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La justicia selectiva de la India: los famosos quedan libres, los demás van a la cárcel
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un sistema judicial a dos velocidades

La justicia selectiva de la India: los famosos quedan libres, los demás van a la cárcel

Varios casos en los que estrellas de Bollywood han obtenido un tratamiento preferencial en los tribunales han subrayado las diferencias ante la ley. Y más que el dinero, importan las conexiones

Foto: El actor Salman Khan sale de los tribunales tras ser absuelto de homicidio, en diciembre de 2015 (EFE)
El actor Salman Khan sale de los tribunales tras ser absuelto de homicidio, en diciembre de 2015 (EFE)

En septiembre de 2002, el Toyota Land Cruiser de Salman Khan, uno de los actores más aclamados de la industria cinematográfica de Bollywood, se salió de la carretera atropellando a varias personas que dormían en una calle de Mumbai. Como consecuencia del accidente, una persona resultó muerta y cuatro heridas. El actor además se dio a la fuga. En mayo del año pasado, Khan fue sentenciado a cinco años de cárcel. La decisión fue aclamada por gran parte de la opinión pública, incluyendo piezas de opinión donde se afirmaba que “el veredicto es un claro mensaje a la elite india de que ellos no están por encima de la ley”.

Pero la alegría duró, literalmente, dos días, cuando el Tribunal Superior de Mumbai suspendió la sentencia a la espera de su apelación, por lo que el actor quedó libre. Siete meses después, nuevo veredicto: “Se permite la apelación y la decisión tomada por el tribunal de primera instancia queda anulada. Salman Khan es absuelto de todos sus cargos”, afirmaba el juez Anil Ramchandra Joshi.

Es el último ejemplo de lo que Jeet H. Shroff, experto no residente en el Vidhi Centre for Legal Policy, denomina “justicia VIP”: “Por un lado, el hecho de que algunos casos se resuelven con más rapidez que otros, lo que por sí mismo ya indica un tratamiento especial. Por otro, se dan a menudo casos de gente que sería considerada culpable según las pruebas y que, en cambio, salen libres basándose en tecnicismos”. Una justicia a dos velocidades, una justicia para dos grupos de gente: la elite y “el hombre común”. La existencia de un sistema judicial que no es igual para todos.

En el caso de Salman Khan, no solo el tribunal desestimó al principal testigo, ya muerto, sino que se perdieron pruebas vitaltes como las muestras de sangre y orina del actor

En el fallo del caso Khan, el tribunal argumentaba que la corte anterior había “errado” en su decisión de encontrar culpable de homicidio al actor y tachaba de “no totalmente fiable” al principal testigo (muerto por tuberculosis en 2007) que aseguraba que el actor conducía borracho el vehículo aquella noche. En este último juicio se presentó, en cambio, un nuevo testigo: por primera vez en 13 años, Ashok Singh, chofer del actor, dijo que era él quien conducía.

En el juicio también se señaló que la policía de Mumbai no había seguido los protocolos de actuación requeridos durante la investigación. Además, se perdieron pruebas: los viales que contenían la orina de Salman Khan desaparecieron y las muestras de sangre quedaron reducidas a 2 mm cuando llegaron al laboratorio, por lo que no se pudieron realizar los test de alcoholemia.

Si los propios magistrados señalan en un juicio que la policía no ha hecho su trabajo, ¿qué pasa con esos oficiales? Según Shroff es responsabilidad política cesar a los policías que han cometido errores, cosa que no suele ocurrir “porque básicamente, la celebridad o persona VIP que ha conseguido influenciar de alguna manera a la policía o al fiscal, lo consigue también con los gobiernos, así que todo el mundo se asegura de que esa persona salga airosa y que nadie pague porque se escape de la justicia”, cuenta por teléfono desde Mumbai.

