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Batalla a vida o muerte en New Hampshire: los republicanos lo apuestan todo
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TRUMP, OBLIGADO A GANAR

Batalla a vida o muerte en New Hampshire: los republicanos lo apuestan todo

"No paran de llamarme de la campaña de Trump preguntándome a quién voy a votar", se queja Deane Haskell, un vecino de New Hampshire. La cita electoral es una batalla a vida o muerte

Foto: El candidato republicano Ted Cruz, durante un evento de campaña en Rye, New Hampshire, el 19 de enero de 2016. (Reuters)
El candidato republicano Ted Cruz, durante un evento de campaña en Rye, New Hampshire, el 19 de enero de 2016. (Reuters)

"No paran de llamarme de la campaña de Trump preguntándome a quién voy a votar. Y no es ni una persona. ¡Es un robot!", se queja a la agencia EFE Deane Haskell, un vecino de New Hampshire que vive bajo el bombardeo propagandístico de una cita electoral que se ha convertido en una batalla a vida o muerte. "Dije que a Trump para que se callasen, pero me han seguido llamando. Así que ya he votado por Trump como unas cinco veces", explicó entre risas Haskell, quien regenta junto a su mujer un pequeño motel en la localidad de Franconia, en el montañoso norte de New Hampshire.

La insistencia de la campaña del magnate inmobiliario Donald Trump por tratar de ganarse el voto de Haskell no es injustificada, pues el millonario, como la mayoría de sus rivales republicanos, afronta en este pequeño estado de menos de un millón y medio de habitantes una contienda crucial para su futuro. Tras su inesperada derrota en Iowa, donde la mayoría de las encuestas le auguraban una holgada victoria durante los días previos a los comicios, Trump está prácticamente obligado a ganar en New Hampshire, y a hacerlo por un amplio margen, si no quiere que el torbellino en el que se ha convertido su campaña se desvanezca.

Desde verano del año pasado, el magnate neoyorquino ha liderado todos los sondeos nacionales y se ha convertido en la sensación de la carrera a la nominación republicana a la Casa Blanca con su estilo agresivo, irrespetuoso y dominante, apoyado siempre por el aura de ganador que le acompaña por su exitosa carrera profesional. Pero en caso de perder en New Hampshire, donde de nuevo las encuestas le proyectan vencedor, ese aura desaparecería por completo (ya quedó lastimada tras su derrota en Iowa), y podría suponer una estocada definitiva a una campaña que demostraría, pese a las altas cotas alcanzadas, tener los pies de barro.

Pero si el escenario de un hipotético mal resultado en New Hampshire es desolador para Trump, todavía lo es más para la mayoría de sus rivales en el bando conservador, quienes, de no alcanzar unos mínimos, podrían verse obligados a renunciar y abandonar la carrera presidencial. Es habitual que los caucus de Iowa y las primarias de New Hampshire, que por tradición dan el pistoletazo de salida al proceso de elección de candidatos a la Casa Blanca para ambos partidos, sirvan de filtro para determinar qué aspirantes no pasan el corte mínimo y reducir así el número de contendientes en liza.

Ya tras Iowa renunciaron los republicanos Mike Huckabee, Rick Santorum y Rand Paul, y el demócrata Martin O'Malley, y en New Hampshire se lo juegan todo otros cuatro conservadores: Jeb Bush, Chris Christie, John Kasich y Carly Fiorina.

Bush, el otrora favorito, lleva varios meses en una espiral descendente en que las encuestas le dan menos de un 5% de los apoyos a nivel nacional, y quedó en sexto lugar en Iowa (por detrás incluso de Paul, que ya ha abandonado), por lo que un resultado similar en New Hampshire sería fatal. Parecida es la situación de los gobernadores Christie y Kasich, quienes, además, compiten con el que fuera una de las sensaciones de los caucus de Iowa, Marco Rubio, por el voto conservador moderado, del que New Hampshire es un buen granero.

Tanto Bush como Kasich y Christie han dedicado gran parte de sus esfuerzos y recursos de campaña a New Hampshire, en busca de un buen resultado que les permita alzarse como opción real y seguir vivos en la carrera. Por su parte, la exconsejera delegada de Hewlett-Packard Carly Fiorina, la peor posicionada en los sondeos de los aspirantes que quedan en liza, necesita lograr un número notable de apoyos en este pequeño estado del noreste para convencer al electorado de que todavía es una alternativa real. "Les he dicho que voy a votar a Trump, sí... y de hecho no voy a hacerlo. No votaré en las primarias republicanas. Voy a votar en las demócratas", confesó Haskell a EFE, impermeable a la desesperada presión de unos candidatos conservadores que han puesto en manos de New Hampshire su propia supervivencia.

"No paran de llamarme de la campaña de Trump preguntándome a quién voy a votar. Y no es ni una persona. ¡Es un robot!", se queja a la agencia EFE Deane Haskell, un vecino de New Hampshire que vive bajo el bombardeo propagandístico de una cita electoral que se ha convertido en una batalla a vida o muerte. "Dije que a Trump para que se callasen, pero me han seguido llamando. Así que ya he votado por Trump como unas cinco veces", explicó entre risas Haskell, quien regenta junto a su mujer un pequeño motel en la localidad de Franconia, en el montañoso norte de New Hampshire.

Marco Rubio
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