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Las feministas depositan sus esperanzas en las urnas
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IRÁN ELIGE ENTRE LOS REFORMISTAS Y LOS ULTRACONSERVADORES EN LAS ELECCIONES PRESIDENCIALES

Las feministas depositan sus esperanzas en las urnas

Activistas de los derechos de las mujeres consideran que los compromisos hechos por los rivales del presidente Mahmud Ahmadineyad en las elecciones de hoy ofrecen una nueva esperanza

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Las feministas depositan sus esperanzas en las urnas

Activistas de los derechos de las mujeres consideran que los compromisos hechos por los rivales del presidente Mahmud Ahmadineyad en las elecciones de hoy ofrecen una nueva esperanza para su intento de acabar con lo que denominan la institucionalizada discriminación contra la mujer en Irán. La posición de las mujeres se ha convertido en una cuestión principal en la campaña para las elecciones presidenciales de Irán, en las que candidatos moderados buscan cambios políticos y sociales e intentarán impedir un segundo mandato de cuatro años de la actual línea dura. Más de 46 millones de iraníes están convocados a las urnas para elegir presidente, en unas elecciones cruciales para el futuro del país marcadas por el enfrentamiento social y la crisis económica.

Los dos candidatos prorreformistas -el antiguo primer ministro Mirhosein Musavi y el clérigo Mehdi Karubi- dicen que intentarán mejorar el papel de las mujeres en el conservador estado islámico si salen elegidos presidentes. "Quien quiera que llegue al poder tendrá que responder a las demandas del movimiento de los derechos de la mujer", dijo la activista feminista Susan Tahmasebi. "Ya no somos invisibles".

Los activistas dicen que las mujeres en Irán están sujetas a la discriminación que las convierte en ciudadanas de segunda clase en cuestiones como el divorcio, la herencia, la custodia de los hijos, temas legales y otros aspectos de la vida. Bajo el mandato de Ahmadineyad, hubo un intento de marginar de nuevo a las mujeres a la "esfera privada y promoverlas como madres y esposas", dijo Tahmasebi. Irán dice que las mujeres en el país están mejor tratadas que en Occidente, donde dice a menudo se las considera como símbolos sexuales.

Las mujeres iraníes pueden acceder a casi todos los trabajos y, a diferencia de Arabia Saudí y en todo el Golfo, pueden votar y conducir. Sin embargo, las activistas dicen que docenas de sus miembros han sido detenidas desde el lanzamiento de una campaña en 2006 para intentar recoger un millón de firmas a favor de mayores derechos para las mujeres. La mayoría de las activistas fueron liberadas tras unos días o semanas.

Diplomáticos occidentales dicen que tales arrestos forman parte de una campaña más amplia en contra de los disidentes de Ahmadineyad, posiblemente en respuesta a una presión externa sobre Teherán por su polémica programa nuclear.

El hijab es "una cuestión personal"

Incluso a pesar de que la campaña electoral ha estado dominada por temas económicos, incluida la alta inflación y el desempleo, tanto Karubi como Musavi también se han referido a la situación de la mujer. "Hemos sido capaces de entrar en el discurso electoral con nuestros temas", Tahmasebi. "Creo que es una muy buena señal". Karubi, considerado como el más liberal de los tres oponentes de Ahmadineyad, dijo esta semana que contempla tener dos o tres mujeres en su gobierno.

En la misma rueda de prensa, una antigua miembro del Parlamento que Karubi dice que incluirá en su ejecutivo cuestionó la aplicación estricta de la ley islámica en Irán en la vestimenta, o el 'hijab'. Los códigos morales que rigen la vestimenta de la mujer - que debe cubrir el pelo y las formas del cuerpos - se endurecieron tras la llegada al poder de Ahmadineyad en 2005 y prometió relanzar los valores de la revolución islámica.

"El hijab debería ser voluntario y no obligatorio de por sí ... el hijab debería ser una cuestión personal", dijo Jamileh Kadivar, que vestía un chador negro de la cabeza a los pies. La esposa de Musavi Zahra Rahnavard también ha abierto nuevos caminos en la política iraní al intervenir activamente en la campaña de su marido, diciendo que las mujeres lograrían más influencia si su marido salía elegido.

