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Myanmar trata de poner fin a la guerra civil más larga del mundo
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El país sudasiático lleva en guerra desde 1947

Myanmar trata de poner fin a la guerra civil más larga del mundo

El nuevo Gobierno del país inicia hoy unas conversaciones de paz con los diversos grupos étnicos levantados en armas, que en los últimos meses han retomado con intensidad las hostilidades

Foto: Un soldado de la Unión Nacional Karen fumando un cigarrillo en 2008 (EFE)
Un soldado de la Unión Nacional Karen fumando un cigarrillo en 2008 (EFE)

El 12 de febrero de 1947, cuando el país entonces conocido como Birmania se lamía aún las heridas de la cruenta Segunda Guerra Mundial, una pequeña ciudad del noreste del país, Panglong, acogía una cita histórica. Aung San, líder de la independencia contra los británicos conseguida un año más tarde y padre de la ahora ministra Aung San Suu Kyi, y los líderes de tres de las principales etnias del país se reunieron para firmar un acuerdo que quedaría grabado en la conciencia nacional. Pero lo que debería haber sido un pilar fundamental para la formación de una Birmania unida se convirtió en el inicio de una guerra civil que a día de hoy es la más duradera del planeta.

Myanmar, como se llama oficialmente el país desde 1989, tiene un total de 135 etnias reconocidas oficialmente. Los bamar, de donde procede el nombre de Burma [Birmania, en inglés], son los más numerosos y han controlado tradicionalmente el gobierno y otras instituciones. El resto de etnias, localizadas fundamentalmente en zonas fronterizas ricas en recursos naturales, se han sentido históricamente apartados de cualquier procesión de decisión político y despojados de sus derechos.

“Desde la independencia en 1948, Myanmar nunca ha tenido una paz total; no ha habido un sólo acuerdo de paz con el que estuvieran de acuerdo todos los grupos étnicos”, explica Trevor Wilson, antiguo embajador australiano en Myanmar y ahora analista político. Los primeros que se levantaron en armas fueron los karen, en el este del país, fundando la Unión Nacional Karen en 1948. Luego vendrían los Kachin, los Shan y los Arakan, entre otros. La mayoría se financiaría a través de actividades ilícitas, como la tala ilegal, la minería, o el contrabando de drogas y armas, e irían construyendo poco a poco ejércitos estables y estructuras políticas que en muchos casos reemplazarían de facto al gobierno central. Durante décadas, el gobierno militar intentó firmar altos el fuego y tratados de paz con las principales guerrillas que nunca llegaron a apagar las tensiones.

La nueva capital birmana, Naypyitaw, acoge hoy otra cita que pretende ser aún más histórica: la que ponga las bases para finalizar el complejo rompecabezas birmano. “Esta no va a ser como la conferencia original. No se va a firmar nada. Es el inicio de un proceso. Es difícil que veamos algún resultado antes de tres años”, asegura Khin Zaw Win, analista político y director del Instituto Tampadipa, sobre la que se ha llamado la Conferencia de Panglong del Siglo XXI.

Pero el reto no será fácil. Aunque el gobierno consiguió firmar un Acuerdo de Paz el pasado mes de octubre con ocho grupos étnicos, sólo uno de ellos, los Karen, era una guerrilla significativa. Sin embargo, desde que la junta militar inició un proceso de democratización tras cinco décadas en el poder, que llevó a un gobierno semi-civil en marzo de 2011, varios conflictos han resurgido. En junio de 2011, el ejército birmano rompió un alto el fuego que había durado 17 años y atacó a las fuerzas de la etnia Kachin, que se habían negado a integrarse en la armada birmana como fuerzas fronterizas.

