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Fracasa el 'Madurazo': el Tribunal Supremo devuelve las competencias al parlamento
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La fiscal general alertó de la "ruptura del orden constitucional"

Fracasa el 'Madurazo': el Tribunal Supremo devuelve las competencias al parlamento

El Consejo de Defensa de la Nación, máximo órgano de consulta, había exigido al alto tribunal que revisase los fallos con los que anulaba las competencias de la Asamblea Nacional

Foto: Nicolás Maduro durante un acto con simpatizantes transmitido por la televisión estatal VTV. (EFE)
Nicolás Maduro durante un acto con simpatizantes transmitido por la televisión estatal VTV. (EFE)

Metida de freno y marcha atrás, aunque sin tiempos ni márgenes claros. El Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) ha revertido la decisión que amenazaba con desatar la peor crisis política en la historia reciente del país, las sentencias 155 y 156 por las que asumía los poderes de la Asamblea Nacional, en manos de la oposición. También restituyen la inmunidad parlamentaria de la que había despojado a varios miembros de dicha institución.

Esta madrugada, hora de Venezuela, el presidente Nicolás Maduro anunciaba que la Sala Constitucional revisaría ambas decisiones. Era parte de los acuerdos a los que se llegó en el Consejo de Defensa de la Nación, el máximo órgano de consulta para el Poder Público. Maduro lo convocó de urgencia en la tarde de ayer. Y la Fiscal General de la República fue la clave para que esto pasara.

Luisa Ortega Díaz, máxima representante del Ministerio Público dice en la presentación de la memoria de 2016 que las últimas decisiones de la sala del Tribunal Supremo de Justicia tenían “varias violaciones del orden Constitucional”. Lo llamativo no es lo que dijo, sino lo que supone y sus consecuencias. Y más allá de esta arrancada de caballo, frenada de burro de las últimas 24 horas.

La declaración de la Fiscal rompe un tabú esencial, saca algo que era parte de una caja negra, una brecha en el chavismo que pasó de latente a manifiesta. ¿Ha habido voces críticas en estos años? Sí, pero nunca tan abiertamente, desde los poderes del Estado, y por parte de alguien que pertenece al chavismo histórico. Y Ortega se encargó de enfatizar en sus declaraciones esto, que ella está desde el inicio y fue de las que participó en crear la Constitución de 1999. Lo dijo evocando a Chávez en palabra y gesto. Recordó que fue él quien impulsó esa Carta Magna “en un proceso abierto, popular, participativo y protagónico que fue del pueblo”. Mientras, la sostenía en la mano en el formato que tantas veces él mostró en televisión, un libro muy pequeño de tapas azules” y la agitaba. Casi le faltó la taza de peltre con café.

No es la primera vez que la fiscal se desmarca del madurismo tan claramente. En octubre de 2016 en una entrevista en televisión ya dijo que el TSJ no puede disolver la Asamblea nacional porque “no es su competencia”. En julio pasado mostró su preocupación por las “consecutivas denuncias de violaciones de Derechos Humanos que había recibido de las OLPs (Operaciones de Liberación del Pueblo)”. Bajó su perfil. Hasta ayer.

Muchos sectores del chavismo califican de “salto a la talanquera” (profuguismo) el acto de la fiscal. Pero no sólo fueron punzadas las declaraciones contra la Sala Constitucional. Hubo otras más profundas. Y se rompió otro tabú: el de las cifras de homicidios en Venezuela. Si bien ya dio datos al respecto en 2015, los datos y el baile demográfico que presentó entonces hicieron que se dejara en entredicho la tasa de 58 homicidios por cada 100 mil habitantes. La diferencia con algunas ONGs alcanzaba los 10 mil fallecidos. Un año después ha puesto de manifiesto otra realidad latente: 21.752 homicidios, una tasa de 70.1 por cada 100 mil habitantes, 12 puntos por encima que el año anterior. Y destapa que probablemente Venezuela es el país más violento del mundo.

