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"Rescatadme de este infierno": las esclavas domésticas nepalíes enviadas a Siria
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puede haber 600 casos

"Rescatadme de este infierno": las esclavas domésticas nepalíes enviadas a Siria

Más de 8.000 personas al año son víctimas de las redes de tráfico de personas en Nepal. Algunas de ellas son enviadas mediante engaños a zonas de guerra, como Sajina, atrapada en Damasco

Foto: Fotografía de varias jóvenes nepalíes retenidas en Siria, junto a sus traficantes
Fotografía de varias jóvenes nepalíes retenidas en Siria, junto a sus traficantes

“Quiero hablar contigo, pero no puedo. Te contaré todo cuando esté de vuelta en Nepal”, son las escasas líneas de un mensaje al que Sajina ha podido contestar en Facebook. Cuando su empleadora no la ve, se conecta a la red social para poder contactar con su familia y con el mundo. Lleva más de dos años viviendo en Siria. A la fuerza. Cuando salió de Nepal, iba con la ilusión de haber conseguido un trabajo en Dubai. Lo que no sabía es que acabarían llevándola a un país que lleva más de cinco años en guerra.

“Vive con una mujer mayor y tiene que cuidar de ella y hacer las tareas del hogar. Le paga muy poco y sólo a veces”, cuenta Samina, su hermana. Desde que en mayo de 2014 Sajina saliera de su pueblo natal, en el distrito de Dhankuta, al este del país, apenas ha podido hablar con ella, aunque sí que le ha contado que oye las bombas cuando caen “cerca de su casa, cerca de su ventana”, en Damasco. “Dice que está en un constante estado de nervios”, sigue relatando Samina por teléfono, emocionada.

Sajina no es la única que ha pasado por esto. Samina sólo supo lo que de verdad le había pasado a su hermana cuando Gyanu Magar, quien también buscaba un trabajo mejor en el extranjero, volvió a Nepal en diciembre de 2015. Fue ella quien le contó cómo viajaron a India, Oman y Dubai, y cómo ambas chicas, que se hicieron amigas después de varios días de viaje, fueron convencidas de ir a Siria “durante sólo unos días” mientras se arreglaban sus papeles de trabajo en Dubai. No pudieron regresar.

Gyanu se dio cuenta de que había sido traficadas cuando pidió volver a su país y su empleadora le dijo que sólo le dejaría irse si le devolvía los 6.000 dólares (5.400 €) que había pagado por ella. Entonces escribió un mensaje en Facebook: “Rescatadme de este infierno”.

En junio de 2015, cuando Gyanu llevaba ya más de un año trabajando en Damasco, el periodista Manoj Shrestha leyó su llamada de socorro. Consiguió ponerse en contacto con la familia de Gyanu y escribió un artículo en el portal de noticias halokhabar.com. La historia se hizo viral. “Reuní información y se la di a la policía: documentos, fotos, nombres, números...”, cuenta el reportero mientras charlamos en una cafetería en Katmandú, unos meses más tarde.

Esos documentos incluían una fotografía en la que, cual familia o grupo de amigos, Gyanu y Sajina posaban junto a los dos hombres que las traficarían después delante de la Puerta de India, un monumento turístico de Nueva Delhi. “Seguimos la pista de varios números de teléfono que nos llevaron hasta Shovakanta Battarai, un agente local al que arrestamos. En su casa encontramos cuatro pasaportes y 15 informes médicos. Estaba en proceso de traficar con más mujeres”, explica Tarini Lamsal, superintendente de policía.

Un rescate de 18 meses

Al enterarse, también por redes sociales, de que había una mujer nepalí atrapada en Siria, Nisha Baniya, abogada y miembro de la Federación de Sindicatos Nepalí (GEFONT), decidió ayudar. “Si hace falta dinero para su rescate, GEFONT lo puede poner. Por favor, que la chica no se quede sin rescatar porque no haya dinero”, cuenta que le dijo a los oficiales del Ministerio de Exteriores a cargo del caso. En total, la organización pudo recaudar 1.800 dólares (1.600 €).

Nepal carece de Embajada en Siria, por eso fue la misión diplomática de Egipto quien se encargó de todo. Una persona fue designada para visitar la casa de Damasco donde Gyanu se encontraba, y tras varias negociaciones, finalmente la familia para la que trabajaba le dejó marchar. En total, 18 meses de peripecia, angustia y trabajo forzado. “Gyanu volvió a Nepal durante la primera semana de diciembre de 2015, con sólo 20 dólares en su mano”, sigue contando el periodista Shrestha.

