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Prostituirse a los 70: las rezagadas del progreso en Corea del Sur
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forzadas por el empobrecimiento de la tercera edad

Prostituirse a los 70: las rezagadas del progreso en Corea del Sur

Las llaman las 'Bacchus ladies', por la bebida energética que venden y con la que enmascaran su verdadero negocio, ilegal en el país. Mujeres forzadas a vender su cuerpo por la pobreza

Foto: Gil Won-ok, una mujer surcoreana, antigua "comfort woman" de los japoneses durante la II Guerra Mundial, en una marcha de protesta en Seúl (Reuters).
Gil Won-ok, una mujer surcoreana, antigua "comfort woman" de los japoneses durante la II Guerra Mundial, en una marcha de protesta en Seúl (Reuters).

Se las puede ver en todo el país, pero sobre todo en Seúl. Señoras con más de 60 años que, cerca de estaciones de metro o en parques públicos, ofrecen bebidas energéticas a los hombres que pasan por allí. Venden un refresco llamado Bacchus, un popular brebaje similar a un Red Bull que las ancianas ofrecen a los señores de su edad que pasan por allí. Algunas solo venden eso. Otras ofrecen servicios muy distintos en moteles cercanos.

Son centenares de ancianas que hoy, a sus 60, 70 e incluso 80 años, están haciendo la calle. Ciudadanas que no pudieron subirse al veloz tren del progreso que transformó Corea del Sur en un tiempo récord tras la guerra, dedicadas a la profesión más antigua del mundo en uno de los estados más tecnológicos del planeta.

Las mujeres suelen esperar que algún hombre adulto se dirija a ellas para tratar de venderle algo más que una botella de Bacchus. Suelen ofrecer servicios sexuales que pueden variar de precio entre los 10 y los 50 dólares, explica la investigadora Lee Ho-Sun. Según ella, son las propias 'Bacchus ladies' -como se las conoce popularmente- las que llevarán al cliente a un motel cercano. La habitación, que suele costar unos cinco dólares por servicio, la pagan ellas. También facilitan Viagra.

Según Lee Ho-Sun, otras ancianas también ofrecen sexo camufladas como vendedoras de café o 'soju', la popular bebida alcóholica coreana. “Se está rompiendo el modelo social de Corea del Sur, los ancianos han de ser muy respetados y deben ofrecer sabiduría”, lamenta. En cambio, estima que puede haber hasta 400 mujeres de la tercera edad atadas a este tipo de prostitución.

La raíz del problema se remonta a una de las estrategias para lograr el milagro económico surcoreano: combatir la demografía. Tras la guerra que separó a ambas Coreas, la población creció exponencialmente hasta la década de los sesenta. A partir de entonces, se empezó a luchar para frenar la natalidad, ya que se determinó que minaba el crecimiento económico. Se eliminaron ayudas a la maternidad, se financiaron esterilizaciones y el aborto fue legalizado. Como consecuencia, la población surcoreana es una de las que más envejecen en el mundo. Según el Ministerio de Salud, hoy en día la media estimada de hijos por surcoreana es de 1,19 y más de un 12% de los ciudadanos sobrepasa los 65 años. Las pensiones son mínimas y muchos ancianos han de buscar alternativas. Incluso en la prostitución.

Según el periodista Matt Shea, el progreso económico fue mayor que la creación de políticas sociales. El propio Gobierno surcoreano, hoy preocupado por el envejecimiento de su población, estima que la mitad de los ancianos pueden acabar solos y relegados a la pobreza.

Cerco a la prostitución

A raíz de un artículo en la BBC que alertaba de la elevada concentración de 'Bacchus ladies' cerca de la estación de metro del parque Jongmyo, la policía realizó numerosas redadas, y ahora estas trabajadoras del sexo se reparten por otras zonas de Seúl, como el teatro Picadilly, explica AFP. Porque en Corea del Sur la prostitución está muy perseguida y es completamente ilegal desde hace algo más de una década.

Eso no impide que el comercio sexual siga siendo notorio. El propio Gobierno llegó a reconocer que puede mover hasta un 4% del PIB de Corea del Sur, lo mismo que generan la industria pesquera y la agricultura juntas. Y suelen ser habituales las protestas de las trabajadoras del sexo contra su persecución. La prostitución puede ser ilegal, pero no deja de ser palpable.

Sin embargo, el modelo del negocio ha cambiado desde que se endureció la legislación contra el comercio sexual. Hace 10 años eran habituales las casas de alterne, hoy en día son más habituales los contactos por internet. El periodista Kwang Sang Soo afirma que es difícil que se produzcan arrestos, ya que las vendedoras de sexo cambian de ordenador y de conexión IP para que la policía no pueda rastrearlas.

El modelo económico surcoreano también ha creado otro tipo de alternativas al amor. La sociedad surcoreana es de las que más horas trabajan y más duro, con menos de 10 días de vacaciones al año. La media de edad a la que se casan las parejas está en los 31 años, de las más elevadas en toda Asia, y existen otras opciones para quienes no tienen tiempo para contraer matrimonio. En muchos edificios de oficinas en los distritos económicos existen pequeñas habitaciones conocidas como 'officetels', donde viven chicas que, previo pago, juegan a ser pareja de los hombres que van a visitarlas. Por una tarifa de más de 100 dólares, además de sexo, ofrecen conversación y fingen ser las novias de los clientes, para evitar ser detenidas por prostituirse. Suelen contactar con ellas por internet muchos trabajadores faltos de tiempo, un perfil diferente al de los hombres de la tercera edad que han de buscar calor en los servicios de las 'Bacchus ladies'.

Se las puede ver en todo el país, pero sobre todo en Seúl. Señoras con más de 60 años que, cerca de estaciones de metro o en parques públicos, ofrecen bebidas energéticas a los hombres que pasan por allí. Venden un refresco llamado Bacchus, un popular brebaje similar a un Red Bull que las ancianas ofrecen a los señores de su edad que pasan por allí. Algunas solo venden eso. Otras ofrecen servicios muy distintos en moteles cercanos.

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