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Los ‘ángeles guerreros’ de la Italia envenenada por la mafia
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La lucha por salvar la Tierra de los Fuegos

Los ‘ángeles guerreros’ de la Italia envenenada por la mafia

Luchan por el saneamiento de unas tierras que la mafia ha llenado de residuos tóxicos, provocando un incremento de mortalidad por cáncer, especialmente en niños. Hablan los padres de las víctimas

Foto: El supuesto jefe de la Camorra, Alessandro Giannelli, tras ser arrestado cerca de Caserta, Nápoles. (EFE)
El supuesto jefe de la Camorra, Alessandro Giannelli, tras ser arrestado cerca de Caserta, Nápoles. (EFE)

“Con todo lo que hemos tirado allí, los habitantes de Caserta, estarán todos muertos en 20 años”. Es la tajante revelación de un capo arrepentido de la Camorra napolitana, Carmine Schiavone, que en 1997 confirmó lo que ya se sabía: la mafia se había enriquecido durante décadas envenenando las provincias de Nápoles y Caserta, en la región sureña de Campania, con basura y residuos tóxicos procedentes del norte. Los tiraban por todas partes, en los prados, pozos, también en las tierras destinadas al cultivo, otros los enterraban y algunos los quemaban. La zona se acabó apellidando ‘Terra dei Fuochi’, Tierra de los Fuegos.

En aquella ocasión, las declaraciones de Schiavone ante la comisión que lo investigaba quedaron guardadas en un cajón y no pasó nada más. Exactamente dos décadas después de que el mafioso lanzara su trágica profecía, la elevada mortalidad en la zona a causa del cáncer, con especial incidencia en los niños, continúa siendo alarmante.

“¿Cómo se explica que un niño que acaba de nacer enferme con patologías propias de un anciano?”, se pregunta Susy, que perdió a su hija

En diciembre de 2015, el Instituto Superior de Sanidad italiano alertó de un incremento de la mortalidad por cáncer en adultos entre un 7% y un 10% en la Tierra de los Fuegos respecto al resto de la Campania. Su investigación concluía que hay un exceso de niños hospitalizados durante el primer año de vida a causa de un tumor y un exceso de tumores del sistema nervioso central en niños de 0 a 14 años, entre un 42% y un 51% más que en el resto de la región.

La última voz de alarma llega de un grupo de madres que denunciaron la muerte de 8 niños en menos de un mes. Davide era el más pequeño de todos, con tan solo siete meses. Enfermó con dos meses de un neuroblastoma, lo bautizaron en el hospital y apenas cinco meses después ya lo estaban enterrando.

Su familia está completamente destrozada y la corta historia del bebé la detalla Tina Zaccardi, que también perdió a una hija: Dalia, que entró en el hospital en 2011, con 13 años, por lo que parecía un dolor sin importancia en el costado; acabó convirtiéndose en un linfoma que le causó la muerte en menos de un año. Vivían en Casalnuovo, en la provincia de Nápoles. “Cuando empezó nuestro calvario no sabíamos todo lo que habían tirado en nuestra tierra, pero me di cuenta de que había tantos niños como la mía que estaban muriéndose”, relata Tina. Cuando recuperó las fuerzas decidió crear una asociación junto a otras madres, ‘Angelli Guerreri della Terra dei Fuochi’ (Ángeles Guerreros de la Tierra de los Fuegos). En los últimos tres meses han visto morir a 14 niños.

A pesar de la preocupación que se desprende de los datos, los estudios existentes no sirven de mucho. Todos dejan rotundamente claro que no son una prueba de conexión entre los residuos tóxicos y los tumores. La investigación definitiva que pueda arrojar luz y aclarar si los vertederos clandestinos de la Tierra de los Fuegos son una condena sin remedio para la población aún no ha llegado.

“Por ahora tan solo contamos con estudios descriptivos, que no pueden responder a la pregunta sobre la causa de los tumores porque no recogen datos individuales”, explica a El Confidencial el doctor Diego Serraino, responsable del área de Epidemiología y Bioestadística del Centro de Referencia Oncológico de Aviano. “Es posible que exista una relación entre los residuos tóxicos y las enfermedades, pero es difícil probarlo; siendo enfermedades diversas no pueden tener una sola causa, dependen de varias como el estilo de vida, los hábitos alimenticios, etc.”, concluye.

