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Los turistas ricos de EEUU invaden la Cuba del deshielo
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esperan dos millones de norteamericanos al año

Los turistas ricos de EEUU invaden la Cuba del deshielo

La isla antillana está de moda, sobre todo en Estados Unidos. Mientras se organizan desfiles de Chanel y se filman películas de Hollywood, los cubanos se prepara para el 'boom' turístico

Foto: Una mujer con una bandera estadounidense aguarda la llegada del crucero 'Adonia' al puerto de La Habana, el 2 de mayo de 2016. (Reuters)
Una mujer con una bandera estadounidense aguarda la llegada del crucero 'Adonia' al puerto de La Habana, el 2 de mayo de 2016. (Reuters)

Desde la 'atalaya'de su puesto como guardia de seguridad en uno de los edificios que bordean la Avenida del Puerto, Abelardo Guevara ha visto casi todos los cruceros que han llegado a La Habana durante la última década. Ese tal vez sea el mayor incentivo adicional de su trabajo: mientras otros deben acercarse hasta la terminal Sierra Maestra para admirar los gigantes blancos que de tiempo en tiempo se adueñan del paisaje de la bahía, él puede disfrutarlos a placer desde una posición privilegiada, sin esfuerzo alguno. Así tiene -casi al alcance de la mano- los destellos de un mundo tan cercano como distante. Al menos para quien como él vive de un salario estatal cubano y reside en Alamar, una extensa urbanización de edificios de la era soviética ubicada al este de la capital.

En la mañana de este lunes, Abelardo también estuvo de guardia. Y como para no faltar a las cábalas, nuevamente el destino lo puso frente a frente con una de esas ciudades flotantes que en pocas horas inundan de turistas las calles del centro histórico habanero. Sin embargo, en esta ocasión asistía a un hecho histórico: por primera vez en 53 años el crucero que tocaba puerto llegaba desde los Estados Unidos.No solo eso: su punto de origen había sido Miami, la ciudad que desde 1959 ha ejercido como capital del anticastrismo, una condición que no han podido cambiar del todo ni las nuevas generaciones de cubanoamericanos ni las recientes oleadas migratorias procedentes de la isla.

Tras crecer casi un 20% entre 2014 y 2015, la industria turística cubana podría rondar en 2016 los cuatro millones de visitantes, una cifra que, a pesar de sumagnitud para el discreto escenario local, está bien lejos de lo que podría llegar a ser. Así piensa James Williams, presidente de Engage Cuba, para quien resulta una certeza qué ocurrirá el día en que se levanten las prohibiciones que impiden a sus conciudadanos viajar a la isla como turistas comunes (ahora lo hacen al amparo de un complicado sistema de licencias). “Nuestros cálculos son conservadores, pero prevemos que en uno o dos años los números crecerán hasta más de dos millones de [norte]americanos al año”, dice. La cuestión es que tanto en la Casa Blanca como en el Palacio de la Revolución también lo saben.

Precisamente hacia ese nicho de mercado apuntan compañías como Carnival, Iberostar y Kempinski, que en sus respectivas modalidades se aprestan a asumir una 'explosión'turística que podría dejar atrás a todos los restantes destinos del Caribe... e incluso los de los propios Estados Unidos.

placeholder Momento del rodaje de la octava entrega de 'Fast and Furious' en La Habana. (EFE)
Momento del rodaje de la octava entrega de 'Fast and Furious' en La Habana. (EFE)

En lo económico, el gigantesco mercado norteamericano se perfila como el catalizador esencial para la oleada de cambios que se vive en ambas orillas del Estrecho de la Florida. Así ha sucedido con la autorización otorgada a Carnival y seis empresas de ferris para que realicen viajes regulares a la isla. El hecho fue resultado de la presión de organizaciones como Engage Cuba, un 'lobby' que agrupa a empresarios, asociaciones comerciales y grupos de la sociedad civil partidarios de la normalización de las relaciones entre Washington y La Habana. Lograr lo que parecía una herejía fue solo el primer paso; a continuación (el 22 de abril), el Gobierno de Raúl Castro se vio obligado a derogar una vieja ley que prohibía a sus nacionales llegar al país o salir de él por la vía marítima, y otra más reciente que limitaba la importación de automóviles a un pequeño número por calendario y solo para contadas instituciones.

Cuba está de moda

“Es verdad que ya las cosas no son como antes, yo mismo tengo conocidos que se fueron y pasan más tiempo en Cuba que en la Yuma [calificativo informal referido al exterior, sobre todo a los Estados Unidos]. Pero de todas formas es un cambio grande, si hace algún tiempo alguien me hubiera dicho que vería algo así, le hubiera respondido que estaba loco”, dice Abelardo.

'Locura'es solo un término relativo en La Habana de estos días. En los últimos meses, aquí se han vivido las visitas del papa Francisco y el presidente norteamericano,Barack Obama, las más sobresalientes entre una larga lista de otros mandatarios y hombres de negocios que han hecho a más de uno exclamar que la ciudad está “de moda”.