La tercera no fue una punzada, fue un remate sutil que dio cierre a su declaración: “que se superen los obstáculos que impiden actualmente brindar la calidad de vida que reclama nuestra población”.

Maduro se refirió a esto como “una discrepancia” entre los poderes públicos del Estado, “algo que pasa siempre, cada día, cada semana, cada mes”, y de la que se enteró “porque Venezolana de Televisión (canal del Estado) lo había emitido”. Dijo no saber ni lo que iba a decir la Fiscal ni las sentencias antes de emitirse, para luego remarcar que los poderes son independientes. Horas más tarde se afincó en la idea pero con una curiosa coletilla: “Me siento orgulloso de ser jefe de un Estado con poderes independientes. Los venezolanos pueden estar tranquilos, los órganos públicos están en manos de gente leal con al sueño de la patria construido por Chávez”.

Caras vemos...

El Consejo era para dirimir discrepancias entre el TSJ y el Ministerio Público. Sin embargo, la Fiscal no fue. No se sabe si fue invitada. Sí acudió el actual Ministro de Defensa, Vladimir Padrino López. Cara larga, gesto serio. Y a las espaldas y en los pasillos, los rumores –rumores– de que quien tiene la capacidad para decidir esta encrucijada es él. Como también fue rumor tras las elecciones a la Asamblea de 2015 que sería destituido del cargo, supuestamente por no estar a favor de un también supuesto fraude del Gobierno y haberse impuesto para “hacer valer la Constitución”. Y ahí sigue en su puesto. Supuestos todos, claro, en una sociedad que cada vez que se mide en las urnas se deshace en historias de buenos, malos, chantajes de última hora y héroes, casi siempre con capa verde oliva.

A quién sí le llegó la citación fue al presidente de la Asamblea Nacional. Una carta con cargo, pero sin nombre, quizás porque se reconoce como presidente a Henry Ramos Allup, pero no al recién llegado al puesto Julio Borges. Fue este último quien recogió el capote y a través de la red social Periscope dijo que no acudiría al Consejo. “Hay un golpe de Estado y no vamos a ir a un diálogo que pretende crear un circo para decir que hay normalidad. Maduro quiere quitar presión a una crisis que él mismo ha creado”, dijo. Por supuesto, hubo toque castrense: “El mundo entero está viendo la actitud de las Fuerzas Armadas. No pueden ser parte del problema, sino de la solución”.

Se ha pedido la revisión de las decisiones pero no se dice lo que se demorará en revisar, qué es lo que se debe acomodar y qué pasará con la Asamblea

Puso en relieve el respaldo internacional que ha tenido la oposición, pero matizó que si “la presión internacional no se ve acompañada de fuerza en la calle, no hacemos nada. Tenemos que logar que reine la Constitución. Tenemos que volver a empezar a calentar la calle para defender nuestros derechos”. Elecciones y separación de poderes es la petición. A lo interno calle –pacífica, han dicho en varias ocasiones–, y presión política en lo externo dicen querer usar como medios.

La decisión final del TSJ tiene el propósito de "mantener la estabilidad institucional y el equilibrio de poderes”. Pero también hay una vuelta a la tortilla que viene con déjà vu: se pide a la oposición venezolana incorporarse al diálogo nacional con Unasur, el Papa y los ex presidentes José Luis Rodríguez Zapatero, Leonel Fernández y Martín Torrijos. La última vez que se pidió esto fue en octubre. Entonces la oposición estaba en la calle para pedir que se siguiera el proceso del referéndum revocatorio. Y se sentaron a conversar.

Metida de freno y marcha atrás, aunque sin tiempos ni márgenes claros. El Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) ha revertido la decisión que amenazaba con desatar la peor crisis política en la historia reciente del país, las sentencias 155 y 156 por las que asumía los poderes de la Asamblea Nacional, en manos de la oposición. También restituyen la inmunidad parlamentaria de la que había despojado a varios miembros de dicha institución.

Nicolás Maduro
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