“¿Cómo se explica que un niño que casi acaba de nacer enferme con patologías propias de un anciano?”, se pregunta Susy Buonocore, que hace meses perdió a su hija Tonia, otra “guerrera”, como ella la llama , que cayó enferma a causa de una leucemia que le diagnosticaron cuando tenía 2 años y murió después de “un calvario” de casi tres años.

En la zona todo el mundo conoce a alguien que haya pasado por una situación similar, así que los padres se unieron para denunciar la situación y solicitar el apoyo de las administraciones. “Nos sentimos abandonados, a las instituciones no les importa que la tierra de los fuegos siga ardiendo. Han tenido tiempo para hacer algo y no lo han hecho”, se queja con rabia y la voz firme Tina Zaccardi.

El ‘inmovilismo burocrático’

El Gobierno italiano se enfrentó por primera vez al asunto y reconoció que tenía un serio problema en la Tierra de los Fuegos en 2014, bajo el mando del exprimer ministro Matteo Renzi, y elaboró una ley específica para afrontar el conflico. Introdujo en el código penal el delito medioambiental, que hasta entonces no existía en el ordenamiento jurídico italiano, encargó al ejército labores de vigilancia en la zona para evitar nuevos incendios, con un despliegue inicial de 200 militares, elaboró un plan de saneamiento de los terrenos y aprobó un programa de detección precoz de enfermedades.

A día de hoy, las iniciativas estatales se han convertido en una larga cadena de disposiciones aprobadas pero nunca llevadas a la práctica y las soluciones se han perdido en lo que el propio presidente de la región de Campania, Vicenzo de Luca, llama el “inmovilismo burocrático”.

“El principal problema ahora es empezar cuanto antes el saneamiento y descontaminación de los terrenos. No es fácil, es un trabajo exigente, pero absolutamente necesario” explica a El Confidencial el fiscal nacional antimafia, Franco Roberti, que se refiere al fenómeno de la Tierra de los Fuegos como un hecho “muy grave, con riesgos gravísimos para la salud de los ciudadanos”.

Roberti sostiene que “es necesario intervenir de forma más eficaz. Hasta ahora han sido años de falta de un cuadro legislativo y de instrumentos organizativos adecuados”.

De ‘Campania Felix’ a vertedero de Europa

Otro gran atolladero que sigue sin solución es el de los nuevos incendios, que aunque se han reducido, continúan produciéndose. “La vigilancia no ha sido suficiente porque el territorio es muy vasto y es muy difícil supervisarlo de forma precisa”, puntualiza el fiscal antimafia.

Los incendios siguen siendo una rutina, algo normal”, relata a este diario el presidente de la asociación ‘Difesa Eco Ambientale’, Giuseppe Parente, que duda si puedan estar disminuyendo -como afirma el Ministerio de Medio Ambiente, que alega una reducción del 70%- o en aumento y explica que ahora quien los prende aprovecha la noche: “Hay pocos controles, y de este modo no aparecen registrados”. En su grupo, varios voluntarios se organizan para patrullar las zonas afectadas y denunciar y señalizar los vertederos irregulares advirtiendo del peligro. “Lo que más encontramos es amianto”, se lamenta.

Durante décadas de indiferencia y silencio, la Camorra napolitana fue transformando la ‘Campania Felix’, (Campania bendita), bautizada así por los antiguos romanos por sus incontables atractivos, su clima templado, su suelo fertil y sus magníficos paisajes hasta convertirla en el gran verterero de Europa, una tierra devastada desde el punto de vista ambiental.

Al igual que ‘Difesa Eco Ambientale’, son muchos los grupos de ciudadanos, que a iniciativa propia y de forma espontánea se organizan para tratar de compensar el vacío institucional que llevan años denunciando.