No es el dinero, sino la fama

Pero, ¿qué hubiese ocurrido si Salman Khan no hubiese sido una celebridad de Bollywood? Hay otros dos casos que implicaban también atropello con fuga y cuyas sentencias han sido bien diferentes. El de Alistair Perera, descendiente de una familia con negocios de inmobiliarias, que en 2006 mató a siete personas e hirió a ocho, todos ellos trabajadores de la construcción que también dormían en una calle de Mumbai. El Tribunal Supremo, tras varias apelaciones que duraron alrededor de seis años, le condenó a tres años de cárcel. Sanjeev Nanda, también hijo de una familia de empresarios, arrolló a seis personas, incluido tres policías, en Delhi en 1999. A pesar de ser absuelto en un primer juicio, en 2008 fue condenado a 2 años de cárcel por la Corte Superior de Delhi.

“Ambos son ricos, podía permitirse tener buenos abogados, pero no son celebrities, no son ‘personas conocidas’, no estaban conectados con influencias poderosas”, explica Shroff. El abogado señala también la sorprendente rapidez con la que se resolvió la apelación de Khan: siete meses, algo que tacha de “muy sorprendente” en un país donde hay más de 22 millones de casos pendientes de juicio en cortes de distrito (de los cuales 6 millones llevan más de cinco años esperando), 4,5 millones en cortes superiores y más de 60.000 en el Tribunal Supremo.

Pero el de Salman Khan no es el único caso con “tratamiento preferencial”. Sanjay Dutt, también actor, condenado a cinco años de cárcel en 2013 por posesión ilegal de armas, ha disfrutado de permisos de salida en cuatro ocasiones, unos 132 días en total, por razones tan variopintas como atender a su madre enferma o asistir al estreno de una película. O el caso de Manu Sharma, hijo de un político, que mató a una camarera porque ésta se negó a servirle una copa en un bar. Hizo falta una campaña mediática para que los tribunales tomasen en serio las pruebas y acabó siendo condenado a cadena perpetua, pero desde entonces, ha conseguido permisos de salida para, entre otras cosas, atender a la boda de su hermano, ayudar a su padre en sus negocios o acudir a un examen.

Además de la opinión pública, o expertos en leyes, varios jueces también se han pronunciado de manera similar en distintas ocasiones en contra de esta justicia selectiva. “Hay que revisar el sistema de justicia criminal al completo, de modo que el mandato constitucional de igualdad ante la ley tenga significado, y no ocurra que los tribunales estén ocupados por personas con dinero y poder”, afirmaba S.N. Dhingra, juez del Tribunal Superior de Delhi, en diciembre de 2010, cuando desestimaba la condena de un vendedor de verduras que había pasado siete años en prisión debido a los retrasos en su apelación.

“Los tribunales se han convertido en un cielo para los ricos y la gente con influencias. ¿Qué ocurrirá con la gente corriente si sólo atendemos los casos de los ricos? ¿Sólo somos representantes de la gente que tiene dinero? Estamos aquí para los pobres también”, dijo el juez del Tribunal Supremo B.S. Chauhan al rechazar una petición urgente de un hombre de negocios.

Casi el 68% de los reclusos que espera en las 1.387 cárceles del país no han sido juzgados, según datos oficiales

Según los últimos datos de la Oficina Nacional de Registro de Crímenes, casi el 68% de los reclusos que espera en las 1.387 cárceles del país no han sido juzgados. Por eso, el juez H.L Dattu, se expresaba de esta manera cuando desestimaba la petición de libertad bajo fianza de un político: “Mirad la tragedia de nuestro país. La sentencia salió en enero de este año y la apelación ya ha sido atendida [en septiembre]. ¡Qué audiencia tan rápida! ¿En cuántos casos hacemos esto? Es por este tipo de cosas por lo que los pobres sienten que el sistema sólo se preocupa de los famosos”.

En septiembre de 2002, el Toyota Land Cruiser de Salman Khan, uno de los actores más aclamados de la industria cinematográfica de Bollywood, se salió de la carretera atropellando a varias personas que dormían en una calle de Mumbai. Como consecuencia del accidente, una persona resultó muerta y cuatro heridas. El actor además se dio a la fuga. En mayo del año pasado, Khan fue sentenciado a cinco años de cárcel. La decisión fue aclamada por gran parte de la opinión pública, incluyendo piezas de opinión donde se afirmaba que “el veredicto es un claro mensaje a la elite india de que ellos no están por encima de la ley”.

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