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El ‘antiespañolismo’ se cuela en la campaña electoral portuguesa
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MANUELA FERREIRA LEITE, CANDIDATA DEL PSD A LAS ELECCIONES

El ‘antiespañolismo’ se cuela en la campaña electoral portuguesa

Soñaba con ser médico pero, por expreso deseo de su padre, el último de una legendaria estirpe de abogados, terminó estudiando Económicas. Fue una elección acertada.

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El ‘antiespañolismo’ se cuela en la campaña electoral portuguesa

Soñaba con ser médico pero, por expreso deseo de su padre, el último de una legendaria estirpe de abogados, terminó estudiando Económicas. Fue una elección acertada. A sus 68 años, Manuela Ferreira Leite, candidata a Primera Ministra portuguesa por el Partido Socialdemócrata (PSD), atesora una amplia experiencia política -dos años como ministra de Finanzas con Durao Barroso y otros dos al frente de Educación con Cavaco Silva- y una reputación de dama de hierro que la han aupado en los sondeos hasta hacer peligrar la antes previsible victoria de su rival, el actual mandatario socialista José Socrates.

En sólo unos meses, Ferreira se ha transformado en una especie de John McCain portugués: de aspirante improbable a peligroso adversario. Ya venció en los comicios europeos del pasado junio. Y, pese a su pobre imagen -que le ha granjeado críticas incluso entre las filas del PSD-, su hostilidad hacia los medios y su avanzada edad, acecha en las encuestas a Socrates, un político mucho más carismático y sofisticado. En su camino, Ferreira ha superado no pocos escollos, incluida una guerra interna en el PSD contra Pedro Santana Lopes, candidato a la alcaldía de Lisboa, para hacerse con el liderazgo del partido.

Su discurso contundente, adornado a menudo con declaraciones controvertidas, podría jugar una baza a su favor. El pasado sábado, por ejemplo, durante un importante debate televisivo con Socrates, soltó la perla que ha activado las alertas en España: en caso de ganar las elecciones legislativas del 27 de septiembre suspenderá la construcción del AVE ibérico por el “endeudamiento insoportable de su país” y porque “Portugal no es una provincia española”. “El motivo por el cual España tiene tanto interés en esta línea con Portugal tiene que ver con el hecho de necesitar que el tren pase la frontera para tener la categoría de transporte transfronterizo (y obtener) más fondos comunitarios”, afirmó.

Sus declaraciones no son una sorpresa. La candidata conservadora lleva tiempo divulgando su ideario de contención de gasto, contrario a las inversiones que “no tengan que ver directamente con la producción nacional”. Asimismo, las apelaciones al viejo y demagógico antiespañolismo podrían resultar rentables a ojos de una parte de su electorado. Sin embargo, también están siendo aprovechadas por Socrates, que pretende revalidar la mayoría absoluta que conquistó en 2005. Ayer, durante un mitin en Beja, el primer ministro tachó de “retrógrada” y “aislacionista” a su rival conservadora. “La independencia económica (de la que habla Ferreira) sólo significa aislamiento económico”, afirmó.   

A menos de dos semanas de las cita electoral la última encuesta publicada (el fin de semana) sitúa al Partido Socialista (PS) en cabeza de las intenciones de voto con un 33,6%, seguido del PSD, con el 32,5, y la CDU y el Bloque de Izquierda con algo más del 9%. La carrera electoral está abierta. Los politólogos lusos sostienen que la ajustada lucha entre PSD y PS no tiene precedentes, y sólo puede compararse a las legislativas de 2002 entre Ferro Rodrigues y Barroso. Y, dado el alto número de indecisos, cualquier error puede ser fatal.

Soñaba con ser médico pero, por expreso deseo de su padre, el último de una legendaria estirpe de abogados, terminó estudiando Económicas. Fue una elección acertada. A sus 68 años, Manuela Ferreira Leite, candidata a Primera Ministra portuguesa por el Partido Socialdemócrata (PSD), atesora una amplia experiencia política -dos años como ministra de Finanzas con Durao Barroso y otros dos al frente de Educación con Cavaco Silva- y una reputación de dama de hierro que la han aupado en los sondeos hasta hacer peligrar la antes previsible victoria de su rival, el actual mandatario socialista José Socrates.

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