A principios de 2015, nuevos enfrentamientos resurgieron con pequeños grupos en el noreste, especialmente con los Arakan (Ejército Arakan - AA), los Ta-ang (Ejército de Liberación Nacional Ta-ang - TNLA), y los Kokang (Alianza Democrática Nacional de Myanmar – MNDAA). Otros grupos, como los Wa, se han mostrado disconformes con las negociaciones. El ejército de los Wa, el Ejército Unido del Estado Wa (UWSA), es el grupo armado rebelde más numeroso y mejor equipado del país, en buena parte gracias al dinero proporcionado por el comercio de drogas, y puede suponer una seria amenaza a la paz del país.

El federalismo, ¿posible solución?

A la cuestión étnica se han añadido además los enfrentamientos religiosos. Así, en 2012 en el oeste del país, resurgió un conflicto con claro tinte religioso entre dos etnias: los rakhine, de mayoría budista, y los rohingyas, una minoría musulmana que no está reconocida como una etnia oficial y a la que se ha denegado, por ello, la ciudadanía birmana. “El nacionalismo religioso y la intolerancia se están expandiendo. La polarización está ahí”, dice Khin Zaw Win.

Para Khin Zaw Win, se da ahora, sin embargo, una diferencia fundamental que podría cambiar las tornas: el gobierno está dirigido desde marzo de este año por la Liga Nacional para la Democracia, el histórico partido opositor de Aung San Suu Kyi. “Si preguntas a un líder étnico, en quién confía más, si en Suu Kyi o en los militares, por supuesto dirán que Suu Kyi”, asegura. Sin embargo, la misma Suu Kyi puede ser una amenaza para el proceso. Su reciente visita a China, un país que está intentando desarrollar polémicos proyectos de infraestructuras en algunas zonas étnicas, ha sido visto con desconfianza. “Va a tener que cambiar su actitud y ser más inclusiva con los grupos étnicos”, dice Khin Zaw Win.

De hecho, la explotación de recursos ha sido uno de los principales desencuentros de Suu Kyi con los grupos étnicos. Ya en 2012, Suu Kyi fue recibida con abucheos en Letpadaung, una localidad al norte del país donde los vecinos habían sido desalojados para dar paso a una mina de cobre. La entonces aún líder de la oposición medió entre ambas partes y una comisión encabezada por ella redactó un informe que instaba a mayores compensaciones, pero no a cerrar la mina.

El estado Karen está separado de la vecina Tailandia por varíos ríos que seccionan la región de norte a sur, creando una frontera natural, aunque fácilmente franqueable. Del lado de Myanmar, los densos bosques, mejor preservados que en el lado tailandés, en parte gracias al conflicto, y que ahora están desapareciendo rápidamente con la llegada de la paz a la región, aún dan cobijo al primer movimiento de resistencia del país. Los propios karen que viven allí son una muestra sobre la falta de entendimiento que existe no sólo entre los grupos étnicos, sino dentro de ellos, acerca del futuro político que debería aguardarles. “Creo que el federalismo es el mejor sistema para nosotros, incluso mejor que la independencia”, opinaba Haw Poe Plae, un joven que estaba recibiendo formación para convertirse en un oficial de la Unión Nacional Karen en febrero de 2015. “Nosotros estamos luchando para conseguir un estado independiente, no para depender del gobierno central”, decía unos días antes Saw Kyaw Ptyu, comandante de la brigada B7.

El acuerdo de Panglong de 1947 sugería que el federalismo debía ser la forma política en la que se basara un Myanmar unido al conceder la "autonomía total en la administración interna" de las zonas fronterizas e incluso la creación de un Estado Kachin independiente si era reconocida por la Asamblea Nacional. Hoy, el federalismo sigue siendo para muchos el mantra que podría dar solución al complicado escenario del país. “Dado que las circunstancias de los diferentes grupos étnicos de Myanmar son muy diversas, algún tipo de principios-marco que se apliquen a todos los grupos va a ser necesario. Algún tipo de federalismo podría ser una respuesta [a esto]”, asegura el ex embajador Trevor Wilson.