El caso de Gyanu (con quien este medio ha contactado, negándose a declarar “porque quiero olvidar y porque la mala experiencia con otros periodistas me ha hecho perder el total interés por volver a hablar con la prensa”), confirmó la existencia de una red de tráfico de mujeres nepalíes a Siria. Entonces más nombres empezaron a salir en medios, como los de Binita Rai o Sunita Magar.

La trata de personas es un problema en Nepal desde hace décadas. El último informe de la Comisión Nacional de Derechos Humanos recoge que entre 8.000 y 8.500 personas fueron traficadas en el país cada uno de los periodos 2013- 2014 y 2014-2015. Según datos proporcionados por la Oficina Central de Investigación (CIB), desde abril de 2015 a mayo de 2016, 40 personas que tenían como destino zonas de conflicto fueron interceptadas antes de abandonar Nepal: 5iban a Siria, 35 al Kurdistán iraquí. En el mismo periodo, hubo 11 detenidos.

Entre ellos Battarai, que espera a su juicio en prisión preventiva en Butwal, de donde es originario, también ciudad natal de Gyanu. El otro implicado en este caso, Panchu Lama, está en paradero desconocido. “Creemos que es nepalí, pero vive en India. Fue el que les ayudó a entrar en Dubai desde Nueva Delhi”, cuenta el policía mientras le señala en la foto de grupo.

En este caso, como suele ocurrir en todos los casos de trata de personas, los agentes o traficantes usan los mismos trucos: “Dicen pertenecer a agencias que buscan trabajo en el exterior, pero no es verdad. Convencen a la gente de tal manera que creen que están yendo a un lugar cuando al final los llevarán a otro”, cuenta el superintendente.

¿Cuántas víctimas hay en Siria?

Se basa todo en falsas promesas, pero los documentos son reales: “De Nepal a India no hay problemas para entrar debido a la frontera abierta que compartimos. De India a Dubai fueron con visado de visita; y De Dubai a Siria viajaron en avión haciendo escala en Oman”, cuenta el policía según las declaraciones tomadas a Gyanu.

Y llega la pregunta obligada que nadie sabe responder. ¿Cuántas mujeres nepalíes han sido traficadas a Siria? Citando fuentes diplomáticas, el periodista Shrestha calcula que unas 600, “pero en realidad no se puede saber a ciencia cierta”.

Desde el Ministerio de Asuntos Exteriores niegan la mayor. “No tenemos conocimiento de que haya nadie. ¿Cómo vamos a saberlo?”, explica el portavoz Dipak Adhikari en su despacho. Al enseñarle distintos artículos que citan fuentes diplomáticas nepalíes, se extraña: “Eso son estimaciones, pero ¿basadas en qué?”. No obstante tiene muy claro el papel del gobierno. “La gente que está ahí se ha ido de manera ilegal. El gobierno no puede tener un seguimiento de los que se van sin permiso. Existe un protocolo de actuación de rescate de la gente que ha salido de Nepal con autorización, es decir, legalmente”.

El billete de avión con el que viajó Sajina (Fuente: Campaña 'Bring Back Sajina from Syria')Nepal no deja salir a sus ciudadanos si no tienen un permiso laboral en el país al que van a trabajar. Es la “autorización de trabajo” a la que Adhikari se refiere. “Siria ya tiene sus propios problemas. Además, ¿quien querría ir allí a trabajar? Miles de personas abandonan el país cada día, huyendo de la guerra”, dice sentado en el sofá.

“Mi hermana no sabía que en Siria había una guerra”, cuenta Samina. Lo mismo que dijo Gyanu cuando volvió: “Ella pensaba que iba legalmente”, aclara Nisha, repitiendo las palabras que Gyanu le dijo cuando se conocieron.

Mientras tanto, Samina sigue esperando por su hermana. Una página de Facebook (Bring Back Sajina from Syria​)recoge las peticiones populares para que Sajina vuelva a casa, pero la situación no cambia. Ni siquiera las repetidas visitas a las oficinas del Ministerio de Exteriores y de la policía aceleran el proceso de rescate. “Nadie nos ayuda. Estamos ya irritados, desmotivados...”, suspira Samina, y añade, antes de colgar el teléfono, “Sólo me queda la esperanza de seguir lanzando mi mensaje a través de los medios y que así, por fin, mi hermana pueda volver a Nepal”.

“Quiero hablar contigo, pero no puedo. Te contaré todo cuando esté de vuelta en Nepal”, son las escasas líneas de un mensaje al que Sajina ha podido contestar en Facebook. Cuando su empleadora no la ve, se conecta a la red social para poder contactar con su familia y con el mundo. Lleva más de dos años viviendo en Siria. A la fuerza. Cuando salió de Nepal, iba con la ilusión de haber conseguido un trabajo en Dubai. Lo que no sabía es que acabarían llevándola a un país que lleva más de cinco años en guerra.

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