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El cocinero, el traductor, el "terrorista de por vida"... Los últimos 61 presos de Guantánamo
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"Una gran injusticia y una mancha para los eeuu"

El cocinero, el traductor, el "terrorista de por vida"... Los últimos 61 presos de Guantánamo

Barack Obama está intentando cerrar la criticada prisión militar antes del final de su mandato. El Pentágono ha hecho pública una lista sobre quiénes siguen encerrados allí

Foto: La bandera estadounidense vista desde el exterior de la base de Guantánamo, en marzo de 2016 (Reuters)
La bandera estadounidense vista desde el exterior de la base de Guantánamo, en marzo de 2016 (Reuters)

“Al-Muzaffari viajó a Afganistán a finales de 1999 para hacer la yihad. Recibió formación y se convirtió en instructor en el campo de entrenamiento Al Farouq de Al Qaeda, y trabajó brevemente como guardaespaldas para Osama Bin Laden”. “Al-Warafi viajó a Afganistán para ayudar a los talibanes. Recibió entrenamiento en armamento en el frente y proporcionó asistencia médica a combatientes talibanes heridos y enfermos”. “Ghazi recibió entrenamiento básico en armamento en el campo Al Farouq durante unos diez días, se quedó en la casa de huéspedes de Al Qaeda y estuvo presente en [la batalla de] Tora Bora tras el 11-S”.

Estas son algunas de las descripciones de los presos que, identificados con nombres y apellidos, permanecen todavía en la prisión de Guantánamo, según una exhaustiva lista hecha pública por el Pentágono la semana pasada. Un lugar por el que han pasado 780 sospechosos de terrorismo desde 2002, como parte de un ambicioso programa de interrogatorios en lugares situados al margen de la legislación norteamericana. Un “agujero negro de los derechos humanos”, como lo describen los críticos, y un foco constante de críticas que, en opinión de muchos expertos en antiterrorismo, ha sido durante años un poderoso factor de reclutamiento de nuevos militantes. Está lejos de ser casual que los ejecutados por el Estado Islámico ante las cámaras vistan el mismo mono naranja que los internos de la base naval estadounidense.

Al llegar a la Casa Blanca, Barack Obama calificó la situación de “vergonzosa”, y prometió cerrar Guantánamo en el plazo de un año, lo que, evidentemente, no cumplió. Pero ahora, el Presidente estadounidense se está esforzando por cumplir su promesa antes del final de su mandato: en los últimos meses se ha acelerado la liberación o el envío de detenidos a otros lugares, como Serbia, Italia o los Emiratos Árabes Unidos. El pasado 16 de agosto, 12 yemeníes y 3 afganos fueron enviados a este último país, en el traslado más importante ordenado hasta la fecha por el actual Presidente estadounidense.

En noviembre todavía quedaban 107 presos, tal y como demuestra la lista hecha pública por el Ejército a petición de la senadora Kelly Ayotte, una de las más firmes partidarias del mantenimiento de la prisión. “La Administración Obama prometió transparencia, pero este nuevo informe muestra por qué han sido tan reticentes a mantener dicha promesa respecto a los detenidos en la Bahía de Guantánamo. Cuanto mayor sea la comprensión de los estadounidenses sobre las actividades terroristas y afiliaciones de estos detenidos, más se opondrán a los terriblemente erróneos planes de la Administración de ponerles en libertad”, ha afirmado Ayotte en un comunicado.

¿Más inocentes que criminales de guerra?

Tras el último envío a Emiratos Árabes Unidos, el número de internos en Guantánamo se reduce ahora a 61. De estos, 20 han sido considerados aptos para ser puestos en libertad, a otros 10 se les imputan crímenes de guerra y serán juzgados por ello, y otros 13 están esperando el fallo final del panel de revisión de sus casos. Sobre el resto no hay nada decidido.

Cuando Obama accedió a la presidencia en 2009, la prisión de Guantánamo acogía todavía a 242 presos. Su antecesor en el cargo, George W. Bush, había liberado ya a más del medio millar de sospechosos de terrorismo que habían pasado por la instalación en la base militar estadounidense en Cuba: el escándalo de las torturas en la prisión iraquí de Abu Ghraib había obligado a su Gobierno a tomar medidas respecto a estos individuos retenidos durante años, a menudo sin cargos y sin que muchas veces hubiesen aportado información relevante alguna.

Algunos han muerto en custodia. Otros, como el yemení Samir Naji Al Hasan Moqbel, han estado en ese limbo durante 14 años. El mauritano Mohamed Ould Slahi, autor del estremecedor “Diario de Guantánamo” y cuyo caso ha sido seguido de cerca por Amnistía Internacional, lleva detenido finales de septiembre de 2001, y su traslado solo fue autorizado este pasado julio.

