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El país de las bombas perdidas
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BOSNIA LUCHA CONTRA LAS SECUELAS DE LA GUERRA

El país de las bombas perdidas

Más de 80.000 minas y proyectiles siguen amenazando a la población civil dos décadas después de la guerra. Sus cientos de víctimas se suman a los 100.000 muertos que dejó el conflicto

Foto: Efectivos de las Fuerzas Armadas bosnias descansan en una casa rodeada por minas en Visoko (Reuters).
Efectivos de las Fuerzas Armadas bosnias descansan en una casa rodeada por minas en Visoko (Reuters).

La guerra terminó en Bosnia y Herzegovina hace más de dos décadas, tras la firma de los Acuerdos de Dayton, en noviembre de 1995, pero más de 80.000 minas y artefactos explosivos permanecen desde entonces desperdigados por todo el país balcánico. Desde el año 1996, las minas antipersona y anticarro, las granadas de mano, las municiones de racimo y los diferentes tipos de bombas y proyectiles englobados en la categoría de artefactos no explosionados (UXO, por sus siglas en inglés) han matado a más de 600 personas en toda Bosnia, incluidos 47 especialistas en desminado.

Son los efectos de las bombas perdidas de la última guerra, de un conflicto que ya se había cobrado cerca de 100.000 vidas entre 1992 y 1995 y que dejó dos millones de refugiados en Europa. La última víctima se llamaba Edin Kisija y murió por la explosión de un artefacto cuando trabajaba cortando leña en un bosque del municipio de Bugojno, en el oeste de Bosnia.

Desde que las autoridades bosnias comenzaron a neutralizar minas y artefactos, con apoyo de la comunidad internacional, ONG y empresas privadas, se han destruido más de 61.000 minas antipersona, 8.300 minas anticarro y 54.000 artefactos no explosionados. Sin embargo, todavía queda mucho trabajo por hacer para que el país quede libre de esta grave amenaza.

La superficie con posible presencia de artefactos explosivos es de 1.149 kilómetros cuadrados y hace falta una inversión de 50 millones de euros al año para completar el desminado

“Ahora quedan 1.149 kilómetros cuadrados de superficie sospechosa de albergar minas o artefactos, lo que supone el 2,3% del territorio de Bosnia y Herzegovina”. Quien habla es Svjetlana Luledzija, la portavoz del Centro de Acción contra Minas de Bosnia y Herzegovina (BHMAC), el organismo que se encarga de coordinar a todas las organizaciones y entidades que trabajan en desminado y que les acredita para que los especialistas puedan realizar el trabajo de campo.

Sentada ante un detallado mapa de lugares minados de Bosnia, desglosa el trabajo ya realizado en la lucha contra los artefactos explosivos desde 1996 (cuando el país tenía 4.200 kilómetros de superficie con explosivos) y los principales desafíos para lograr dejarlo limpio de artefactos. “Tenemos dos problemas. El primero es que no tenemos toda la información ni todos los mapas de minas y lo segundo es que también hay zonas en las que había militares o paramilitares que sabían cómo colocar una mina y que lo hicieron pero no informaron de la colocación, por lo que a veces hay zonas en las que oficialmente no había nada y luego te encuentras artefactos”, señala.

En todo el país quedan “unas 82.000 minas y artefactos no explosionados” emplazados en más de 9.000 puntos geográficos distintos o “microlocalizaciones”, como prefiere denominarlos la portavoz del BHMAC. Son en total 1.369 comunidades afectadas, con más de 500.000 personas expuestas al riesgo de pisar una mina o de ser alcanzadas por la deflagración de un artefacto lanzado hace ya más de dos décadas, el 15% de la población de todo el país.

El mapa que exhibe Svjetlana muestra una superficie minada menor que la registrada en 1996, pero pone de manifiesto que la mayoría de los artefactos se colocaron para blindar las fronteras trazadas por los combatientes en la guerra; las líneas coinciden casi al milímetro con las lindes de la República Srpska -la entidad serbia de Bosnia- y la Federación de Bosnia -con mayoría de población musulmana y croata-.

Alternando el bosnio con un manejo del inglés claro y directo, la portavoz del centro coordinador de desminado cuenta que a lo largo de estos años los especialistas han encontrado todo tipo de minas, bombas y artefactos, incluidas las polémicas y temidas municiones de racimo. Cada bomba de racimo está compuesta por decenas o incluso centenares de bombetas que se dispersan en el aire al abrirse el proyectil que las contiene y caen en diferentes puntos, suponiendo una grave amenaza para la población civil durante años porque muchas de ellas no llegan a explotar al tocar tierra. En Bosnia, quedan más de 2.000 submuniciones de racimo sin estallar que proceden de varias bombas lanzadas en la última guerra, en la que la OTAN anunció que dejaría de usarlas por las muertes de civiles que provocan.

Con tono calmado, Svjetlana reconoce que los fondos que se destinan a desminado cada año, cerca de 25 millones de euros, quedan lejos de los 50 millones de euros que, cree, deberían asignarse para lograr que Bosnia quede libre de artefactos en 2019, como inicialmente se había propuesto tras firmar el Tratado de Ottawa. La nueva previsión que ella baraja es terminar el desminado en 2025, aunque dependerá de los fondos que pueda aportar el Gobierno bosnio y del apoyo de la comunidad internacional.

