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Tras el marfil prohibido en China: la última bala para que los elefantes no se extingan
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SE DISPARA LA VENTA DE MARFIL DE MAMUTS

Tras el marfil prohibido en China: la última bala para que los elefantes no se extingan

Cada 15 minutos muere un elefante africano. La última oportunidad para su supervivencia está en la prohibición de la venta de marfil en China. Viajamos hasta Shanghái para evaluar sus efectos

Foto: Un trabajador de un establecimiento de artesanía muestra un colmillo de elefante, en Hong Kong, en octubre de 2015. (Reuters)
Un trabajador de un establecimiento de artesanía muestra un colmillo de elefante, en Hong Kong, en octubre de 2015. (Reuters)

Un largo colmillo blanco tallado con budas de barrigas redondas se exhibe en una vitrina de Yǒuyì (“Amistad”, en chino), un establecimiento de artesanía de jade, bambú y marfil de Shanghái. Es un capricho de 750.000 yuanes (unos 10.000 euros) que luce tras el cristal, junto a collares de cuentas, pulseras, abanicos, lánguidas estatuas y un pacífico buda que sostiene un flor de loto en la mano (por 90.000 yuanes; unos 1.200 euros).

La tienda Amistad figura en la lista que la organización Wildaid, con oficina en Pekín, ha proporcionado a El Confidencial con los establecimientos que antes de la prohibición vendían legalmente marfil de elefante en China. Del listado de tiendas en Shanghái que visitamos, uno está cerrado, dos ya no exponen marfil entre su inventario y en la tienda Amistad, exhiben alegremente colmillos blancos con budas barrigudos. ¿Cómo es posible? Un cartel delante de las valiosas figuras a la venta tiene la respuesta: “Cháng máo xiàng” (Mamut). No son colmillos de elefante, son de mamut.

¿Mamuts? Sí, esos enormes animales que se extinguieron hace unos 3.600 años, ahora fosilizados, aparecen bajo el hielo del Ártico y se han convertido en un goloso sustituto legal al marfil de elefante, prohibido en China desde el pasado enero.

Un elefante cazado cada 15 minutos

El 1 de enero de 2018, el Gobierno chino hizo efectiva la prohibición de todo comercio de marfil bajo el simbólico nombre de “el regalo de Año Nuevo de China al elefante”. En estos meses, cientos de fábricas, tiendas y talleres de tallado de marfil cerraron en todo el país, según la agencia oficial Xinhua.

La normativa se implementó tras el acuerdo que en septiembre de 2015 alcanzaron el entonces presidente de EEUU, Barack Obama, y su homólogo chino, Xi Jinping, para trabajar juntos hasta alcanzar la “prohibición casi total” de la importación y exportación de marfil en sus respectivos países, que en Estados Unidos entró en vigor en julio de 2016.

Hasta ahora, cada 15 minutos se mataba un elefante africano. Lo que significa que unos 33.000 elefantes se cazan cada año para la venta del codiciado producto, según datos del informe ‘La demanda del marfil en China (2012-2014)’ de la organización WildAid. Si bien “el uso del marfil data de varios siglos atrás -matiza el estudio-, su comercio se ha multiplicado por el procesado a escala industrial en el último siglo, a fin de abastecer los mercados de Estados Unidos y Europa y, recientemente, de Asia”.

placeholder 'Mamut' se lee en el cartel delante de los objetos tallados de marfil de esta vitrina de una establecimiento de artesanía de Shanghái. (L.G. Ajofrín)
'Mamut' se lee en el cartel delante de los objetos tallados de marfil de esta vitrina de una establecimiento de artesanía de Shanghái. (L.G. Ajofrín)

Los nuevos mercados de 'Chináfrica'

Entre 1976 y 1989, el número de elefantes africanos se redujo de 1,2 millones a unos 600.000, según datos de la organización WildAid. En 1976, el elefante africano se incluyó en el Apéndice II de la Convención de las Naciones Unidas sobre Comercio Internacional de Especies Amenazadas (CITES), pero no se prohibió (apéndice I), sino que se recomendó “controlarlo y limitar su comercio”, lo que condujo a abusos en el mercado. En los 80 se sacrificaron 700.000 elefantes en África para el comercio legal, según esta ONG. En respuesta a esta epidemia, en 1989, CITES prohibió el comercio internacional de marfil de elefante. Un respiro, pero corto.

En la última década tuvo lugar un saqueo de las selvas africanas sin precedentes. En la República Democrática del Congo un 95% de sus bosques quedaron despoblados de elefantes

Con el nuevo milenio, las nuevas relaciones comerciales entre Asia y África y el surgimiento de nuevos consumidores potenciales, se disparó el apetito por el marfil. Aunque la venta internacional de marfil se había prohibido, no así la nacional en algunos países. Pero, ¿de dónde sacaba China los elefantes? En 2008, en cuatro controvertidas subastas en Botsuana, Namibia, Sudáfrica y Zimbabue, supervisadas por CITES, se vendieron 102 toneladas de marfil por 15 millones de dólares, paradójicamente para la conservación de los elefantes. China adquirió 73 toneladas. Se trataba de una adquisición legal, de elefantes muertos de manera natural o antes de 1994. Aquella operación incentivó el mercado. En la última década tuvo lugar un saqueo de las selvas africanas sin precedentes, con consecuencias dramáticas para algunos países, como el caso de República Democrática del Congo, donde un 95% de sus bosques quedaron despoblados de elefantes.

