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¿Y ahora qué hacemos? EEUU pide consejo a los 'preparacionistas' del fin del mundo
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Preparacionistas ante el coronavirus

¿Y ahora qué hacemos? EEUU pide consejo a los 'preparacionistas' del fin del mundo

Los preparacionistas son aquellos que dedicaban el tiempo libre a prepararse para posibles catástrofes: una guerra nuclear, un apagón masivo o una pandemia como el coronavirus

Foto: Visita a una mujer que ha dado positivo por coronavirus en Kirkland, Seattle. (Reuters)
Visita a una mujer que ha dado positivo por coronavirus en Kirkland, Seattle. (Reuters)

En momentos como este, los preparacionistas de Estados Unidos disfrutan de un pequeño baño de gloria con la expansión del coronavirus en el país: se sienten reivindicados. Mientras el grueso de la sociedad seguía apegada a su inocencia y sus frágiles rutinas, ellos dedicaban el tiempo libre a prepararse para posibles catástrofes: una guerra nuclear, un apagón masivo, colapsos financieros, volcanes desatados, pandemias. Cuando la turba llena los supermercados y los líderes comparecen con un nudo en la garganta, son los preparacionistas quienes se sienten confiados. Quienes tienen, por una vez, la razón.

"Creo que el COVID-19 ha ayudado a que el preparacionismo se popularice. Incluso los comentaristas recomiendan qué vituallas comprar", dice a El Confidencial Lynda King, autora del libro Preppers: History and the Cultural Phenomenon. “En mi opinión, el preparacionismo está justificado, aunque algunas personas todavía están en fase de negación: ‘No me estoy preparando, solo comprando unas cuantas cosas...’. El tiempo lo dirá”.

Foto: Discurso del presidente de EEUU, Donald Trump, sobre el coronavirus.

King vive con su marido en una granja decimonónica del interior de Massachusetts, rodeada por una gran huerta y unas cuantas gallinas. Desde allí dirige su proyecto de preparacionismo: libros, panfletos y cursos de primeros auxilios, supervivencia y técnicas de abastecimiento. Su dicho favorito, que repite constantemente a sus nietos, es: "Mejor tenerlo y no necesitarlo, que necesitarlo y no tenerlo".

En medio de la crisis del coronavirus, que en EEUU alcanza ya los 1.323 infectados y 38 muertos, los estilos de vida como el suyo han despertado la curiosidad de los estadounidenses. Un grupo de preparacionismo de Reddit ha tenido que responder al interés masivo de estos días, a los miles de mensajes inquietos: "El preparacionismo va de prepararse para emergencias, no de crear una escasez de vituallas porque de repente necesites tres cajas de máscaras N95 para tu uso personal...". Una de las consecuencias de la compra compulsiva es que los productos necesarios para los médicos o los enfermos acaban en el garaje de alguien que no los requiere.

Preparados ante la epidemia

Los preparacionistas, a quienes los medios piden consejo para publicar sus listas de productos que comprar, dietas que seguir, etc, no están nerviosos. "No estoy tan preocupado por pillar un virus que no podremos vencer", declaró James Walton, presentador de un programa de radio sobre supervivencia. “En la comunidad preparacionista, tenemos un nivel básico de preparación”.

Las tareas fundamentales para quienes no tengan ninguna experiencia de preparacionismo, y de repente se vean encerrados en sus casas, son las siguientes: comer bien y variado, con abundancia de frutas y verduras, sobre todo espinacas, gengibre, cúrcuma y frutos secos, para proteger el sistema inmunitario. Recortar la ingestión de azúcares, dormir mucho, hacer ejercicio y mantenerse informado sobre cómo prevenir el contagio o cuidar a las personas más vulnerables.

placeholder El presidente de EEUU ofrece un discurso sobre el coronavirus. (Reuters)
El presidente de EEUU ofrece un discurso sobre el coronavirus. (Reuters)

Luego se pueden ir subiendo niveles: adquirir comidas fermentadas o condimentos prácticamente inmortales, como la mostaza o la salsa de rábano; comprar huevos en polvo, todo tipo de kits de primeros auxilios, navajas especiales y radios que se pueden recargar con energía solar. Uno puede cultivar plantas que, en un momento de emergencia, sirvan de esponja, y no puede faltar el combo básico: una escopeta para defender tu hogar de los saqueos y una pistola de refuerzo en la tobillera.

El preparacionista Curt La Haise, de Wisconsin, abría su domicilio a los medios y daba algunos consejos que a un ojo profano le habrían pasado desaparecidos. "Las pequeñas botellas de plástico tienden a deteriorarse y no quieres que el agua se derrame por el suelo". ¿Lejía? Sí, pero no líquida. Esa solo aguanta unos meses. Lo mejor es conseguir la lejía en tabletas que usan algunos restaurantes.

TEOTWAWKI, el fin del mundo

Este universo tiene su vocabulario, su jerga: una BOB, por ejemplo, es una 'bug out bag', o mochila para salir pitando, cuando se da un SHTF, acrónimo de 'shit hits the fan': cuando la mierda llega al ventilador y se esparce salvaje. La expresión más temida es esta: TEOTWAWKI. “El fin del mundo tal y como lo conocemos”.

Pero lo que antes era un dominio minoritario, se ha expandido en apenas unos días. “Ya no es una cohorte definida”, declaró John Ramey, CEO de la página web preparacionista ThePrepared. “No es lo urbano o rural, progresista o conservador. Es literalmente cualquier persona de cualquier tipo, forma y tamaño”. Así lo atestiguan, por ejemplo, las ventas de empresas como la suya, o como Preppi, DYI o Judy, patrocinada por las mismísimas hermanas Kardashian. La explosión de la demanda en los últimos días es imposible de satisfacer y que se da sobre todo en las ciudades.

Más allá del aspecto material, está el aspecto psicológico. Los preparacionistas (un grupo que engloba desde los aficionados hasta los auténticos Rambos, apodados "survivalistas") hablan siempre del "sesgo de la normalidad". La mayoría de las personas viven su rutina del día a día, casi siempre lo mismo: horarios, calma, paz. Una meseta de momentos relativamente planos y previsibles. Así que se malacostumbra y acaba creyendo que, realmente, nunca sucederá nada. De la cuna a la tumba, sin grandes sobresaltos. Hasta que un día sucede: el apagón, la guerra, una epidemia. Y se da cuenta de que su pequeño mundo era un dibujo en la arena.

“He visto algo de ‘sesgo de la normalidad’ en los medios de comunicación”, asegura Lynda King. “Todos los altos funcionarios y profesionales médicos que hacen la ronda por los programas de noticias admiten que no saben mucho sobre este asunto. Así que tiendo a pensar aquello de ‘No saben qué es lo que no saben’. Cuando se trata de prepararse, es mejor estar seguro que arrepentido”.

En momentos como este, los preparacionistas de Estados Unidos disfrutan de un pequeño baño de gloria con la expansión del coronavirus en el país: se sienten reivindicados. Mientras el grueso de la sociedad seguía apegada a su inocencia y sus frágiles rutinas, ellos dedicaban el tiempo libre a prepararse para posibles catástrofes: una guerra nuclear, un apagón masivo, colapsos financieros, volcanes desatados, pandemias. Cuando la turba llena los supermercados y los líderes comparecen con un nudo en la garganta, son los preparacionistas quienes se sienten confiados. Quienes tienen, por una vez, la razón.