La Constitución de 2008 ya dio algunos tímidos pasos en ese sentido y creó parlamento regionales con competencias limitadas. Poco más se ha discutido, sin embargo, sobre qué forma de gobierno podrían aceptar tanto las autoridades centrales como los grupos rebeldes, lo que podría suponer el principal escollo en las negociaciones de paz. “Hasta el momento no se ha analizado suficientemente cómo el federalismo podría adaptarse a Myanmar”, continúa Wilson. “En la mayoría de los países en los que un sistema federal ha sido implantado con éxito, ha llevado muchos años, incluso décadas, conseguirlo. Y en Myanmar podría ser lo mismo”.

Principales grupos étnicos en Myanmar

Bamar: es el grupo étnico más numeroso, con casi el 70 por ciento de la población. Ocupan la zona central del país y son de mayoría budista. Tradicionalmente han controlado las instituciones y el ejército, lo que ha provocado muchos recelos entre otros grupos étnicos. El antiguo nombre del país, Birmania, procede de esta etnia. La Junta Militar cambió el nombre del país por Myanmar en 1989 alegando que así sería más inclusivo.

Shan: son el segundo grupo étnico más numeroso. Están sin embargo divididos en varios grupos guerrilleros, fundamentalmente el Restoration Council of Shan State/Shan State Army, que opera en el sur del Estado Shan, y el Shan State Army/Special Region 3, concentrado en la zona norte. Los primeros firmaron el acuerdo de paz de octubre del año pasado.

Kachin: a pesar de no ser la minoría más numerosa – suponen aproximadamente el 2 por ciento de la población, los Kachin han desarrollado el movimiento de resistencia más estable y mejor organizado del país. De mayoría Controlan buena parte de la frontera con China, en el noreste del país, lo que les da importantes recursos. El Kachin Independence Organization (KIO), la entidad política que dirige la región, y su brazo armado, el Kachin Indepedence Army (KIA) se crearon en 1961, cuando los líderes políticos Kachin consideraron que el gobierno no estaba cumpliendo con el acuerdo de Panglong. Tras varios años de alto el fuego, las hostilidades con el ejército birmano se reiniciaron en junio de 2011.

Chin: Los chin son una de las etnias más pobres de Myanmar, localizados fundamentalmente en el noroeste del país. Están formados por una serie de sub-etnias que tienen importantes diferencias culturales y lingüísticas. El principal grupo armado de la zona es el Chin National Army (CNA).

Karen: Fue el primer movimiento de resistencia fundado en Myanmar y es el segundo grupo étnico más populoso, después de los shan. Ahora está dividido en varios grupos, fundamentalmente el Karen National Union (KNU) y el Democratic Karen Buddhist Army (DBKA), el primero mayoritariamente cristiano y el segundo de mayoría budista. En Octubre de 2015 firmaron el acuerdo de paz con el gobierno, después de haber firmado en 2012 un alto el fuego que llevó a las tropas birmanas a incrementar su control en la zona.

Wa: Los Wa tienen el ejército rebelde más poderoso de Myanmar, con entre 20.000 y 25.000 efectivos, según el Myanmar Peace Monitor. Fundado en 1989, el movimiento de resistencia Wa apenas ha tenido conflictos con el gobierno central, ya que firmó un alto el fuego poco después de su creación. Los Wa han sido relacionados con el comercio de drogas en la región, fundamentalmente heroína que es producida en los campos de opio de la zona, y con otras actividades ilícitas. 

El 12 de febrero de 1947, cuando el país entonces conocido como Birmania se lamía aún las heridas de la cruenta Segunda Guerra Mundial, una pequeña ciudad del noreste del país, Panglong, acogía una cita histórica. Aung San, líder de la independencia contra los británicos conseguida un año más tarde y padre de la ahora ministra Aung San Suu Kyi, y los líderes de tres de las principales etnias del país se reunieron para firmar un acuerdo que quedaría grabado en la conciencia nacional. Pero lo que debería haber sido un pilar fundamental para la formación de una Birmania unida se convirtió en el inicio de una guerra civil que a día de hoy es la más duradera del planeta.