Cada día Paola y Emanuela se ponen ante la Piedad de Miguel Ángel en Florencia para restaurarla. Su misión es limpiar la pátina de suciedad acumulada durante siglos pero también conocer mejor una de las últimas y más enigmáticas obras del gran genio del Renacimiento.

La escultura llama la atención en los pasillos del Museo de la Obra de la catedral florentina, protegida tras una mampara de cristal para que todos los visitantes puedan apreciar en directo su delicada manutención, también explicada con paneles interactivos.