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Gaza y la muerte del Ejército israelí
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Gaza y la muerte del Ejército israelí

Hubo un tiempo, en el siglo pasado, en que escribir Tsahal era referirse a un Ejército dedicado, con buena tecnología y mejor soporte financiero, a la

Foto: Gaza y la muerte del Ejército israelí
Gaza y la muerte del Ejército israelí

Hubo un tiempo, en el siglo pasado, en que escribir Tsahal era referirse a un Ejército dedicado, con buena tecnología y mejor soporte financiero, a la defensa de la supervivencia de un pueblo al que sus vecinos querían masacrar y arrojar al mar sus despojos. Ése era el destino del Tsva Hahagana LeYisrael (abreviado Tsahal, literalmente Fuerzas de Defensa Israelíes).

 

Junto a la excelencia material contaba con la determinación de sus hombres, sustentada en la convicción de defender una causa objetivamente justa, y condimentada con el igualitarismo de los pioneros sionistas laboristas que fue el cemento de un Estado nuevo. Frente a ellos, frente a los hombres y mujeres del Tsahal sólo había, aparentemente, la barbarie y el atraso, el egoísmo y la codicia, la violencia indiscriminada y la crueldad. Con ellos creció el aura heroica, en las guerras de 1948, 1956, 1967, 1973, de la reencarnación del mito de David contra Goliat, hoy en día tan manido.

Sin embargo, en el cinismo de un David héroe de guerra (1973) que permitió la matanza de 1.800 palestinos en Sabra y Chatila en septiembre de 1982, creció el mal que ha terminado con aquella empresa idealista militar y civil sobre tierra ciertamente ajena. No importa que aquel cínico brutal yazca ahora inconsciente en su lecho, luciendo aún las mayores condecoraciones del Tsahal y las mejores dignidades de servidor civil. Su ejemplo y su continuada acción desde aquel aciago verano de 1982 han llevado las cosas al estado actual.

La brutalidad por omisión de Ariel Sharon, jefe de las fuerzas israelíes que invadieron Líbano hace veintiséis años y medio, tuvo su continuidad en otra barbarie consciente y ya por acción capitaneada por él mismo desde entonces, contradiciendo intrínsecamente los principios que dieron origen y fuerza al neonato Israel y a su Tsahal.

La brutalidad de sus soldados

En este cuarto de siglo, la creciente brutalidad de los soldados judíos ha echado por tierra los antiguos mitos y reventado el principal: David contra Goliat. ¿Qué mal ha ido progresivamente poseyendo a David para que haya llegado a los extremos que hoy vemos en Gaza?

La falta de contención del trío del Likud orquestador de aquel cambio (Begin-Shamir-Sharon) no tuvo solución de continuidad y ejerció in crescendo la violencia más inmisericorde con sus enemigo, como sucesivamente fuimos viendo en la represión de la primera Intifada, de la segunda, hasta llegar a las sucesivas operaciones de castigo en Líbano, sin reparar ni en vidas humanas, ni en daños ni en costes.

Olvidada la autocontención, todo ha ido valiendo para machacar al adversario y la nueva idea agresiva se ha ido extendiendo como una mancha por todo el espectro político israelí. Los otrora limpios laboristas, como el ministro de Defensa Ehud Barak, colaboran activamente en la barbarie actual de Gaza junto con los nuevos halcones del Kadima, mientras que las viejas aves de presa del Likud contemplan desde sus árboles dispuestas a pelear con los otros por los despojos en las próximas elecciones. Y en el Ejército hay unidades religiosas, privilegio arrancado por los partido ultraortodoxos para que sus cachorros no se contaminen en la convivencia con laicos.

Aquellos movimientos pacifistas israelíes y de izquierda ya no levantan cabeza en este martilleo de la Franja de Gaza. Y a todos preside la figura de un Sharon doliente y sin consciencia -nunca la tuvo realmente- en su lecho de muerte. Con él desaparecerá el Tsahal: empezó a destruir la idea en Sabra y Chatila. Ahora se la llevará a la tumba. 

Hubo un tiempo, en el siglo pasado, en que escribir Tsahal era referirse a un Ejército dedicado, con buena tecnología y mejor soporte financiero, a la defensa de la supervivencia de un pueblo al que sus vecinos querían masacrar y arrojar al mar sus despojos. Ése era el destino del Tsva Hahagana LeYisrael (abreviado Tsahal, literalmente Fuerzas de Defensa Israelíes).

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