No era el caso de todos, por supuesto. Hay pocas dudas de las actividades de Khaled Sheikh Mohamed, uno de los cerebros del atentado contra las Torres Gemelas. La lista del Pentágono le describe como “la fuerza impulsora tras los ataques terroristas del 11-S, así como diferentes planes contra objetivos estadounidenses y occidentales en todo el mundo. Es uno de los cinco conspiradores del 11-S acusados en proceso militar con asesinato, terrorismo, secuestro, atentado contra civiles y propiedades civiles, destrucción de propiedad y conspiración”.

Pero para perfiles como el de Khaled Sheikh Mohamed, la solución es fácil: las evidencias en su contra son tan abrumadoras que puede ser juzgado normalmente y enviado a una prisión civil. El problema, el que ha hecho que la instalación de Guantánamo haya seguido abierta tanto tiempo, lo presentan otras figuras mucho más ambiguas, cuya presunta implicación en acciones terroristas se basa en pruebas débiles o meras sospechas. Individuos como el yemení Muhammad Said Salim Bin Salman o el afgano Abdul Zahir.

"Detenido por error"

Del primero, el informe solo dice que recibió entrenamiento en Al Farouq, y que “trabajó en los frentes, posiblemente como cocinero”, pero que en sus declaraciones aseguró que nunca combatió debido a sus dolores de espalda. El panel que examinó su caso le consideró como de riesgo medio, pero fue liberado en enero del año pasado y enviado a Omán. Abdul Zahir trabajó como librero y traductor entre miembros de Al Qaeda y líderes talibanes. “Fue probablemente tomado por error como un individuo con vínculos a las actividades de provisión de armas para Al Qaeda”, dice el informe, que añade: “Mientras Zahir ha admitido trabajar para [el comandante militar de Al Qaeda Abd Al Hadi] Al Iraqi y los talibanes, dice que fue forzado bajo amenazas a la seguridad de su familia, y ha negado toda implicación directa con los talibanes más allá de su papel como traductor”.

“Mantener a estos hombres ha sido una gran injusticia y una mancha duradera para los EEUU. Para empezar, estos hombres no deberían haber estado en Guantánamo”, ha declarado David Remes, un abogado especializado en derechos humanos que representa a varios de estos detenidos. “Una cosa es llevar a juicio a detenidos por ataques contra los EEUU. Otra, contraria a los valores con los que estamos comprometidos, es retener a hombres durante años sin acusarles de ningún crimen”.

Pero estos excesos no son algo que parezca preocupar a numerosos senadores republicanos partidarios del mantenimiento de la prisión. “Muchos de los detenidos que siguen en Guantánamo son lo peor de lo peor, como demuestra el hecho de que el 93% de los detenidos que han seguido allí hasta finales del último año han sido evaluados como de un alto riesgo de retorno al terrorismo”, afirma Ayotte. “Este informe muestra una vez más por qué necesitamos una ley de sentido común sobre la política de detención de guerra, enfocada en la seguridad de los estadounidenses y nada más, que mantenga a los terroristas alejados del campo de batalla y reúna la inteligencia necesaria para prevenir futuros ataques”, asegura.

Los republicanos afirman que la tasa de antiguos presos de Guantánamo que vuelven a implicarse en acciones terroristas es de casi un tercio. La Administración Obama, sin embargo, reduce la tasa de los reincidentes entre los liberados por su Gobierno a un 4,9% de casos confirmados, y de otro 8% de sospechosos. Esta misma semana uno de los detenidos, Ismael Ali Faraj Ali Bakush, un antiguo miembro del Grupo Combatiente Islámico Libio y miembro de Al Qaeda, fue considerado demasiado peligroso para ser puesto en libertad por el panel que revisaba su caso, y etiquetado de “preso de por vida”. Si Obama logra salirse con la suya, lo será en otra prisión. Pero no faltan quienes quieren convertirle, a él y a otros, en el motivo por el que el centro de Guantánamo debe seguir abierto.

“Al-Muzaffari viajó a Afganistán a finales de 1999 para hacer la yihad. Recibió formación y se convirtió en instructor en el campo de entrenamiento Al Farouq de Al Qaeda, y trabajó brevemente como guardaespaldas para Osama Bin Laden”. “Al-Warafi viajó a Afganistán para ayudar a los talibanes. Recibió entrenamiento en armamento en el frente y proporcionó asistencia médica a combatientes talibanes heridos y enfermos”. “Ghazi recibió entrenamiento básico en armamento en el campo Al Farouq durante unos diez días, se quedó en la casa de huéspedes de Al Qaeda y estuvo presente en [la batalla de] Tora Bora tras el 11-S”.

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