Los equipos de desminado han llegado a encontrar 'balas modificadas con uranio', 'bombas de fósforo blanco' y unos '60 tipos de minas'

Sobre el terreno, la situación real de las minas y los artefactos sin estallar sorprende tanto como los datos ofrecidos por la portavoz del BHMAC. A unos pocos kilómetros de Sarajevo, la ciudad que sufrió durante la guerra uno de los asedios más largos y brutales de la historia reciente, un equipo de especialistas de Protección Civil de la Federación bosniaco-croata lleva semanas trabajando para 'limpiar' la ladera de una colina de la zona de Zuc.

Durante la última guerra, los militares serbobosnios disparaban desde allí su artillería contra la urbe sin contemplaciones. Cuando se fueron, dejaron la zona sembrada de minas y de granadas de mano para que nadie volviera a subir a la colina.

Dos décadas después, los especialistas de Protección Civil peinan la zona con sus detectores y equipos, metro a metro, superando las dificultades de un terreno escarpado y lleno de vegetación y delimitando las zonas ya limpiadas. Uno de los expertos enseña a este periodista la última zona de pendiente en la que están desminando. Pide ser acompañado, siguiendo sus pisadas por el sendero. Cuesta creer que se puedan localizar y desactivar sin riesgo artefactos abandonados en una ladera tan pronunciada. En esa colina, las autoridades bosnias planean construir un memorial para rendir homenaje a todas las víctimas del asedio de Sarajevo, que acabó con la vida de más de 10.000 personas y que dejó decenas de miles de heridos y mutilados.

Sead Vrana, el jefe de la División de Desactivación de Minas y UXO de Protección Civil de la Federación de Bosnia, recuerda cada tipo de mina, proyectil y artefacto que han encontrado en todos estos años él y sus compañeros y los lugares en los que estaban. Con gesto serio, cuenta que han llegado a encontrar “balas modificadas con uranio” que las fuerzas de la OTAN lanzaron “desde sus aviones” contra las fuerzas militares serbobosnias y “bombas de fósforo blanco”, especialmente peligrosas porque si entran en contacto con agua, generan ácido fosfórico. Municiones de racimo, bombas de varios modelos, proyectiles, granadas y hasta “60 tipos distintos de minas” anticarro y antipersona han aparecido en sus operaciones en todo el país.

Vrana asegura que los artefactos que más le preocupan por el riesgo que representan son las granadas de fusil porque son muy inestables con el paso del tiempo y las inclemencias meteorológicas. También han hallado y desactivado unas 50 bombas procedentes de la Segunda Guerra Mundial. Una inesperada llamada de teléfono interrumpe sus explicaciones: es un aviso por la presencia de una mina al lado de un contenedor de basura cerca de un colegio. Vrana llega al lugar en pocos minutos con su todoterreno y, tras analizar el artefacto, lo coge con las manos. Explica que es una mina anticarro cegada y vacía, de las que se usan para instrucción de desminado y que, probablemente, alguien habrá decidido deshacerse de ella tirándola a la basura en lugar de entregarla a las autoridades.

Minutos después de la falsa alerta, durante una parada en un bar para un breve descanso, Vrana muestras algunas de las fotos de artefactos que tiene en su teléfono móvil, desde bombas de grandes dimensiones hasta una instantánea de hace unos meses en la que se puede ver un artefacto situado a muy pocos metros del patio de un colegio. Uno de los niños que jugaba por allí lo vio por casualidad.

A unos kilómetros de la colina de Zuc, varios equipos de Protección Civil de la Federación trabajan desde hace semanas en un túnel que ahora apenas parece tener importancia pero que durante la guerra causaba especial preocupación a los dos bandos enfrentados; los serbobosnios, por un lado, y los musulmanes y croatas por el otro. El túnel en cuestión es una canalización de aguas residuales pero su importancia radicaba en que atravesaba la línea del frente, con lo que permitía pasar del territorio bajo control del Ejército bosnio al de la autoproclamada República Srpska sin exponerse a los disparos de uno u otro bando. Conscientes del peligro que suponía la instalación, los serbobosnios y los musulmanes y croatas llenaron de minas y granadas de mano los dos extremos del túnel para garantizarse así que nadie intentaría cruzarlo para sorprender al enemigo por la retaguardia.

Con el paso de los años tras el fin de la guerra, el peligro que representan las granadas y las minas ocultas dentro de esta infraestructura ha ido en aumento por su desplazamiento dentro y fuera del túnel debido al movimiento de las aguas residuales y las lluvias. Los especialistas que se han encargado de 'limpiar' de explosivos el túnel comenzaron los trabajos desminando por tramos de apenas diez centímetros, dadas las dificultades por la presencia de las aguas residuales y la escasa visibilidad. Este túnel en la frontera entre los dos territorios que conforman Bosnia y Herzegovina pone de manifiesto también la falta de coordinación entre los servicios de desminado de la República Srpska y la Federación bosniaco-croata. Desde su puesto de mando en Protección Civil de la Federación, Vrana admite que el trabajo se reparte de una forma sencilla: “el que lo encuentra, se lo queda”. Con varios lustros de experiencia encontrando y destruyendo minas y artefactos por toda Bosnia, su conclusión es que lo más importante sigue siendo acabar cuanto antes con esta “amenaza” para la población civil.

La guerra terminó en Bosnia y Herzegovina hace más de dos décadas, tras la firma de los Acuerdos de Dayton, en noviembre de 1995, pero más de 80.000 minas y artefactos explosivos permanecen desde entonces desperdigados por todo el país balcánico. Desde el año 1996, las minas antipersona y anticarro, las granadas de mano, las municiones de racimo y los diferentes tipos de bombas y proyectiles englobados en la categoría de artefactos no explosionados (UXO, por sus siglas en inglés) han matado a más de 600 personas en toda Bosnia, incluidos 47 especialistas en desminado.

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