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El maratón con obstáculos del chavismo para frenar el referéndum revocatorio
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¿Terminará el mandato de maduro?

El maratón con obstáculos del chavismo para frenar el referéndum revocatorio

Reinterpretación de la normativa, puntos de firmas en lugares inhóspitos y amenazas ante un proceso previsto en la ley

Foto: Una opositora grita frente a la policía durante una protesta a favor del revocatorio en Caracas, el 7 de junio de 2016 (Reuters).
Una opositora grita frente a la policía durante una protesta a favor del revocatorio en Caracas, el 7 de junio de 2016 (Reuters).

Desde tiempos de Chávez, el Gobierno supo revestirse ante la mirada internacional con una pátina democrática. Son muchas las ocasiones en que se han jactado de haber hecho 20 elecciones en 17 años. Pero toda cara tiene su envés y de puertas para adentro los matices llenan de dudas esa democracia. El ejemplo palpable es el que se vive en estos días en Venezuela, con el proceso de solicitud del referéndum revocatorio para medir en las urnas si se termina o no el mandato del presidente Nicolás Maduro.

El proceso se inició tarde por las mismas desavenencias de la Mesa de la Unidad (oposición), pero una vez entregada la solicitud, el Consejo Nacional Electoral (CNE, con 4 de sus 5 rectores abiertamente chavistas), se retrasó en entregar las planillas para que un 1% del censo electoral (alrededor de 200.000 personas) pudiera firmar y solicitar el revocatorio. La oposición hizo varias marchas y entregó diversas cartas para exigir la entrega de las planillas. Las marchas fueron reprimidas en el camino y políticos como Henrique Capriles agredidos. Finalmente, la planilla se entregó el 26 de abril y la gente se movilizó para firmar en los 30 días que puso el CNE, bajo un nuevo supuesto, donde reinterpretaron que el 1% de las firmas debe ser proporcional por Estado, y no del total del país.

En menos de una semana se recolectaron hasta 1,8 millones de firmas que la MUD entregó al CNE el 2 de mayo para su revisión, un proceso que según la norma debía durar 5 días continuos. Aquí se revisa que los documentos de identidad sean correctos, que no haya fallecidos firmantes, etcétera. 41 días después, 36 días por fuera de lo establecido, el CNE se pronunció. 600.000 firmas quedaron invalidadas. Entre los motivos, firmas donde la huella no estuviera bien impresa, la de quienes firmaron en un Estado distinto al que votan, otras con número de cédula incorrecto o fallecidos. Pero también aquellas que estuvieran en planillas incorrectas, donde por ejemplo, el nombre de Nicolás Maduro no estaba bien escrito. En estos casos, la planilla entera quedaba anulada, a pesar de haber sido entregadas por el órgano elector en esas condiciones.

En el camino, empezó el amedrentamiento. El alcalde de Libertador (Caracas), Jorge Rodríguez, quien fuera rector de CNE en la década pasada, fue nombrado por Maduro como “jefe de la comisión presidencial encargada de la revisión de solicitud de revocatorio contra el presidente Nicolás Maduro”. Con ese pretexto el dirigente chavista dijo haber revisado las firmas -algo que en teoría solo puede hacer el CNE-, amenazó en los medios públicos con buscar entre los firmantes a cargos públicos o beneficiarios de las misiones y, llegado el caso, retirarlos del cargo o quitarles sus beneficios. La misma cantinela salió de la boca del diputado y número dos del PSUV, Diosdado Cabello y del mismo presidente Maduro.

Con la revisión de las firmas vinieron nuevas normas, como una etapa nueva, donde los firmantes podían arrepentirse y retirar su rúbrica. Pero no se puso la contraparte, aquella donde se pudieran subsanar los errores de las firmas fallidas.

Tras este periodo de “arrepentimiento”, empezó la validación de las firmas. CNE sólo autorizó 300 máquinas captahuellas para todo el país lo que, por la cantidad de firmas a validar y los tiempos que daban, cinco jornadas de 8 am a 4 pm, se veía imposible completar las 1,3 millones de rúbricas. Además, dispuso las máquinas en lugares que hacen pensar que el objetivo era poner aún más trabas. Por ejemplo, en el municipio Chacao de Caracas, opositor, no pusieron ninguna máquina. Los habitantes de este municipio que quisieran validar su firma tuvieron que hacer un camino de varias horas por carretera para luego hacer cola y poner su huella en la máquina si tenían la suerte de que antes no se hubiera cerrado la oficina del CNE. En otros casos, tuvieron que atravesar el Estado entero, como en Delta Amacuro.

Si se producía algún hecho violento, el proceso de revocatorio se podría paralizar. Bajo este paraguas, y con una Venezuela cada vez más virulenta, cualquier cosa puede esperarse

El horario que se dispuso fue sin posibilidad de prórroga. El CNE no lo contempló en ningún caso, ni siquiera con gente en cola. En ningún proceso electoral han obrado así. De hecho, en las últimas elecciones del 6 de diciembre se anunció en repetidas ocasiones que los centros que tuvieran gente esperando para votar permanecerían abiertos. Aún así, se pudieron validar 409.313 firmas, el doble de lo necesario para pasar a la siguiente fase.

Con la captahuellas se supone que el proceso se aligera, ya que, como ocurre en las elecciones al uso, se puede verificar en tiempo real. Sin embargo, ahora vendrán 20 días continuos en los que el CNE deberá verificar (de nuevo) si se obtuvo el 1% por cada Estado.

El 26 de julio el CNE deberá pronunciarse nuevamente sobre este proceso y, a partir de ahí empezar “de verdad” la petición de revocatorio. Para eso se necesita el 20% de los votantes del censo electoral (4 millones de firmas). Y vuelta a empezar el mismo proceso, donde el CNE deberá decidir cuántas máquinas captahuellas pone y dónde las pone.

Después, si se cumple el calendario, vendrán las firmas de ese 20% en 3 días, su verificación en 15 días hábiles y, tras eso, la convocatoria oficial del CNE para hacer el revocatorio dentro de tres días hábiles más. Es aquí, en esas decisiones, en esos tiempos, donde el órgano electoral puede alargarse o poner nuevas normas, o reinterpretar otras, para que el revocatorio se dé después del 10 de enero. Es a partir de esa fecha en que esta consulta popular no daría paso a unas elecciones presidenciales de ser revocado Nicolás Maduro, sino que tomaría su lugar el Vicepresidente, a día de hoy, Aristóbulo Istúriz.

Si desde hoy se cumplieran los plazos tal y como estipula la norma, el revocatorio podría darse, a más tardar, en las últimas semanas de diciembre. La rectora Tibisay Lucena anunció en semanas pasadas que si se producía algún hecho violento, el proceso de revocatorio se podría paralizar. Bajo este paraguas, y con una Venezuela cada vez más virulenta, cualquier cosa puede esperarse. Habrá que ver el devenir de los días y si hay nuevos requisitos, tiempos o “situaciones sobrevenidas” para saber si finalmente hay revocatorio y cuándo.

Desde tiempos de Chávez, el Gobierno supo revestirse ante la mirada internacional con una pátina democrática. Son muchas las ocasiones en que se han jactado de haber hecho 20 elecciones en 17 años. Pero toda cara tiene su envés y de puertas para adentro los matices llenan de dudas esa democracia. El ejemplo palpable es el que se vive en estos días en Venezuela, con el proceso de solicitud del referéndum revocatorio para medir en las urnas si se termina o no el mandato del presidente Nicolás Maduro.

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