Las claves: la economía y la participación

Ahmadineyad parece contar con el respaldo de los sectores más conservadores del régimen, el Ejército, las zonas rurales y las clases sociales más desfavorecidas, pese a que no ha podido cumplir las promesas económicas que le encumbraron en 2005. Enfrente, el ex primer ministro Musaví se perfila como su principal amenaza, una vez que ha conseguido resucitar la ilusión de los jóvenes y desatar una especie de "revolución por el cambio" que se ha contagiado a todos los puntos del país.

Musaví, que dirigió el gobierno entre 1981 y 1989, ha sido capaz de aglutinar en torno a su candidatura a los jóvenes que esperan un giro tanto en la economía como en las costumbres, y a aquellos conservadores descontentos con el mandato de Ahmadineyad pero que recelan de la etiqueta de reformista.

En un país donde las encuestas no son fiables, los pronósticos apuntan a que el ex primer ministro podría salir vencedor en las grandes ciudades, mientras que Ahmadineyad ganaría en los suburbios y en las zonas rurales. Las claves serán, no obstante, el índice de participación -que las autoridades esperan muy elevado- y la cantidad de votos que arrastren los otros dos candidatos, que han sido igualmente muy críticos con el presidente. Según la Ley electoral iraní, los aspirantes deben lograr más del 50 por ciento de los sufragios emitidos y considerados válidos para ser elegido en primera votación. En caso contrario, los dos candidatos más votados deberán librar una segunda vuelta, ya prevista para el próximo viernes.

Los resultados serán dados a conocer el sábado por el ministerio de Interior, aunque después deberán ser validados por el poderoso Consejo de Guardianes.

De acuerdo con los expertos, la presencia de cuatro candidatos dificulta que uno de ellos pueda superar ese límite del 50 por ciento exigido. Lo único que parece seguro es que, gane quien gane, tendrá que hacer frente a uno de los gobiernos más complicados en los treinta años de República Islámica. La crudeza de la campaña electoral, plagada de desacreditaciones y acusaciones personales, y la marea de ilusión y atrevimiento entre la juventud que ha despertado Musaví, auguran un año agitado para el futuro presidente.

Ante la posibilidad de que pueda convertirse en el primer mandatario en la historia reciente de Irán, Ahmadineyad optó el pasado miércoles por una agresiva estrategia que incluyó ataques directos contra el ex presidente Ali Akbar Hashemi Rafsanyaní, uno de los hombres más ricos y poderosos del país. El líder conservador acusó al clérigo de corrupción y de haberse aliado con el también ex presidente, Mohamed Jatamí, y el candidato Musaví para desprestigiar y derrocar su gobierno.

Rafsanyaní, que es también uno de los más odiados por la gran parte de la clase media y de los sectores más desfavorecidos, respondió con una carta al líder supremo, Ali Jameneí, en la que advertía del peligro de la reelección del presidente.

Ante el duro cruce de acusaciones, que ha fracturado también la cohesión del régimen, el Poder Judicial ha avisado que este tipo de inusuales alegaciones son constitutivas de delito y pueden ser perseguidas en el futuro. Sin embargo, parece que será finalmente la crisis económica la que decante el voto en favor de uno u otro candidato.

Los iraníes eligen hoy, sobre todo, a un gestor del país, ya que el poder es potestad del líder supremo. Durante los cuatro años de gobierno de Ahmadineyad, la situación de la clase media se ha deteriorado y la pobreza se ha agudizado pese a las políticas populistas del presidente. La inflación y el índice de paro se ha disparado, el precio de los inmuebles se ha duplicado y el número de bodas -una de las mayores preocupaciones de los iraníes- ha descendido. El miércoles, en el último acto de una campaña electoral que ha sido multitudinaria, Musaví pidió el voto "para que Irán no quede destruido". Ahmadineyad volvió a insistir en que las cifras son falsas y que todo se reduce a un complot contra su gobierno.

Activistas de los derechos de las mujeres consideran que los compromisos hechos por los rivales del presidente Mahmud Ahmadineyad en las elecciones de hoy ofrecen una nueva esperanza para su intento de acabar con lo que denominan la institucionalizada discriminación contra la mujer en Irán. La posición de las mujeres se ha convertido en una cuestión principal en la campaña para las elecciones presidenciales de Irán, en las que candidatos moderados buscan cambios políticos y sociales e intentarán impedir un segundo mandato de cuatro años de la actual línea dura. Más de 46 millones de iraníes están convocados a las urnas para elegir presidente, en unas elecciones cruciales para el futuro del país marcadas por el enfrentamiento social y la crisis económica.

Irán Mahmud Ahmadineyad