El esperado programa integral de detección precoz de enfermedades es otra de las grandes tareas pendientes y a pesar de que ha sido financiado y refinanciado en varias ocasiones, se ha puesto en marcha recientemente, solo de forma parcial. Un grupo de voluntarios, guiados por el oncólogo y director del ‘Sbarro Institute for Cancer Research’, de Filadelfia, el napolitano Antonio Giordano ha puesto en marcha el proyecto ‘Veritas’, para ayudar a arrojar luz sobre la relación entre los residuos y la incidencia de tumores en la zona. Se sufragan con la financiación colectiva y por el momento han conseguido comprar un explorador de ultrasonido con el que médicos voluntarios realizan ecografías de tiroides en las escuelas.

El Gobierno de la región de Campania también ha anunciado la puesta en marcha de un plan de investigación denominado ‘Campania Trasparente’, que contempla el estudio de la tierra, el aire y el agua. Todavía no se ha concluído la actividad y no hay datos oficiales, pero el director del Instituto ‘Zooprofilattico del Mezzogiorno’ , Antonio Limone, dice a El Confidencial que “la situación no es tan catastrófica, es menos alarmante de lo que dicen las quejas”. Para Limone no existe una zona que se pueda llamar Tierra de los Fuegos, sino que “se trata de fenómenos de contaminación aislados”.

También recogerán muestras de sangre y seminales de 5.000 sujetos, de 20 a 49 años, de toda la región, para evaluar los contaminantes ambientales y la salud de los habitantes en esa franja de edad.

133 vertederos ilegales

No se vive, se sobrevive entre el miedo”, cuenta Stefania Pirrella, que lucha por Ginevra, una niña alegre y vivaz de 4 años que lleva dos batallando contra un tumor cerebral. La enfermedad de su hija está asociada a una neurofibromatosis genética que nadie tiene en la familia, por eso lo asocia a las “bombas atómicas que han enterrado”. “Es una tragedia, no hay nada de humano en como están gestionando la situación, queremos que se haga algo en serio, no promesas y anuncios que han quedado arrinconados”, reclama.

Italia afronta una sanción de la UE por tener 133 vertederos ilegales. La mayor parte se concentra en el sur, pero están por todo el país

Desde hace más de un año, en la región se ha instituido una comisión sobre la Tierra de los Fuegos, compuesta por todas las fuerzas políticas, como organismo de control. “Solo descontaminando los terrenos y debilitando el fenomeno de los incendios se podrá salir definitivamente de la emergencia, y no hemos tenido nada de eso por parte del gobierno nacional ”, explica a El Confidencial su presidente, Gianpiero Zinzi, que también acusa el daño que la mediatización del fenómeno ha causado en la economía de la zona, sobre todo en la agricultura, uno de los principales sustentos de la región. Asegura que existen pruebas de que solo el 2% de los terrenos dedicados al cultivo están contaminados.

A pesar de que la provincia de Nápoles en particular y la Campania en general encabezan la lista de delitos ambientales de Italia, el fenómeno de los vertederos ilegales tiene también su réplica en otras regiones y se ha convertido en un grave problema. Actualmente el Estado italiano afronta una sanción de la Unión Europea de cerca de 30 millones de euros al semestre por tener 133 vertederos ilegales. La mayor parte de ellos se concentra en el sur, pero están por todo el país.

En diciembre del año pasado, el nuevo Gobierno de Paolo Gentiloni, que creó un nuevo ministerio para el sur, nombró también una nueva figura: un comisario único para la gestión de los vertederos irregulares. Un mes después de su nombramiento ya había renunciado a su cargo y el puesto permaneció vacante dos meses más. Su cometido, según el ministro de Medio Ambiente italiano, Gian Luca Galleti, pretendía ser una "guía hacia la solución definitiva del problema" y una "herramienta de aceleración para devolver a los ciudadanos áreas mortificadas desde hace años por el abandono y el descuido".

“Con todo lo que hemos tirado allí, los habitantes de Caserta, estarán todos muertos en 20 años”. Es la tajante revelación de un capo arrepentido de la Camorra napolitana, Carmine Schiavone, que en 1997 confirmó lo que ya se sabía: la mafia se había enriquecido durante décadas envenenando las provincias de Nápoles y Caserta, en la región sureña de Campania, con basura y residuos tóxicos procedentes del norte. Los tiraban por todas partes, en los prados, pozos, también en las tierras destinadas al cultivo, otros los enterraban y algunos los quemaban. La zona se acabó apellidando ‘Terra dei Fuochi’, Tierra de los Fuegos.

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