos de los aliados del candidato. Hace dos semanas, Biden fue fotografiado sosteniendo una nota suya en la que numeraba las ventajas de Harris: en ella decía “no le guardes rencor”.

Foto: Joe Biden (Reuters) Opinión
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La campaña ha anunciado que la pareja aparecerá este miércoles durante un acto en Wilmington, la ciudad de Biden, en el estado de Delaware. El dúo comunicará su intención de “restaurar el alma de la nación” si gana las elecciones. Un resultado probable, según todas las encuestas que han salido hasta la fecha. Aunque las certezas parecen haber quedado para la historia.

Tras haber estirado al máximo la incertidumbre, Joe Biden ha despejado la incógnita de quién será su número dos en campaña y posible vicepresidenta de Estados Unidos: Kamala Harris. Un perfil diferente al que suelen tener los candidatos al puesto. La energía de Harris, su relativa juventud, su tendencia a golpear con fuerza y su conocida ambición retratan una campaña inusual. Biden, que cumplirá 78 años en noviembre, nos ha dado a entender que la suya es una candidatura de transición. En este contexto, puede no haber elegido solo una vicepresidenta. Biden puede haber elegido, también, a su sucesora como presidenta de Estados Unidos.

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