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Venezuela, 207 años y un día después de su independencia (y de “la gran marcha”)
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tres muertos durante las protestas

Venezuela, 207 años y un día después de su independencia (y de “la gran marcha”)

“Cuenta al mundo lo que está pasando aquí, que no somos tres locos, que esto no es un montaje, como dice (la canciller) Delcy Rodríguez”, gritaba un señor al ver el carné de prensa

Foto: Choques entre las fuerzas de seguridad y manifestantes en San Cristobal, Venezuela. (Reuters)
Choques entre las fuerzas de seguridad y manifestantes en San Cristobal, Venezuela. (Reuters)

El día que Venezuela decidió el inicio de su independencia no consta en acta que nadie pidiera desde una camión-tarima “un aplauso para la mujer venezolana que hace la arepa todos los días a su marido”, ni que se rezara un padrenuestro multitudinario. Sí puede que se cantara el “Gloria al bravo pueblo”, aunque en esos momentos aún no era el himno nacional, pero sí un tema patriótico. Tampoco hubo gases lacrimógenos, eso seguro. Ni gente corriendo a lanzarse a un río, que tiene más de aguas fétidas que de río, para escapar de la Guardia Nacional Bolivariana. Ni tres muertos por tiros en la cabeza disparados desde motos, más de 500 detenidos, decenas de heridos. Ese 19 de abril, en 1810, el Capitán Emparan preguntó al pueblo en la Plaza Mayor de Caracas, la actual Plaza Bolívar, que si quería que siguiera gobernando. 207 años después, un enorme cordón policial dividió Caracas en dos para que la parte que salió de modo multitudinario a decir “no” lo hiciera lo más lejos posible del presidente Nicolás Maduro.

[Al menos tres muertos por disparos en las protestas]

El chavismo hizo marcha y fiesta en Libertador, su municipio-feudo –institucional, mas no de votos a juzgar por las elecciones de diciembre 2015– . Una congregación llena de color rojo, de consignas en apoyo a Chávez y a Maduro, de camisas ministeriales y de misiones, pero también de pueblo que gritó nuevamente “no volverán” a la oposición. “Esa Asamblea es una forajida, y estos (la oposición) quieren que intervengan el país”, contaba una mujer de Catia, un populoso barrio al oeste de Caracas, mientras engullía la vianda en bandeja plástica que le acababan de entregar. “Con hambre y sin empleo, con Maduro me resteo” (doy el todo por el todo), decía otro al lado, haciéndose eco de la consigna. Muchos llegaron a pie. Otros, desde la multitud de autobuses –muchos del servicio público usados para tal fin–, que quedaron estacionados en los alrededores de la plaza Bolívar.

“Hoy pretendieron asaltar el poder y los hemos derrotado otra vez, a los golpistas, a la derecha corrupta intervencionista”, dijo Maduro en la tarima. Incluso, bailó. Y de nuevo sacó la baza del diálogo. Dijo que convocaría “en las próximas horas y días a los sectores de la oposición que quieran sentarse a dialogar por la paz. Yo tengo un planteamiento que quiero hacerles, después no digan que no se los planteé”.

A unos metros, el cordón

“Cuenta al mundo lo que está pasando aquí, que no somos tres locos, que esto no es un montaje, como dice (la canciller) Delcy Rodríguez”, gritaba un señor al ver el carné de prensa al cuello. Lo hacía en mitad de la autopista Francisco Fajardo, que recorre de punta a punta Caracas, pero que este 19 de abril, para él, solo le llevó a la mitad.

Decenas y decenas de efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), tanquetas antidisturbios, motos. El operativo empezaba en Plaza Venezuela. Pero también hubo otras zonas, como El Paraíso, donde durante la noche hubo disturbios. Logró que las dos marchas no se juntaran, que una de ellas se replegara. Y que, con la aquiescencia de los medios públicos, que una no viera que la otra era más grande. Porque “la madre de todas las marchas”, como la bautizó la oposición, fue grande. Quizás la más grande que ha logrado en mucho tiempo.

¿Pero qué esperaba la oposición con esta marcha, la enésima en lo que va de abril? “No vamos a tumbar a Maduro, pero sí vamos a doblarle un poco la mano. Sabemos que el oeste (de Caracas) es sagrado para ellos y ya hoy y el otro día hubo marchas allí. Nos replegamos, sí, pero salió. Y en un momento no tendrá más mano”, decía Graciela Sierra, de Petare.

Para este jueves, y bajo la premisa que los líderes de oposición mantienen de que esto es una carrera de fondo, habrá una nueva marcha con los mismos puntos de convocatoria de ayer, a la misma hora. No acompaña que no sea un día festivo, como ayer, pero la determinación, al menos la dicha en el asfalto caliente y bajo el humo de las lacrimógenas, sí.

Después de casi un mes de protestas, más de 1000 detenidos según las cifras del Foro Penal Venezolano, numerosos heridos y 7 muertos asociados a las protestas, puede decirse que no estamos ante un episodio más de disturbios en Venezuela, que este día de la marmota pasó. Pero el Gobierno mantuvo ayer –y mantiene– el control. Demostró una vez más que sigue moviendo gente –aunque es imposible determinar cuántos obligados por las cartas enviadas dentro de los trabajos, cuántos de modo voluntario, cuántos por chavistas convencidos que no apoyan a Maduro pero no “bailarán con la fea” de la oposición–, que puede hacer que buena parte del país no sepa que hubo una marcha grande en su contra, y que puede controlar a esa parte con fuerza policial y con el miedo desatado por unas fuerzas de choque armadas que se gobiernan solas, pero que mantienen sus armas en alto por la Revolución. Todo para que Maduro no diga, como hace 207 años dijo Emparan, “Pues yo tampoco quiero mando”.

El día que Venezuela decidió el inicio de su independencia no consta en acta que nadie pidiera desde una camión-tarima “un aplauso para la mujer venezolana que hace la arepa todos los días a su marido”, ni que se rezara un padrenuestro multitudinario. Sí puede que se cantara el “Gloria al bravo pueblo”, aunque en esos momentos aún no era el himno nacional, pero sí un tema patriótico. Tampoco hubo gases lacrimógenos, eso seguro. Ni gente corriendo a lanzarse a un río, que tiene más de aguas fétidas que de río, para escapar de la Guardia Nacional Bolivariana. Ni tres muertos por tiros en la cabeza disparados desde motos, más de 500 detenidos, decenas de heridos. Ese 19 de abril, en 1810, el Capitán Emparan preguntó al pueblo en la Plaza Mayor de Caracas, la actual Plaza Bolívar, que si quería que siguiera gobernando. 207 años después, un enorme cordón policial dividió Caracas en dos para que la parte que salió de modo multitudinario a decir “no” lo hiciera lo más lejos posible del presidente Nicolás Maduro.

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