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Gordon Brown, KO en el tercer debate: Cameron saca partido de la crisis y sube en las encuestas
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Gordon Brown, KO en el tercer debate: Cameron saca partido de la crisis y sube en las encuestas

La economía siempre había sido el bote salvavidas para Gordon Brown. Pero ayer, el premier se hundió en el fondo del mar. David Cameron supo ganarle

Foto: Gordon Brown, KO en el tercer debate: Cameron saca partido de la crisis y sube en las encuestas
Gordon Brown, KO en el tercer debate: Cameron saca partido de la crisis y sube en las encuestas

La economía siempre había sido el bote salvavidas para Gordon Brown. Pero ayer, el premier se hundió en el fondo del mar. David Cameron supo ganarle en su terreno y quedó como ganador indiscutible del último debate antes de los comicios británicos del próximo 6 de mayo. El líder laborista intentó demostrar que era el único que podía sacar al país de la crisis, pero no pudo derribar a su máximo contrincante, que ni siquiera le miraba a la cara cuando le hacía preguntas directas de cómo iba a reducir el agujero presupuestario. El tory no contestó ni especificó su plan, pero no importó. Su posición se interpretó cómo la de un líder que sabe que tiene ya el viento a su favor y no quiere perder el tiempo con un hombre cansado y acabado.

Y es que Brown se equivocó de estrategia. No ofreció nada nuevo y su mensaje pesimista se volvió en su contra. En vez de que presentarse como el hombre más capacitado para el puesto, apostó por el voto del miedo advirtiendo a los votantes de una doble zambullida en la recesión si sus rivales se hacían con el poder.

Intentó ser convincente, pero no logró su cometido y los números se le escaparon de las manos. Hay que decir que, desde el principio, jugaba con desventaja. El día antes del debate protagonizó el que se ha convertido en el escándalo de la campaña. Sin percatarse de que su micrófono seguía abierto, llamó “fanática” a una votante y el episodio aún estaba muy reciente. Se intentó disculpar una vez más asegurando que había cometido errores, pero insistió en que era el hombre que necesitaba el país para salir de la crisis. No cuajó. Además, el hecho de que horas antes del careo el reputado The Economist le retirara su apoyo, como lo hiciera ya The Sun, le hacía llevar demasiado peso en la mochila.

Hasta que el debate no trató otros temas, como la inmigración, Nick Clegg se mantuvo en un plano discreto. Es más, después de su luna de miel con el electorado, la encuesta de The Guardian le volvió a relegar a su habitual tercer puesto. Aún así, el liberal demostró que sigue muy activo en la carrera por Downing Street. De otra manera no se explicarían los duros ataques que le lanzaron sus dos contrincantes, sobre todo Cameron, que le volvió a echar en cara su apoyo al euro y su amnistía para los inmigrantes ilegales.

Los temas habían salido ya antes a la palestra, pero el tory tuvo que recurrir a ellos de nuevo cuando Clegg le acorraló acusándole de que el tope que pretender imponer no sirve de nada, ya que el 80 por ciento de los inmigrantes proceden de la Unión Europea y no se les puede impedir la entrada al país.

Cameron, favorito en las encuestas

Las primeras encuestas situaron a Cameron como el favorito. La de ITV le dio un 35% de los votos, un 33% a Clegg y un 26% a Brown. The Sun le propició una ventaja aún mayor con el 41% del apoyo, un 32% para los liberales y un 25% para los laboristas. Por su parte, The Guardian, le concedió el 35% de los votos y mandó a tercer lugar a Clegg con el 27%. Brown se mantuvo con un 29%.

A pesar de los sondeos, anoche no hubo un claro vencedor -el líder tory no brilló, fracasó su gran rival-, pero sí un claro perdedor, los votantes. Y es que, a día de hoy aún no saben cómo les afectará a sus bolsillos el apoyo a uno u a otro candidato. Ninguno de los tres aclaró cómo haría frente al déficit público de 163.000 millones de libras (el 11,6% del PIB).

Cuando una persona planteó específicamente dónde se metería la tijera, Clegg señaló que su programa electoral liberal demócrata recoge 15.000 millones de libras de ahorro mediante el incremento de impuesto a las rentas altas y la retirada de proyectos como la compra de aeronaves. Cameron, por su parte, reconoció que tendría que haber recortes, pero no explicó cómo va a atajar antes que nadie el problema. Por último, el candidato laborista advirtió de las nefastas consecuencias de una retirada precipitada de estímulos. Conclusión: nada nuevo.

En cuanto a los bancos, Cameron propuso un impuesto unilateral, Brown abogó por una tasa consensuada con el G20 y Clegg apostó directamente por abolir el cobro de primas por parte de los banqueros. Aunque el liberal animó a la gente a no “tener miedo de seguir sus instintos”, la “cleggmanía”, por una noche, quedó un poco desinflada. Cameron, sin embargo, supo reponerse y después de ayer, su propósito de conseguir la mayoría absoluta se ve más cerca.

Lo que cada día es más incierto es el futuro del premier. Brown siempre sobrevivió a escándalos, encuestas desastrosas y revueltas internas gracias a su gestión económica. Pero ahora que le han comido su propio terreno, puede que el ave fénix no resurja nunca más de sus cenizas.

La economía siempre había sido el bote salvavidas para Gordon Brown. Pero ayer, el premier se hundió en el fondo del mar. David Cameron supo ganarle en su terreno y quedó como ganador indiscutible del último debate antes de los comicios británicos del próximo 6 de mayo. El líder laborista intentó demostrar que era el único que podía sacar al país de la crisis, pero no pudo derribar a su máximo contrincante, que ni siquiera le miraba a la cara cuando le hacía preguntas directas de cómo iba a reducir el agujero presupuestario. El tory no contestó ni especificó su plan, pero no importó. Su posición se interpretó cómo la de un líder que sabe que tiene ya el viento a su favor y no quiere perder el tiempo con un hombre cansado y acabado.

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