A los viajeros del 'Adonia', el crucero de la compañía Carnival que inaugura la nueva línea de viajes, los recibe también el gigantesco dispositivo que acompaña a las filmaciones de la octava parte de la película 'Fast and Furious'. A solo unas cuadras del puerto, ya comienzan a verse los desvíos de tránsito y las calles llenas de camiones llegados desde Hollywood, que sobresalen entre toda la parafernalia de un mundo que hasta ahora los cubanos solo conocían a través de la televisión. Algunos vecinos incluso han aprovechado para hacer su agosto, contratándose como extras, o alquilando sus balcones y vendiéndoles meriendas a los cientos de curiosos que siguen cada detalle del espectáculo. Esta semana, la glamurosa firma de moda francesa Chanel ha presentado su colección 2016-2017 en el Paseo del Prado de La Habana.

"¡Es una ciudad asombrosa, con gente única!", exclama Alex, un turista neozelandés que fotografía las obras del nuevo hotel de lujo que se construye junto al Parque Central, aprovechando uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad: la Manzana de Gómez. Allí, donde por más de un siglo compartieran espacio tiendas y decenas de apartamentos, funcionará muy pronto una instalación regentada por el grupo suizo Kempinski, el más antiguo de Europa. Con su apertura se reafirma la expansión de un turismo de alto 'standing', como el que representa Alex, capaz de pagar los 150 o 200 euros que por noche cuestan las habitaciones más sencillas de hoteles como el cercano Iberostar Parque Central o de otros de cinco estrellas que poco a poco van jalonando el paisaje de la capital cubana.

El primer viaje de un crucero entre Cuba y los Estados Unidos tiene un trasfondo humano que resulta incluso más decisivo. Después de décadas de confrontación y de un distanciamiento que multiplicó exponencialmente las 90 millas que separan ambos países, las personas podrán realizar viajes marítimos e intercambiar numerosas mercancías de forma directa, una posibilidad que supone un duro golpe para el exilio anticastrista, y obligará a los gobiernos de Washington y La Habana a revisar sus respectivas políticas.

Acercando el Estrecho

Por eso, a pesar de que en el primer viaje quincenal del 'Adonia' solo se contaba una veintena de cubanos o sus descendientes, resulta tan importante el hecho de que esa posibilidad se haya abierto. “Después de 40 años, decidí venir y conocer en persona a mi familia de aquí, es mucha la emoción”, dijo al tocar tierra Nick Peña, un hombre ya maduro que abandonó la isla siendo niño. Como él, Vicky Rey o María Eugenia Estrampesaseguraban vivir el suceso desde una posición excepcional: la del que se sabe partícipe de un hecho trascendente y a la vez íntimo.

Para Carnival, la historia previa constituye un referente que pone en contexto la magnitud del acontecimiento ocurrido este lunes y los enorgullece, aseguró en una conferencia de prensa Arnold Donald, el presidente de su directiva. De acuerdo con sus declaraciones, la compañía continuará expandiendo los vínculos con la isla mayor de las Antillas y abogando porque se eliminen las “trabas que todavía existen para el comercio y las buenas relaciones”.

Lo que pueda ocurrir en un futuro cercano tal vez no sea tan difícil de predecir. Un empresario cubano-americano tan avisado como Hugo Cancio, con vínculos comerciales en ambas orillas del Estrecho e impulsor de la poderosa revista 'Oncuba', tiene claras sus apuestas. “Miami es una extensión de Cuba, y fuera de la retórica de muchos años del Estado de acusar al exilio de ser la mafia de Miami, retórica que hoy ya no existe, no he conocido a ningún cubano de la isla con una opinión negativa de la diáspora. Ellos son las madres, los hijos, los nietos, los bisnietos de los cubanos de la isla. Y los cubano-americanos ahora tenemos que ser una parte importante del futuro de Cuba. Yo si invierto en Ohio, solo busco réditos. Si invierto en Cuba,invierto en el futuro de mis sobrinos”.

Tras la llegada de Carnival a La Habana, no hay que ser particularmente perspicaz para saber que muy pronto laseguirán otras empresas, y que los cambios se harán cada día más visibles. Desde su privilegiada posición junto a la Avenida del Puerto, Abelardo puede verlos.

Desde la 'atalaya'de su puesto como guardia de seguridad en uno de los edificios que bordean la Avenida del Puerto, Abelardo Guevara ha visto casi todos los cruceros que han llegado a La Habana durante la última década. Ese tal vez sea el mayor incentivo adicional de su trabajo: mientras otros deben acercarse hasta la terminal Sierra Maestra para admirar los gigantes blancos que de tiempo en tiempo se adueñan del paisaje de la bahía, él puede disfrutarlos a placer desde una posición privilegiada, sin esfuerzo alguno. Así tiene -casi al alcance de la mano- los destellos de un mundo tan cercano como distante. Al menos para quien como él vive de un salario estatal cubano y reside en Alamar, una extensa urbanización de edificios de la era soviética ubicada al este de la capital.

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