Para entender el posible alcance de la prohibición solo hace falta mirar las cifras. Entre 1989 y 2012, China estuvo involucrada en el comercio de 116 toneladas de marfil, el equivalente del 21% de las incautaciones documentadas. Entre 2008 y 2012, el porcentaje se elevó al 38%, según el informe 'China se enfrenta al reto de la conservación' de la organización Save the Elephants.

¿Qué supone la medida de China para el elefante africano?

El enemigo ahora es el mercado negro

“La prohibición, sin duda, ha conducido al final del comercio legal de marfil”, apunta a El Confidencial Steve Blake, un activista de WildAid con oficina en Pekín. Este es un gran primer paso”, agrega. “Ahora debemos centrarnos en reducir el deseo de comprar productos de marfil y reforzar su ejecución para combatir un mercado negro cada vez más sofisticado”. “Llevará un tiempo evaluar los cambios en el mercado negro, que además es más difícil de rastrear”, añade.

“Desde luego, el comercio legal ha disminuido desde la prohibición; la pregunta clave ahora es conocer cuáles son los niveles de comercio ilegal”, conviene Richard Thomas, de la organización Traffic, la principal ONG que trabaja a nivel mundial sobre el comercio de animales salvajes y plantas. Thomas adelanta que, con motivo de la próxima reunión de la CITES, prevista para mayo de 2019, se presentará un nuevo análisis de ETIS, el Sistema de Información sobre el Comercio de Elefantes, operado por Traffic, que “nos mostrará el impacto, en su caso, que tuvo la ilegalización de marfil en China”.

placeholder Un soldado examina el cadáver de un elefante cazado por furtivos en el Parque Nacional de Hwange, en Zimbabue. (Reuters)
Un soldado examina el cadáver de un elefante cazado por furtivos en el Parque Nacional de Hwange, en Zimbabue. (Reuters)

Quién compra marfil

El principal perfil de consumidores de marfil en China es una mujer de cuarenta y tantos, con estudios e ingresos medios o altos, según un reciente estudio de la ONG USAID Wildlife Asia, con 1.800 entrevistados en seis ciudades del país, así como 'millennials' de alto poder adquisitivo que viajan al extranjero, según un estudio de Traffic, pero son estudios con muestras pequeñas que deben tomarse con cuidado, puntualiza Thomas.

El principal perfil de consumidor de marfil en China es una mujer de cuarenta y tantos, con estudios e ingresos medios o altos

En China la talla de marfil está considerada un arte ancestral. En 2006, fue catalogada patrimonio cultural inmaterial. Una técnica que se extiende desde la dinastía Qing (1644-1911). Tras la prohibición, algunos maestros de la talla del marfil han encontrado en los mamuts un sustituto a su trabajo. ¿Son los fósiles de mamuts la alternativa ética al elefante? “Aunque ningún trabajo de WildAid ha abordado la cuestión de forma específica -matiza Steve Blake-, desde luego, desde nuestra organización no defendemos el marfil de mamut como alternativa. Primero, porque hace que sea muy fácil vender marfil de elefante camuflado como marfil de mamut y sería bastante difícil inspeccionar todas las ventas para garantizarlo. Segundo, "porque, de alguna manera, todo lo que hace es mantener viva la demanda de productos de marfil”. Y tercero, “porque no existe una cantidad inagotable de marfil de mamut en el suelo. Se agotará algún día, y luego, ¿qué?”

Un dato que tampoco debe descuidarse es que aunque China es el mayor mercado de marfil del mundo, no es el único. Japón sigue siendo uno de los mayores mercados nacionales de marfil. Los vecinos chinos, Tailandia, Laos y Vietnam, también cuentan con lucrativos mercados. Y en EEUU, según se imponen nuevas restricciones en algunos estados, el negocio no desaparece sino que se mueve de sitio, según denuncia un reciente informe de Traffic. A estos se suma un potente nuevo bazar: internet.

Para Richard Thomas, de Traffic, “sin compradores de marfil desaparece el incentivo para cazar elefantes”, por lo que después de la prohibición y las consecuentes penalizaciones a quienes la incumplan, el siguiente paso es que “el marfil debe pasar de moda”.

Un largo colmillo blanco tallado con budas de barrigas redondas se exhibe en una vitrina de Yǒuyì (“Amistad”, en chino), un establecimiento de artesanía de jade, bambú y marfil de Shanghái. Es un capricho de 750.000 yuanes (unos 10.000 euros) que luce tras el cristal, junto a collares de cuentas, pulseras, abanicos, lánguidas estatuas y un pacífico buda que sostiene un flor de loto en la mano (por 90.000 yuanes; unos 1.200 euros).

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